Ojalá Aduriz tenga razón


Nunca ha sido Aduriz de acaparar elogios. Daba la sensación de sentirse extraño cuando recibía multitud de elogios después de una destacada actuación en el verde. Lo colectivo por encima de las individualidades. Siempre ha tenido claras cuáles son las prioridades. Y ahora no es una excepción cuando pide “una estatua” para todos los que trabajan en los hospitales combatiendo contra el coronavirus.



Durante su rueda de prensa virtual lanzó un interesante pensamiento que seguro se nos ha pasado por la cabeza: “Esto va a ser un antes y un después, puede que sea un mal necesario para hacernos reflexionar a todos”. Ojalá Aduriz tenga razón y todos extraigamos la parte positiva. Pero lo dudo. Admito que tengo poca confianza en el ser humano y en su capacidad para cambiar. Es probable que en un año todo se quede en un mal recuerdo.

El donostiarra no se mostró preocupado por su retirada ni por la final de Copa. Todo lo que estamos viviendo nos enseña que el fútbol “quizás no sea tan importante”. Una opinión que compartirá hasta el mayor de los futboleros. “Hay cosas más importantes que solucionar ahora”. Fue una respuesta que Aduriz sacó a colación en varios momentos a lo largo de su comparecencia.

Todo volverá a una situación de aparente normalidad y el 20 se ofrece para prolongar su contrato hasta que finalice la temporada en curso. Hasta el 30 de junio y más allá. Una fecha en la que expira su vinculación con el Athletic y en la que estaba anunciada su retirada. Pero a ver quién es el guapo que le puede apartar a Aduriz de una final de Copa, de la opción de ganar un título con el escudo zurigorri en el corazón y de despedirse de todos montado en la gabarra.

Ojalá nos podamos ver pronto en San Mamés. No por el hecho de que haya regresado el fútbol, pero si existe la posibilidad de que nos reunamos más de 40.000 personas será el mejor de los indicadores de que toda esta pesadilla ha sido superada definitivamente. Aunque mi sensación es que para ver un partido con público habrá que esperar lo suyo. Y si no nos podemos ver en San Mamés, que sea en los bares, en las calles, en las tiendas, en los parques o corriendo por el paseo del Guggenheim. Pero que nos veamos más allá de las ventanas.


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