Nunca un adiós fue tan esperado


Era difícil acudir en masa al Bernabéu en este último partido de Liga. Con el equipo huérfano de objetivos, desentendido desde hace meses y con la mente puesta ya en el próximo mes de agosto, pocos alicientes invitaban a ello. Solo había uno que, por encima del resto, sobresalía en la lista: decir adiós a la temporada y, de paso, a los jugadores que, pese al silencio institucional, estaban a noventa minutos de dejar el club.

Antes de que echara a rodar el balón, se respiraba en Chamartín un clima de despedida. Necesaria, por otro lado, para poder cerrar un curso que ha sido nefasto y empezar cuanto antes otro nuevo capítulo. Un capítulo, eso sí, que pretende ilusionar aunque, en estas últimas fechas, la llama se ha ido apagando a medida que se desperdigaban los partidos insulsos por el calendario y el del Betis fue uno más.

Por despedir, se despedía hasta el árbitro, Undiano Mallenco, que tras 19 años en la élite colgaba el silbato en busca de la tranquilidad y lejos de los gritos del graderío. 348 partidos y otras tantas cartulinas.

Pero, sin duda, los que acaparaban los focos por encima del navarro fueron Bale y Keylor
Navas. La noche y el día. Suplente el galés y titular el tico, los reconocimientos fueron bien distintos durante el partido.

Al portero se le jaleó en cada actuación e incluso cuando encajó los goles nunca fue señalado. Bale, en cambio, ni siquiera jugó y, viendo como transcurrió el partido, quizás fue hasta beneficiado por ello. Zidane le privó de pisar el césped aunque a él no pareció importarle demasiado.

Y es que nunca un adiós fue tan esperado en el Bernabéu. Han sido dos meses de angustia que han terminado peor incluso de lo que se esperaba en un primer momento, pero ya está. Ya terminó. Ya tiene el Madrid derecho (aunque más bien obligación) a pensar en la temporada que viene en la que hay que cambiar muchas cosas.

Varios jugadores se irán, otros vendrán pero la que se quedará seguro será la afición que, en el último partido de la temporada, lejos de festejar, deseó con todas sus fuerzas cerrar los ojos y, al volver a abrirlos, despertar ya en la próxima temporada compitiendo por objetivos. “Cierren la puerta y apaguen la luz al salir” debieron pensar.


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