EL PAÍS

Putin degrada al máximo responsable militar de la guerra en Ucrania tan solo tres meses después de nombrarlo


Serguéi Surovikin, a finales de octubre en Moscú.RUSSIAN DEFENCE MINISTRY PRESS S (EFE)

Cuando el sector más radical ruso se felicitaba por los avances de sus tropas en la localidad ucrania de Soledar, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, ha dado este miércoles un golpe sobre la mesa y ha relevado al valorado Serguéi Surovikin por el criticado Valeri Gerásimov como jefe único de las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania. Este cambio ha provocado críticas y sucede apenas un día después del ascenso de otro general que ha sido abiertamente reprobado por el ala ultranacionalista del Kremlin, Alexánder Lapin, acusado de regalar la ciudad de Limán durante las debacles de otoño en el frente. Este baile de sillas reafirma la disensión interna dentro del alto mando ruso, mientras la compañía de mercenarios Wagner hace la guerra y se atribuye las victorias por su cuenta.

A la izquierda un soldado ucranio dispara un obús en Soledar, y a la derecha aparece un militar de Ucrania en la frontera con Polonia. Foto: Reuters | Vídeo: EPV

Gerásimov (Kazán, 67 años) es también el jefe del Estado Mayor ruso, y sobre él y Shoigú han recaído las mayores críticas por la fallida planificación de la guerra. El Kremlin esperaba una campaña rápida, pero la ofensiva anunciada por Putin por tierra, mar y aire el 24 de febrero va camino de cumplir un año y el general pasó todos estos meses en un discreto segundo plano.

El Ministerio de Defensa ha justificado la reorganización del alto mando “con la expansión de la escala de tareas a resolver, la necesidad de organizar una interacción más cercana entre las distintas ramas de las Fuerzas Armadas y la mejora de la eficacia de mando y el control de las agrupaciones de combate”.

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Gerásimov ejercerá ahora como máximo responsable de las fuerzas combinadas que combaten en Ucrania, y tendrá como segundos al general Oleg Saliukov como comandante en jefe adjunto de las fuerzas terrestres, al coronel general Alexéi Kim como subjefe del Estado Mayor General y al propio Surovikin como comandante adjunto de las Fuerzas Aerospaciales.

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Las disensiones son notables en el seno del alto mando. El dueño de la compañía de mercenarios Wagner, ahora nutrida también con miles de reclusos a cambio de la promesa de sus indultos, ha anunciado la conquista de Soledar, en la provincia de Donetsk, mientras el Ministerio de Defensa ruso y el Gobierno ucranio aseguran que aún continúan los combates. El empresario Yevgueni Prigozhin, enfrentado a Shoigú por la pérdida de contratos con el ejército, dijo este martes que la ciudad está bajo control gracias exclusivamente a sus fuerzas: “Quiero enfatizar que en el asalto a Soledar no participaron más unidades que los combatientes de Wagner”, afirmó el servicio de prensa del conocido como Chef de Putin, quien difundió además un vídeo de su supuesta visita a una de las minas que ambiciona poseer en la zona.

Por su lado, el portavoz del Ministerio de Defensa ruso no hizo ninguna mención a Wagner en su parte diario y redujo a apenas un párrafo la importancia de ese avance, el primero notorio de Rusia en medio año. “Las unidades aerotransportadas han bloqueado Soledar al norte y al sur de la ciudad. Las Fuerzas Aeroespaciales rusas atacan los bastiones enemigos y los escuadrones de asalto luchan en la ciudad”, fue el escueto comentario sobre esa batalla.

Gerásimov sucede a Surovikin, cuyo nombramiento en octubre como jefe único de las fuerzas rusas en Ucrania había sido recibido con aplausos por el sector más ferviente de la guerra. Las tropas acababan de ser expulsadas de la región de Járkov por el ejército ucranio y estaba a punto de ser liberada la parte occidental de Jersón. Surovikin era entonces responsable de la aviación rusa y había sido un firme defensor de los bombardeos contra la infraestructura civil en Siria, como replicaría posteriormente en Ucrania. Además, tenía experiencia previa en otros conflictos: desde los combates de Chechenia a la represión de las protestas por el golpe de Estado de la cúpula soviética en 1991. Para la aviación era un botas, el apodo con el que se refieren en la fuerza aérea rusa a los oficiales de tierra que llegan al cuerpo.

Valeri Gerásimov, en diciembre en Moscú.SERGEY FADEICHEV (AFP)

Prigozhin y el presidente de Chechenia, Ramzán Kadírov, bendijeron el nombramiento de Surovikin tras machacar a críticas a otro comandante, Alexánder Lapin, por la pérdida de Limán. El líder checheno calificó a este último de “mediocre” semanas antes de que Surovikin organizase la retirada ordenada de la ciudad de Jersón, aunque esta última fue justificada por todos por ser considerada una plaza insostenible.

Bombardeo de Año Nuevo

Con Surovikin al frente se habían suavizado las críticas contra el alto mando, salvo por el bombardeo de Año Nuevo en Makiivka que costó la vida de decenas o cientos, de movilizados, según la versión rusa o ucrania. Sin embargo, los nuevos nombramientos han supuesto un jarro de agua fría para el ultranacionalismo. Lapin, que había pasado a segundo plano hace apenas tres meses, ha sido nombrado ahora por Shoigú como máximo responsable del ejército de tierra ruso, mientras que Surovikin da un paso atrás en su proyección al mando.

Fuentes en presidencia del periódico digital Meduza aseguraban en octubre que a Putin “no le interesa realmente que ningún general gane demasiada popularidad en la guerra”. Ahora, el Kremlin ha mantenido distancia respecto a estos relevos. “Hay decretos presidenciales abiertos y hay decretos presidenciales clasificados como secretos. Entre los decretos publicados no hay nada”, ha respondido este miércoles de forma críptica el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, sobre el ascenso de Lapin.

“Surovikin ha sido degradado a comandante adjunto. Cuántas esperanzas tenían los ‘patriotas’… Y resulta que su misión era rendir Jersón”, ironizaba el periodista independiente Dmitri Kolezev en Twitter.

El analista Mark Galeotti escribió en Twitter que este movimiento podría implicar que Putin “tiene otra vez expectativas irreales”. Según el experto en Rusia, el mensaje del Kremlin es que cree posible reanudar una campaña a gran escala al justificar el relevo con la dimensión de las fuerzas. Según Galeotti, “es la confirmación de que vienen ofensivas en serio” y, quizás, nuevas olas de movilizaciones.

Uno de los analistas proguerra rusos, Borís Rozhin, hacía hincapié en su canal de Telegram que esta reorganización “es un intento de evitar la actual duplicidad de mando”, aunque destacaba que la concentración de poder en Gerásimov, que tendrá subordinadas a él las unidades que combaten en Ucrania al mismo tiempo que es jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, “no tiene precedentes”. “Será personalmente responsable del éxito de la operación. Si esto será útil para la causa, lo sabremos muy pronto…”, advertía sobre el militar.

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