Paul D’Anieri, profesor de Ciencia Política de la Universidad de California Riverside.P. D.
Tanto las élites políticas de Rusia como la mayoría de su población nunca asumieron la independencia de Ucrania tras la desintegración de la Unión Soviética. “Para muchos rusos, Ucrania es parte de Rusia y sin ella, Rusia está incompleta”. Esto escribió Paul D’Anieri (Nueva York, 57 años) en 2019 en uno de los libros más citados sobre la historia contemporánea de las relaciones entre Moscú y Kiev. Ukraine and Russia: From Civilized Divorce to Uncivil War (Ucrania y Rusia, del divorcio civilizado a una guerra incivil, Cambridge University Press) será ampliado y reeditado el próximo marzo en su versión en inglés —no ha sido publicado en castellano—.
D’Anieri, doctor y profesor del Departamento de Ciencia Política y Políticas Públicas de la Universidad de California Riverside, es uno de los ucraniólogos más reconocidos en Estados Unidos y hace un esfuerzo, en conversación por videoconferencia el pasado 1 de diciembre, por superar trincheras y entender qué ha motivado la agresión rusa desde 2014, desde la anexión ilegal de Crimea y su apoyo a los separatistas de Donbás. La lógica rusa no solo se basa en el orgullo nacional herido, responde sobre todo a que el Kremlin se siente amenazado. “El final de la Guerra Fría puso en marcha dos fuerzas que necesariamente entrarían en tensión”, escribió D’Anieri en su libro, “la democratización de Europa del Este y la insistencia rusa en mantener su estatus de gran potencia y el dominio sobre sus vecinos. Ucrania era el lugar donde la democracia y la independencia pusieron más en entredicho la concepción que tiene Rusia de sus intereses nacionales”.
Pregunta. En el libro cita al Nobel de Economía Daniel Kahneman: “Una persona que no ha asumido sus pérdidas es posible que acepte apuestas que en otras circunstancias serían inaceptables”. ¿Es esto lo que ha sucedido en Rusia respecto a Ucrania?
Respuesta. Sí, sobre todo en 2022. Creo que fue en 2021 cuando Vladímir Putin entendió que los acuerdos de Minsk [firmados por Rusia y Ucrania para el alto el fuego en Donbás] no devolverían a Ucrania bajo control ruso. Y él considera que Ucrania es una pérdida que hay que recuperar.
P. ¿Pero esta guerra no ha hecho precisamente que Rusia pierda para siempre a los ucranios?
R. Totalmente. Rusia no puede recuperar a Ucrania, y solo le queda conquistarla militarmente; esta ya era una de las conclusiones de mi libro. Esto precisamente ha hecho a los ucranios más determinados a abrazar a Occidente. Estas palabras son duras, pero los ucranios ahora odian a Rusia, la ven como su enemigo mortal.
Únete para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
P. ¿Qué ha tenido más influencia en ordenar la invasión? ¿El orgullo herido? ¿La sensación rusa de amenaza por parte de la OTAN o el miedo a un contagio de revoluciones como la del Maidán de 2014 o la Naranja de 2004 en Ucrania?
R. No soy de los que piensa que detrás de la guerra haya primordialmente razones de política interna; creo que se trata de la voluntad de Rusia de controlar a Ucrania. Pero sí, otra razón es que Putin ve como una gran amenaza la independencia de Ucrania porque pone en entredicho su sistema de poder. Si Ucrania puede ser independiente y democrática, ¿por qué no puede ser Rusia democrática? Esto conecta con su preocupación ante la ampliación de la OTAN. Vieron la Revolución Naranja, la Revolución Bulldozer en Serbia [acabó en 2000 con la caída de Slobodan Milosevic] o la Revolución Rosa en Georgia [tras controvertidas elecciones en 2003] no solo como revoluciones internas, sino como movimientos geopolíticos de Occidente.
La actitud rusa hacia Ucrania es una clásica mentalidad imperialista
P. Su libro detalla las múltiples acciones de Rusia para influir en la política interna de Ucrania desde su independencia. ¿Esto es porque los rusos consideran genuinamente que tienen derecho a decidir el futuro de Ucrania?
R. Esto es así. Quizá deberíamos haber utilizado esta terminología antes, pero la actitud rusa hacia Ucrania es una clásica mentalidad imperialista. Es difícil justificar la acción rusa con la expansión de la OTAN porque Rusia ha intentado controlar a Ucrania desde antes de la ampliación de la Alianza; de hecho, desde hace siglos. ¿Hay alguien en Rusia que realmente crea que la OTAN atacaría a Rusia? No. Lo que les preocupa es que su imperio histórico, de Bielorrusia a Ucrania, lo pierdan para siempre. La OTAN sí era en parte una amenaza al imperio ruso, porque aceptó la adhesión de los países bálticos y ayudó a Ucrania.
