La ONG Human Rights Watch (HRW) urgió este lunes a investigar la actuación de la policía de Indonesia, que lanzó botes de gas lacrimógeno y usó la fuerza para dispersar a miles de aficionados en el interior de un campo de fútbol el sábado, en unos disturbios que terminaron con al menos 125 muertos.
“Todos los responsables deben rendir cuentas por este desastre, independientemente de su estado o posición”, reclama el subdirector para Asia de HRW, Phil Robertson, al pedir al presidente indonesio, Joko Widodo, una “investigación independiente e imparcial para llegar al fondo de esta tragedia”.
Robertson precisa que sería “insuficiente” con las pesquisas de la Policía Nacional y la Asociación de Fútbol de Indonesia porque “pueden verse tentados a restar importancia o socavar la plena responsabilidad de los funcionarios involucrados”.
El representante de HRW insta incluso a la FIFA -máximo organismo de fútbol mundial- a “realizar su propia investigación y emitir un informe público de sus hallazgos sobre lo sucedido, que debería incluir recomendaciones detalladas sobre cómo prevenir otro desastre horrible como este en el futuro”.
Las autoridades llegaron a informar de que 174 personas murieron en la tragedia, pero la noche del domingo rebajaron la cifra a 125 debido a “un error en el registro” en los hospitales que atendieron a las víctimas.
La rabiosa multitud embistió contra los policías y destrozó diversas infraestructuras del centro deportivo, así como una quincena de vehículos, en un brote de violencia que fue calificado por la policía como “anárquico”.
Los agentes de seguridad respondieron con gas lacrimógeno en un intento de frenar los ataques, lo que hizo cundir el pánico entre los aficionados y provocó una estampida.
La mayoría de las víctimas sucumbió por razones de asfixia, traumas o pisoteados, según indicaron fuentes hospitalarias.