No solo es una cuestión de ganas

Algunos me dicen que es lógico, que cuando un equipo se juega el descenso y pone toda la carne en el asador te gana solo por motivación. Venga ya, contesto yo. A otro perro menos viejo con esa longaniza caduca. Según esa teoría nadie descendería a Segunda.

Solo hay que recordar lo que costó ganar un puñetero partido en San Mamés en el Bienio Negro y con el público volcado. Entonces se decía que el miedo a bajar lastraba las piernas. Pues al Huesca no le lastró.

Es como cuando el Athletic se enfrenta al Cádiz, un rival con diez jugadores durante 80 minutos, y no hay manera de hacerle un gol. Luego, el míster dice que claro, estaban muy cerrados y hoy en día es muy difícil abrir la lata y que los tres cerditos y el lobo. Y en cambio, si nos quedamos nosotros con 10, y nos meten tres, resulta que el árbitro nos ha matado y que qué van a hacer en inferioridad numérica los pobres.

La única verdad es que a este Athletic de las últimas temporadas le falta calidad. Le cuesta un potosí dar tres pases seguidos, imponer su centro del campo, llegar con claridad al área contraria y controlar los partidos que tiene a favor. Hasta falta intensidad y fuerza física, quién nos lo iba a decir hace unos años. En Huesca, no sacó ni un córner.


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