Un enorme ejemplar oscuro de pez luna dejó la semana pasada perplejos a los biólogos y pescadores en la almadraba de Ceuta. Había caído en las redes y antes de liberarlo, lo midieron, pesaron y extrajeron muestras de su ADN: casi tres metros de boca a cola y 3,20 de ancho. Intentaron pesarlo, pero la báscula no aguantó porque esta solo calculaba hasta los 1.000 kilos, que el pez sobrepasó con facilidad. Esta especie es el pez óseo más pesado del planeta y en España se han localizado muy pocos ejemplares en la última década, ninguno de estas dimensiones, según los expertos.
“Era muy excepcional porque rondaría las dos toneladas. Un ejemplar capturado en Japón que medía 2,7 metros llegó a pesar 2,3 toneladas. Es una especie pelágica difícil de estudiar, pero en las almadrabas sí se ven muchos”, explica Enrique Ostalé, coordinador de la Estación Biológica Marina del Estrecho de la Universidad de Sevilla y con sede en Ceuta.
La captura fue el pasado 4 de octubre, a escasos 500 metros de la costa ceutí, un paraíso para avistar especies como tortugas bobas y verdes, ballenas o delfines, debido a la corriente que procede del Estrecho. El buzo Sergio Guzmán se sumergió para peinar la captura de ese día y alertó del hallazgo a seis biólogos, que acudieron prestos a la llamada para analizar el animal. “Hace dos años vimos uno de más de 500 kilos, pero este era increíble”, resume el submarinista. Las redes de esta almadraba ceutí suelen capturar muchos ejemplares de pez luna, que se liberan de inmediato junto a otras especies, y el año pasado llegaron a levantar 572 ejemplares en una sola jornada. Ninguno con ese porte majestuoso, enigmático y desubicado, como recién salido de una pecera descomunal, que presentaba el animal de la semana pasada, de la especie Mola Alexandrini.
El pez luna, cuya denominación científica es Mola mola, es una especie en estado vulnerable —cuya población decrece, según la Unión Internacional Para la Conservación de la Naturaleza (UICN)— que surca las aguas templadas de los océanos de todo el mundo. “No se comercializa porque puede tener toxinas y se alimenta de organismos planctónicos, larvas de peces y medusas. Hemos visto muchos en la costa gallega porque van recostados sobre ellos mismos y llevan gaviotas que les desparasitan”, ilustra Eva Velasco, investigadora del Instituto Español de Oceanografía en Vigo. Velasco forma parte del proyecto Diversimar, una guía de especies marinas que gracias a la colaboración ciudadana permite identificar peces de gran tamaño cercanas a las costas de Galicia y el Cantábrico.
“Una de las dudas pendientes de resolver es averiguar por qué en las almadrabas de Barbate -al otro lado del Estrecho- caen muy pocos peces luna y aquí tantos, debido probablemente a las distribuciones por corrientes”, añade Ostalé, biólogo del grupo de investigación del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad sevillana y que estudia estos ejemplares desde 2018 junto al biólogo suizo Lukas Kubicek. Ambos investigadores han publicado un capítulo sobre esta especie en el libro Los peces luna del océano: evolución, biología y conservación. Ostalé es también el autor del vídeo submarino que refleja cómo el pez luna abandona con ritmo pausado la almadraba ceutí después de estar 15 minutos colgado de las cinchas sobre la cubierta de un barco para ser analizado por los científicos.
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