Ola de violencia pone a Bogotá bajo toque de queda


BOGOTÁ – La capital colombiana quedó paralizada este viernes por una ola de vandalismo y violencia en el sur de la ciudad que obligó a las autoridades a decretar un inédito toque de queda en todo Bogotá para tratar de restaurar el orden público.

La medida se tomó inicialmente para tres populosos barrios del sur, los de Bosa, Kennedy y Ciudad Bolívar, pero ante el deterioro de la situación el presidente colombiano, Iván Duque, pidió al alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, la ampliación a toda la ciudad.

“Le he solicitado al alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, que apliquemos toque de queda en toda la ciudad, a partir de las 9 de la noche. Nuestro objetivo es garantizar la seguridad de todos los bogotanos”, escribió Duque en su cuenta de Twitter.

De esta forma, el toque de queda se aplicaría a partir de las 9:00 p.m. hora local, si bien la Alcaldía no detalló su duración.

Antes de la entrada en vigor de esta medida de excepción, que Bogotá no recuerda en su historia reciente, las calles de la capital, de más de siete millones de habitantes, se veían desiertas en una noche de viernes.

El poco movimiento que se observaba en las calles era de trabajadores que caminaban apresurados hacia sus casas por la ausencia de transporte público y de grupos que se manifestaban contra el Gobierno con un cacerolazo en algunas plazas.

Previamente, el alcalde había decretado la “ley seca” que comenzó a regir al mediodía del viernes y hasta la misma hora del sábado.

La violencia se apoderó este viernes de varios barrios del sur de Bogotá en los que encapuchados se enfrentaron a la Policía y saquearon comercios, una secuela de los disturbios del jueves tras la protesta pacífica contra la política económica y social del Gobierno.

Desde las primeras horas de la mañana vándalos bloquearon las principales estaciones de transporte público en el sur de la capital colombiana, preludio del caos que se desató horas más tarde en barrios populares como Patio Bonito, Molinos, Perdomo, Meissen y Tintal, así como en la vecina localidad de Soacha, que también declaró el toque de queda.

La Alcaldía respondió con el envío de decenas de policías, incluidos miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) que repelieron con gases lacrimógenos los ataques con piedras y otros objetos por parte de los vándalos.

La estación de Molinos fue la más afectada y quedó completamente destruida, mientras que en la de Biblioteca Tintal ciudadanos se interpusieron para proteger a un grupo de policías que fueron cercados por agitadores.

Los habitantes de Bogotá no recuerdan una ola de violencia como la del viernes, y los más viejos evocan la oscura época del “Bogotazo”, la revuelta que se desató el 9 de abril de 1948 por el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, magnicidio considerado un marco de la violencia en Colombia.

Los delincuentes se ensañaron con los comercios del sur de Bogotá, principalmente con los supermercados que fueron saqueados.

Una de las escenas impactantes de la jornada fue el robo en el barrio Ciudad Bolívar de un autobús del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) por parte de agitadores que luego lo utilizaron para derribar la puerta de un supermercado y enseguida saquearlo.

En respuesta, un grupo de ciudadanos increpó a los ladrones y obligó a algunos de ellos a devolver las mercaderías robadas.

Escenas similares se repitieron en Patio Bonito y otros barrios de la zona sur de Bogotá.

“Lamentablemente ha habido un vandalismo generalizado”, manifestó el alcalde, quien dijo que hay 4,000 soldados del Ejército apoyando a unos 20,000 policías en la vigilancia y mantenimiento del orden.

Peñalosa añadió: “Aquí hay entonces unos delincuentes que quieren destruir nuestra democracia, que quieren destruir nuestra ciudad y que creen que van a lograrlo”. El alcalde aseguró que hay 230 capturados por esos hechos.

La violencia fue rechazada por el Consejo Gremial Nacional, que mediante un comunicado expresó su respeto a la “manifestación democrática” del jueves y resaltó el compromiso de la mayor parte de la ciudadanía con las manifestaciones pacíficas.

No obstante, el Consejo Gremial dijo que “condena los actos de vandalismo que vulneraron derechos de los ciudadanos y de la empresa privada, los cuales derivaron en la destrucción de bienes públicos y privados generando zozobra en la sociedad y ocasionando grandes pérdidas económicas”.

Antes de la declaración del toque de queda, la Policía dispersó con gases lacrimógenos en la céntrica Plaza de Bolívar un nuevo cacerolazo contra el Gobierno de Duque, justo cuando los manifestantes habían comenzado su protesta.

Los ciudadanos, en su mayoría estudiantes, estaban golpeando sus cacerolas cuando miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) les arrojaron gases lacrimógenos y la protesta se dispersó.

Una situación similar ocurrió en el Monumento a Los Héroes, en el norte de la ciudad, donde el ESMAD también dispersó con gases y bombas aturdidoras otra protesta pacífica que había comenzado minutos antes.

La víspera, decenas de miles de colombianos salieron a las calles de todo el país en ambiente festivo para expresar su descontento con el Gobierno, tras lo cual vándalos aprovecharon la situación para provocar desórdenes en Bogotá, Cali y otras ciudades.


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