Orient-Express, una leyenda sobre raíles

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Lo primero que habría que establecer es que el Orient Express, el mítico tren con el que soñaron Agatha Christie y al que el actor y director Kenneth Branagh dedicó en 2017 una versión de la célebre novela, icono del lujo sobre raíles y leyenda del glamour con traqueteo, se llama ahora Venice Simplon-Orient-Express. Esto sucede porque SNCF (siglas de los ferrocarriles franceses) vendió parte de los derechos a Belmond, una de las compañías del sector del lujo más importantes del mundo, y otra parte a Accron, que explota el sello en otros campos, como la hostelería y los eventos privados.

Así, el tren sigue siendo bandera del turismo más exclusivo y desde 2014 circula con renovados bríos, luciendo su antigua carrocería que —eso sí— ha sido remodelada a conciencia. Belmond ha decidido sumar lujo al lujo y ahora ofrece a los pasajeros más ambiciosos la posibilidad de disfrutar a bordo de tres nuevas suites, que completan una oferta sin parangón entre los trenes más fastuosos que recorren el mundo. “El diseño y la cuidadosa restauración de estas tres grand suites, aun respetando el aspecto art déco de 1920, son extraordinarios y meticulosos. Muchos de los arreglos originales se conservan en las nuevas cabinas para rendir tributo a lo distintivo de la herencia de la marca”, explica a El Viajero Gary Franklin, vicepresidente de Trenes y Cruceros de Belmond. Con influencias estéticas que recuerdan a ciudades como Viena, Praga o Budapest, y homenajes a la arquitectura gótica y otomana, la idea tras la reforma y actualización de estas habitaciones es que “el pasajero se sienta como si, por ejemplo, caminara por el puente Carlos en Praga”.

La historia del Orient-Express desde que comenzó a rodar en 1883, ya casi tan icónica como el propio tren mismo, con su clásico viaje de París a Estambul, pasando por Estrasburgo, Múnich, Viena, Budapest y Bucarest, nació con la idea de poder vivir en un vagón algo más que unas horas. Para ello se estableció un servicio nocturno que, a pesar de no ser el primero del planeta, enseguida se convirtió en el más reputado. Después de un parón obligado por culpa de los conflictos bélicos globales, en 1930 el ya bautizado como Simplon-Orient-Express seguía cubriendo el recorrido original, mientras el nuevo Arlberg Orient-Express rodaba por nuevas rutas, elevando más aún la idea del romanticismo ferroviario. Por aquel entonces, su estilo art déco, lo refinado de su gastronomía y el nivel de sus pasajeros ya lo habían convertido en uno de los grandes emblemas de la nobleza europea.

El siguiente parón, que en realidad se prolongó durante varias décadas, con el servicio sufriendo constantes inconveniencias, fue causado por la Segunda Guerra Mundial, la llegada del telón de acero —que hizo imposible la circulación del tren por su recorrido original— y la gran crisis de los años setenta, en las que el Orient-Express casi desapareció del mapa. Sin embargo, llegados al siglo XXI este vuelve a lo grande, empujado por las circunstancias: “Ciertamente, estamos viendo una demanda al alza por viajes más serenos, más sustanciosos. Seguramente, esto suena a cliché, pero viajar en tren tiene más que ver con el camino y la gente que conoces en él que no con el destino. Es también una manera excelente de ver un país, llegando a pueblos y partes de él que son de mucho más difícil acceso si uno simplemente llega y se va en avión”, explica Franklin.

Menos prisa, más perspectiva

En 2021, el Venice Simplon-Orient-Express ­(VS-OE) no solo sigue circulando, sino que aprovecha la corriente de opinión generada por la llegada de la pandemia y las cada vez más constantes apariciones de fenómenos provocados por el cambio climático. Lo primero ha provocado que muchos se hayan planteado cambios de vida que incluyen la forma de viajar; lo segundo ha impulsado medidas que van a convertir algunos trayectos aéreos en obsoletos y el tren como alternativa habitual. Así, el tren pasa de nuevo a ocupar un lugar privilegiado en la mente de los que gustan de ir de un sitio a otro con menos prisa y más perspectiva: “El ethos y la historia de estos vagones ha sido siempre conectar nuevas ciudades y romper fronteras, así como visitar nuevos lugares. Dado lo sucedido en los últimos 18 meses, nos pareció lo correcto empezar la nueva temporada visitando Ámsterdam y Bruselas, y seguiremos en este 2021 abriendo la ruta a Florencia y Ginebra”, dice Franklin.

La ampliación de trayectos y la suma de nuevas rutas afectan también al número de viajes, con infinidad de posibilidades, siempre pernoctando en el tren, y una posibilidad anual de hacer el mítico París-Estambul, pasando cinco noches en el Venice Simplon-Orient-Express.

Es difícil recomendar una sola ruta, sabiendo además que las tarifas del VS-OE oscilan entre los 3.000 y los 7.000 euros por persona y que, para la mayoría, este es uno de esos viajes que se realiza una vez en la vida. Pero los trayectos que parten de Roma y Florencia atraviesan los lagos italianos y las montañas de Suiza antes de llegar a París, y los que van de Venecia a Ámsterdam, pasando por París, Bruselas y la propia capital neerlandesa, parecen claros candidatos para quienes deban escoger un trayecto. Eso sí, para los que decidan apostar el todo por el todo y vivir su viaje en una de las nuevas habitaciones, más allá de las duchas y las camas de primera clase, el pasaje incluye todo el champán que quieran consumir, servicio de restaurante en el compartimento, desplazamientos de y hasta el tren (privados, por supuesto) y un mayordomo que atenderá cualquier petición. También calefacción integrada en el suelo para que a la experiencia no le falte de nada.

Cuando se le pregunta al vicepresidente de Trenes y Cruceros de Belmond sobre cuáles son los planes de futuro para el VS-OE, Gary Franklin lo tiene claro: “Más allá de las nuevas rutas que abramos en 2022, lo que esperamos es que se pueda seguir disfrutando de lo que es este tren: una auténtica leyenda en movimiento”.

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