Pascual: “Tengo unos jugadores que no se arrugan por nada”

Casi todo el equipo contrajo la covid-19. Estuvo casi un mes sin disputar ni un solo partido oficial. Hasta el técnico cayó enfermo. Pese a todo, Xavi Pascual ha obrado el milagro. El Zenit, rival mañana del Barcelona, es líder de la liga rusa y tercero en la Euroliga. “No sé ni cómo lo hicimos”, comentó a Efe el técnico catalán en conversación telefónica desde San Petersburgo.

Pascual está acostumbrado a la presión desde que se sentara por primera vez en el banquillo del Barcelona, pero nadie le había preparado para una pandemia.

COVID, ESE ENEMIGO INVISIBLE

“Nos pilló bien. De las casi 30 personas que conformamos el equipo, unas 25-26 hemos pasado el virus. Fue complicado”, rememora. Precisamente, el último partido que jugaron los rusos antes de ser víctimas del virus fue en casa contra el Barcelona, al que derrotaron (74-70) el pasado 9 de octubre. No volvieron a las canchas hasta noviembre. “Tienes que volver a empezar. Es como si fuera una pretemporada, pero teniendo que jugar inmediatamente partidos oficiales”, explica Pascual.

Se encontró a los jugadores “fuera de forma, tanto física como mentalmente”. “Cada uno pasa la pandemia de manera distinta. Unos con más fiebre, otros con más síntomas, otros con menos. Los jugadores llegan a los entrenamientos de formas totalmente diferentes”, comentó.

Algunos de sus pupilos “no podían aguantar ni cinco minutos de carrera continua”. “Hay que ir progresivamente y de manera individualizada. Intentando modular lo que necesita cada uno para llegar a un punto de comunión entre todo el equipo”, explica.

PASCUAL, ENFERMO

Pascual tampoco se libró de la peste del coronavirus. “Lo pasé regular, aunque muy sintomático. Lo peor fueron cuatro días consecutivos en los que tuve unos dolores de cabeza muy agudos”, recuerda. Tuvo que recurrir a antibióticos, pero no tuvo que ser hospitalizado.

Reconoce que “cuesta mucho” salir de una situación que está fuera del control del técnico, pero “hablando y observando” el Zenit salió del agujero más que reforzado. “Con esfuerzo y perdiendo algún partido de por medio, conseguimos encontrar el camino poco a poco”, resalta.

Reconoce que la Euroliga no tenía más remedio que echarse atrás sobre su decisión de castigar a los equipos afectados con derrota técnica por no presentar un mínimo de jugadores sanos. “Cuando se hicieron las reglas en verano, nadie se esperaba lo que iba a pasar después”, señaló.

SIN TECHO

Se siente “valorado” en Rusia y es que está intentando con todas las fuerzas, como él lo explica, “crear un ADN” ganador en el Zenit, que es “lo más difícil” de crear en los clubes. “Tengo la sensación de que lo estamos logrando. Estamos compitiendo bien. Hemos conseguido crear un buen grupo de trabajo. Y, a día de hoy, realmente las cosas nos están saliendo bien, pese a tener el virus dentro. Hemos tenido algunos obstáculos, ahora sufrimos alguna lesión. Pero estamos ahí, luchando por todo”, subraya.

El equipo es líder de la liga VTB por delante del CSKA Moscú y ya es tercero en la Euroliga por delante del Real Madrid, pero lo mejor es que Pascual se lo está “pasando bien”. “Tengo unos jugadores muy trabajadores y muy entrenables, con la misma idea y todos remando en la misma dirección. Es un equipo luchador, con muchas ganar de ir a por todas y de no arrugarse por nada”, indicó.

TRAS LOS PASOS DE BELOV

Cree que si no hubiera restricciones por la pandemia, “el pabellón estaría lleno todos los partidos de casa”. Y es que, para su sorpresa, en San Petersburgo, una ciudad donde el fútbol lo acapara todo, hay “más tradición de baloncesto de lo que pensaba”.

El Spartak de San Petersburgo llegó a ganar la liga soviética (1975) y fue uno de los clubes punteros del país durante largo tiempo. El hijo predilecto del baloncesto local fue Alexandr Belov, el autor de una de las canastas más famosas de toda la historia, que le dio a la Unión Soviética el triunfo sobre Estados Unidos en la final de los Juegos Olímpicos de Múnich 72.

El técnico catalán no lamenta haberse ido a Rusia a trabajar después de entrenar en dos de las mejores ligas del continente. “Me pareció gente seria. Pensé que aquí había los mimbres para poder hacer mi trabajo, sin que nada pudiera obstaculizar el camino. Un club, entre comillas, virgen, donde hay muchas cosas por hacer e ilusión para crecer”, señala.

Ni siquiera el frío está impidiendo que Pascual disfrute del baloncesto. “Mis experiencias anteriores en Barcelona y Atenas distan mucho de San Petersburgo. Sales menos a la calle. Cuando estamos a 6 grados bajo cero, puedes dar un paseíto. Si estamos a 15 bajo cero, ya te cuesta un poco más”, asegura. Considera que, al igual que con los jugadores, con los países “hay que buscar las cosas positivas y no poner tanto interés en las negativas”.


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