En un mundo paralelo, Gustavo Petro sería un cadáver público, nunca hubiera llegado a ser presidente de Colombia. La sanción e inhabilitación que le impuso un procurador lefebvrista cuando era alcalde de Bogotá hubiera acabado con su carrera y ahora no resulta fácil adivinar a qué se dedicaría un hombre que ha pasado la vida entera en la política. Pero nada de eso ocurrió porque intervino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un organismo de la OEA, que falló a su favor y le trajo hoy hasta aquí, hasta Washington, donde se verá mañana con el presidente Joe Biden en el ala oeste de la Casa Blanca.
Pero antes intervino en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, a la que le mostró una fe absoluta. “Les propongo rehacer la carta democrática y en el camino arreglar nuestras cuentas. Yo fui víctima de esa ruptura de esa carta cuando se me quitaron mis derechos políticos, pero que recuperé gracias a una sentencia. Por eso creo en este sistema”, dijo durante su discurso. Llegó con un traje gris y una cortaba azul a las instalaciones, donde lo recibieron con unas flores blancas.
Una de sus obsesiones es que Venezuela vuelva al sendero democrático, aunque pidió rebajar la presiones internacionales hasta alcanzar “cero sanciones” contra el chavismo. “Estoy luchando para que Venezuela reingrese al Sistema Interamericano de Derechos Humanos”, añadió sobre algo que le ha pedido más de una vez a Nicolás Maduro, que por ahora no ha mostrado ningún interés en hacerlo. Petro le ha recordado varias veces a Maduro que necesita regresar a la democracia liberal para normalizar la vida política venezolana y equipararla a las de la región. También mencionó una posibilidad que se antoja remota: “Deberíamos conversarlo con Cuba”.
Gustavo Petro, presidente de Colombia, durante la Sesión Plenaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Estados Unidos, el 19 de abril de 2023.CRISTIAN GARAVITO (PRESIDENCIA)
Hizo también una mención a Pedro Castillo, del que no se ha olvidado durante toda la gira norteamericana. El martes, en una conferencia magistral en la Universidad de Stanford, el escenario en el que Barack Obama habló dos años antes, dijo que el expresidente de Perú, depuesto y encarcelado por dar en televisión un autogolpe de Estado, se vio acorralado por “una crisis política”. “Lo acorralaron al extremo que dio esas declaraciones”, lo justificó y aseguró que la justicia iba a allanar su casa para detener a su esposa y a su hija.
Incidió esta vez en que Castillo perdió sus derechos políticos y que lo llevaron a la cárcel sin condenarlo. Considera que la CIDH debe ayudarlo, como le ocurrió a él en su día. Estas declaraciones generan mucha polémica, ya que el propio Castillo verbalizó su intención de cerrar el Congreso e imponer una autocracia. Castillo le ha escrito a Petro desde la cárcel para que le ayude a través de su abogado argentino, Guido Croxatto. En Perú hay una corriente que le pide al presidente colombiano que como miembro de la Alianza del Pacifico (que compone junto a Perú, México y Chile) presente una petición directa ante la CIDH. En esa batalla legal le podrían acompañar el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el chileno Gabriel Boric.
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Petro estuvo enérgico y decidido en su intervención, en el día de su 63 cumpleaños. El propio secretario general de la OEA, Luis Almagro, lo calificó de uno de los políticos más influyentes del mundo. El mandatario colombiano Iba a reunirse con la histórica Nancy Pelosi, pero el encuentro fue reprogramado al jueves, horas antes de entrar por la puerta de la Casa Blanca para encontrarse con Biden. El presidente colombiano quiere que el estadounidense le ayude en la construcción de la paz en su país con un cambio en el paradigma de la lucha contra las drogas. Desea un enfoque menos beligerante y más humanista después de años de militarización que no han frenado el tráfico de drogas. Es más, ahora mismo los cárteles son más poderosos que los propios estados en algunos países.
Este ha sido el tercer día de gira por Estados Unidos de Petro. La acordó con Biden hace un mes a través de una llamada telefónica. El colombiano le dijo al otro lado de la línea: “Tengo que comentarle un asunto sobre Venezuela”. Biden y Petro también abordarán la crisis venezolana, que intentarán salvar para que el año que viene se celebren elecciones presidenciales con un mínimo de garantías. Caracas considera que Washington no ha cumplido con sus promesas que se hicieron durante la negociación en Ciudad de México, y el equipo de Biden, a su vez, desconfía por naturaleza de las ganas del chavismo de democratizarse.
Petro arrancó su visita con una intervención en la ONU, en Nueva York, donde habló de la crisis climática y la necesidad de salvar la selva amazónica. Voló a San Francisco para la charla en la Universidad de Stanford, en Palo Alto, donde habló del mismo tema. Ha vuelto a cruzarse el país para aterrizar en Washington, la capital política del mundo. A lo largo de su vida ha mostrado un profundo antiamericanismo, pero es consciente de que sin la ayuda de Estados Unidos no podrá llevar a cabo la paz total, el proyecto de rendir a todos los grupos armados del país. La Casa Blanca tiene la llave.
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