P. En una entrevista en mayo con el Centro George Marshall, usted aseguraba que hubiera sido mejor para Kiev ceder a Rusia Crimea y los territorios separatistas de Donbás, en el este. Sin ellos, decía, Ucrania sería un país más alejado de posiciones prorrusas y más unido en su camino hacia Europa. ¿Por qué lo ve así?
R. Intento ser siempre un poco provocador. Lo que hizo Rusia en 2014 es dispararse en el pie porque, anexionándose Crimea y controlando partes de Donbás, sacó de Ucrania a los votantes que permitían que el país tuviera a presidentes como Víktor Yanukóvich o Leonid Kuchma, que eran más proclives a pactar con Rusia. Desde esta perspectiva, y no soy el único que lo ha planteado, Ucrania sería más proccidental sin este electorado. La política ucrania entre 2015 y 2022 ya lo asumía de alguna manera, porque no reconocían el control ruso en Donbás, pero aceptaban una ocupación rusa en el largo plazo; entendieron que mientras el conflicto estaba congelado, podían hacer muchas cosas que de otra manera no hubieran podido hacer.
P. En estos meses de guerra hemos constatado un cambio enorme entre la población de Donbás a favor de abrazar su identidad ucrania y romper con Rusia. ¿Esto da más razones a Kiev para reconquistar los territorios ocupados?
R. Sí, la gente de Donbás ya no es prorrusa. Esta guerra también ha cambiado la situación porque la invasión actual, después de haberse anexionado Crimea y controlado parte de Donbás, refuerza la tesis de que si hoy haces concesiones a Rusia, después, en 10 o 15 años, volverá a por más.
P. Kiev reitera que recuperar Crimea es un objetivo irrenunciable. En su libro queda claro que la península es para Rusia una línea roja. De hecho, Estados Unidos no quiere que sus misiles sirvan para golpear allí las posiciones rusas. ¿Ve posible que Crimea vuelva a Ucrania?
R. Es muy, muy difícil. Tampoco sabemos cuál es la opinión pública allí, si la población de Crimea recibiría a las tropas ucranias como ocupantes o como libertadores. Creo que su sociedad estaría muy dividida al respecto. Por otro lado, hay bastante gente en Occidente que en 2014 compró el argumento ruso de que Crimea es Rusia. También existe el miedo a la amenaza de que Moscú utilice armamento nuclear. Putin lo ha utilizado muy bien para evitar que EE UU aporte más armas a Ucrania. En la comunidad estratégica occidental, mucha gente piensa que Crimea es uno de los puntos que provocarían el uso de armas nucleares por parte de Rusia. Pero si la ofensiva ucrania continúa, habrá algún momento en el que EE UU se encontrará frente a estas líneas rojas. Y lo que quiere Putin es que en vez de negociar con Rusia, Ucrania y la OTAN tengan que negociar entre ellas.
Lo mejor para Ucrania no es un rápido acceso a la UE
P. ¿Es posible que Ucrania exista como Estado fuera de la Unión Europea? Tanto el presidente, Volodímir Zelenski, como el ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, defienden que Ucrania no puede estar mucho tiempo esperando para acceder a la Unión.
R. La UE es crucial para el futuro de Ucrania, pero discrepo con algunas cosas que han dicho Zelenski y Kuleba, porque lo mejor para Ucrania no es un rápido acceso. Lo mejor es que la UE pida a Ucrania cumplir altos estándares porque, siendo sinceros, el pasado ha estado marcado por una elevada corrupción y no siempre por las mejores prácticas democráticas. La UE ha sido extraordinariamente exitosa impulsando reformas en sus Estados miembros. Aunque si vemos a países como Hungría o Polonia, una vez eres miembro, los requisitos de la UE desaparecen. Pero si la UE acepta el ingreso de Ucrania tal cual, muchos de los problemas del país no se solucionarán.
P. ¿Cómo contempla que sean unas hipotéticas negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania?
R. Actualmente sería un suicidio político para el presidente de Ucrania abrir negociaciones que no sean para la total retirada de las tropas rusas, también de Crimea y Donbás. Pero habrá un momento en el que Occidente empezará a coaccionar a Ucrania para alcanzar un acuerdo de paz, por ejemplo, reduciendo el suministro de armas. Irónicamente, y pese a toda la ayuda dada, existe el peligro de que cuando todo acabe, surja en Ucrania un profundo resentimiento hacia Occidente.
P. ¿Cuándo se puede dar la situación en la que EE UU y la UE fuercen a Ucrania a sentarse en la mesa de negociaciones?
R. Estamos muy lejos de este momento. Pero suponga que alguien aparece con una propuesta de paz que diga que volvemos a la situación previa al 24 de febrero [cuando empezó la invasión], puedo imaginarme a mucha gente en Washington y en la UE aceptándolo como algo por lo que apostar. Esto provocaría que Zelenski abandonara la presidencia al día siguiente o en las próximas elecciones. Pero puede ser que tras un año más de guerra, los ucranios empiecen a estar cansados. Así es como acostumbran a acabar las guerras, con la gente tan casada que acaban aceptando cosas que al principio no habrían aceptado.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.