Problemas sexuales que no se confiesan

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A la hora de hablar de cualquier tema que tenga que ver con la sexualidad, siempre nos apetece aparecer como los mejores amantes del mundo. Pocos reconocemos nuestras limitaciones, fallos o dudas. Como si la salud sexual se pudiera tomar en grageas. A los hombres se les presupone virilidad, ganas y potencia. Y a las mujeres se nos presupone que siempre querremos complacer a los hombres, ocurra lo que ocurra. Siento comunicarles que ni unos ni otras damos la talla. Ni ganas. Pero mientras a las mujeres se nos presupone siempre cierta tendencia a no querer saber nada del sexo (existen, seguro), a los hombres, de serie, se les exige actuar como auténticos amantes de telenovela.
Precisamente, este es el problema. Bastaría que tuviéramos la capacidad para hablar de nuestros asuntos relativos al sexo para que mejoráramos nuestras relaciones sexuales y, también, nuestras expectativas. La salud sexual implica que cabeza y cuerpo se benefician de los conocimientos en la materia que tengamos y mejoran nuestra relación con nosotros mismos y los demás. En sexo y afecto no se nos educa. Y eso nos pasa factura.”No dar la talla” es lo que más preocupa a muchos hombres”, explica el andrólogo Eduard García Cruz. “Esta sensación de que no van a ser tan buenos amantes como se espera de ellos hace que el sexo pueda ser un problema para muchos, cuando no lo es. Bastaría con verbalizar lo que les ocurre para que un profesional eliminara su problema”, afirma. Hemos fabricado los modelos perfectos para todo: de madre, de padre, de amante, de esposa, de esposo… En su blog, Eduard García Cruz trata todos los temas posibles en cuanto a las amarguras sexuales masculinas. Y, como nadie quiere confesarlas, lo ha llamado con un título muy significativo, Tengo un amigo que… Y explica:  “Normalmente, cuando me preguntan cosas sobre su sexualidad, argumentan que su problema lo padece un amigo”.
El concepto de masculinidad reinante tiene mucho que ver con el comportamiento de los hombres respecto a sus carencias sexuales. Uno de cada cinco hombres tiene problemas de disfunción eréctil, algo que sube a uno de cada dos a partir de los cincuenta años. ¿Cuántos hablan de este problema? “La mayoría de los hombres, prosigue García Cruz, no hablará de ello. Será capaz de obviarlo en sus visitas al médico y, excepto con su pareja (por motivos obvios), puede que nadie lo sepa. A veces cuesta mucho que un hombre sin un cuadro médico previo que lo justifique, como ocurre después de un cáncer de próstata, diga, a la primera, que tiene un problema de disfunción eréctil. Algo que ocurre con una frecuencia como para que lo habláramos con naturalidad”. Silenciar este problema no ayuda. Al contrario. Lo magnifica.

El blog del andrólogo Eduard García Cruz.

“En muchos hombres adultos, la masculinidad tradicional nos ha marcado tanto que nos ha sumergido en una continua sensación de infelicidad y sufrimiento constante, que durante mucho tiempo y no hemos sabido detectar, pero que, sentimos, lo ha inundado todo”, aclara Víctor Sánchez M. López, técnico promotor de igualdad y uno de los responsables de Diálogos masculinos. “Algunos hemos sabido detectar tarde y mal (y le estamos poniendo remedio como podemos); otros, me temo que no. Pero saben que hay algo que no está bien. Hay otros que vivirán, perfectamente, adaptados a ese papel asignado. Lo que se traduce en una infelicidad constante”. Como señala Sánchez, este es uno de los trucos del juego: la insatisfacción que se genera por no seguir las pautas que determina esta sociedad: “Que cada cual se mire en el espejo, mire hacia dentro con la suficiente profundidad y se pregunte cómo de contento se siente con su vida. Es así de sencillo”.
¿Se puede solucionar? Sí. Necesitamos una educación integral, emocional y afectiva, desde edades muy tempranas que enseñe a nuestros hijos a concebir el sexo desde parámetros mucho menos falocéntricos e individualistas. Pero ¿y los adultos? “Lo mejor que podemos hacer es hablar de la sexualidad tan limitada y limitante que muchos de nosotros hemos vivido”, sentencia Víctor Sánchez. “Cuanto más hablemos de ella, más romanticismo le restaremos a esa imagen estereotipada de hombre poderoso, sexi, follador, malote, violento y carente de cualquier tipo de emoción afectiva (en la cama). Necesitamos más visibilidad y diversidad de otras formas de entender la masculinidad, la sexualidad y los afectos. Importar los cuidados de los que tanto tiempo llevan hablando desde el feminismo, y meterlos en la cama”, subraya.
La primera solución para cualquier problema pasa por reconocer ese problema. No hacerlo conseguirá que sigamos engañándonos a nosotros mismos y, por ende, que no consigamos solucionarlo. Caballeros, hablemos de sexo. Arreglémoslo, por favor.

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