Para Andújar, el ‘infierno’ ya es pasado

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Pregunta Pablo Andújar (Cuenca, 33 años) a los periodistas en inglés si puede hacerse un selfie con todos ellos, porque quiere enviarle la foto a su mujer para convencerla de que está a punto de empezar la rueda de prensa y tendrán que hablar un poco más tarde. Dispara la foto y empieza a departir feliz, porque ha dejado atrás un infierno que le atrapó los dos últimos años en forma de una lesión a la que no le veía salida. Sin embargo, después de tres pasos por el quirófano el codo derecho responde y muy bien, y por eso hoy disputará los octavos de final del US Open contra el francés Gael Monfils. Es su mejor resultado en un Grand Slam, donde no ganaba un partido desde 2015.

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“Creía que estaba ya fuera del tenis”, comenta al recordar que descendió hasta el puesto 1.764 del listado mundial. “Pero con fe esperanza y trabajo llegan este tipo de cosas”, receta mirando ya solo hacia adelante. Atrás quedan los buenos tiempos, cuando en 2013 se encaramó al 32º peldaño del ranking, y cuatro títulos de la ATP: Casablanca (2011, 2012), Gstaad (2014) y el que obtuvo el año pasado en Marrakech. Atrás queda ya, también, el tortuoso proceso del codo que le planteó un desafío psicológico al límite.
“No esperaba esto, pero ahora hay que saborearlo y disfrutarlo. No esperaba estar en la segunda semana y todavía no me lo acabo de creer”, dice tras vencer a Alexander Bublik (6-4, 6-3 y 6-2). “Siempre tenía esa pequeña fe de que al final jugaría, pero es cierto que era muy complicado”, añade; “el tenis es un deporte de largo recorrido, un maratón, así que todo el mal trago que he pasado ha merecido la pena, porque estar aquí es un regalo. Al final, el codo está bien y eso es lo más importante. Físicamente estoy bien”.
Ha ido cogiendo vuelo Andújar desde que el brazo comenzase a responder y en Nueva York ha ingresado por primera vez en la zona franca de un gran torneo. Derrotó a Kyle Edmund (número 31) el primer día y después apeó a Lorenzo Sonego (49), deshaciéndose luego de Bublik (79) para aterrizar delante del imprevisible Monfils. “Estoy feliz, pero estoy en una nube. Todavía estoy un poco desubicado… Todo es un poco nuevo para mí. Entras al vestuario y cada vez hay menos gente, y sobre todo jugadorazos…”, cuenta.
Pese a las lesiones, un nivel intacto
“Y eso es un orgullo, y tengo que valorarlo mucho”, prosigue. “No puedo presionarme, no me lo merezco, porque yo no soy Nadal. Aunque no quieras, llevas la presión por dentro, pero yo no soy el favorito y eso está clarísimo. Para él [Monfils], yo supongo una buena ronda, pero no tengo nada que perder. Espero tener mis posibilidades, ¿por qué no? Gael es un atleta, tiene peso de pelota y construye el punto. Será un partido físico, de intercambio”, prevé el español, cuya superficie predilecta es la tierra batida y que esta temporada no había conseguido superar la primera ronda del Open de Australia (Shapovalov) ni Roland Garros (Matter Berretini) ni Wimbledon (Mikhail Kukushkin).
Se encuentra Andújar, pues, ante un escenario absolutamente novedoso y lo celebra Rafael Nadal, buen amigo. “Pablo ha tenido problemas importantes. Tiene un gran nivel, pero tiene que estar sano. Cada vez que ha vuelto de lesiones ha vuelto a situarse al nivel que estaba; es decir, no por estar lesionado ha perdido el nivel, sino que ha ganado”, valora el de Manacor; “no ha competido peor después de las lesiones que antes de las lesiones, lo que significa que tiene un nivel de tenis totalmente interiorizado y asimilado. Ha tenido su proceso, ha jugado challengers y después ha competido en los torneos ATP… Estoy contento por él porque nos conocemos desde muy pequeños y tenemos una gran relación”.
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