PHotoESPAÑA 2019


Hace 30 años, mi amigo Alberto Anaut entrevistó al gran Cartier-Bresson para una pieza a publicarse en las páginas de este diario. La sola narración en el recuerdo de Anaut vale una crónica aparte o bien, podría ser pretexto para un cuento: el genio de la lente lo citó en un bistrot o café en blanco y negro, en una calle anónima de París quizá con una llovizna imperceptible para edulcorar la escena y al fondo, de lejos se escuchaba el eco del último resuello de un acordeón descompuesto. A la hora pactada para el encuentro, no llegó Cartier-Bresson sino una mucama española que había bajado de la casa del fotógrafo para acompañar al entrevistador. La entrevista es una de las varias joyas que le debemos a Alberto Anaut, donde no tuvo empacho en mencionar a la mucama española y el mise-en scéne entrañable de una entrevista con una leyenda viviente y para hoy quiero citar la frase que quizá más me ha impactado de la anécdota: Cartier- Bresson le dijo a Anaut que “hay muchos chóferes de camiones por el mundo, pero no todos son corredores de autos… y lo mismo pasa con tantos que tienen cámara y no son fotógrafos de verdad”.

Algo de eso se ha filtrado en la cabeza de muchos desde que vivimos en un mundo donde parece que todo mundo (valga la redundancia) tiene cámara. Más allá del fenómeno inimaginable de que los teléfonos fueran móviles (o celulares), parece casi inexplicable que la mayoría de los teléfonos sean además cámaras de vídeo o milagrosas lentes de finísima resolución en las imágenes que captan a colores o en blanco y negro, en recuadros difuminados o cuadros a la Warhol o en cámara lenta o en gran angular con solo mover la yema de los dedos.

Pienso hipnotizarme con las fotografías de Nacho López y quizá, en un descuido, logre tomarme una selfie

Dicho esto, vivimos hoy en un mundo donde todo mundo toma fotos y muy pocos photografías; es decir, abundan las instantáneas de platillos raros de comida, perritos que parecen sonreír, paisajes insulsos o primos olvidados: fotos de todo y de todos, de los pies y de un tío fumando, de las calles anónimas y de famosos que pasan al vuelo, pero photografías que respeten la hermosa etimología griega de la palabra PHOTO que conjuga la raíz de luz con la chispa de un brillo hay muy pocas y dependen del criterio con el que se encuadran, como el que se conjuga en una tertulia de entendidos que nos ayudan a entender lo que de veras es fotografiar al mundo.


Todo este rollo –no fotográfico—ha sido escrito para celebrar la 22ª edición del Festival Internacional de fotografía PHotoEspaña 2019 que llenará de luz Madrid entre el 5 de junio y el 1 de septiembre. Se trata de una explosión ecuménica de imágenes en 85 exposiciones y 296 autores; una maravilla para la mirada en donde el Instituto de México en Madrid albergará una digna muestra del gran trabajo fotográfico del periodista Nacho López. Es una exposición de la Ciudad de México, de su hinchazón poblacional y de sus grises amorosos, sus luces envueltas en sombras y el inspirado piropo callado (hoy políticamente incorrecto) de una mujer que pasa por en medio de una fila de machos mirones, como clones de la mujer de la Vespa que recibe el torrente de improperios en una esquina de Roma… y así, declaro que pienso hipnotizarme con las magníficas fotografías de Nacho López y quizá, en un descuido, logre tomarme una selfie nomás para evocar el recuerdo indeleble del gran Cartier-Bresson y darle un abrazo a Anaut, que se desvive año con año con el magnífico equipo encomiable que hace posible PHotoESPAÑA, el mejor festival de fotografía que en realidad apela a todos los sentidos.


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