Regent’s Canal a otro ritmo

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El londinense barrio de King’s Cross está marcado por su estación de tren, una suerte de microcosmos donde los ejecutivos con maletín que se dirigen al Eurostar se mezclan con hordas de chavales disfrazados con los colores de Gryffindor haciéndose fotos en el andén 9¾. Pero quien se aventure a explorar por sus alrededores se topará con uno de los mayores proyectos de regeneración urbana de la ciudad y, en concreto, con uno de sus hitos más recientes: el centro comercial Coal Drops Yard, inaugurado en octubre en un espacio repleto de historia. A mediados del siglo XIX, aquí se descargaban cada año ocho toneladas de carbón que llegaban en tren desde el norte de Inglaterra y se repartían en carros para abastecer Londres. Más de un siglo después, en la década de 1990, estos almacenes victorianos caídos en desuso se convirtieron en el escenario de épicas —y generalmente ilegales— raves y en el epicentro del clubbing londinense, con locales —hoy cerrados— tan icónicos como The Cross, The Key o Bagley’s (rebautizado Canvas tras un tiroteo), donde Prince celebró la afterparty de su gira Act II en 1993 y The Rolling Stones o Madonna rodaron videoclips.
Tiendas, talleres y tacos
Una cuidadosa restauración firmada por el estudio de Thomas Heather­wick (autor del nuevo campus de Google en California o del novísimo mirador The Vessel en el Hudson Yards de Nueva York) ha unido los dos edificios de ladrillo y hierro fundido con sendos tejados ondulados recubiertos de pizarra, convirtiendo el complejo en el nuevo destino de compras de Londres. Sus arcos albergan unos 50 comercios de creadores emergentes, cosmética nicho, velas artesanas o gafas a medida, estudios de mobiliario y firmas de lujo como Paul Smith. Está concebido como un lugar de encuentro donde, compres o no, puedes realizar un taller de arreglos florales, visitar una exposición de fotos, fabricar tu propia lámpara en el estudio de Tom Dixon y probar los tacos gloriosos de Casa Pastor o la cocina de la premiada chef Pip Lacey de Hicce (ubicado en la concept store Wolf & Badger).


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El mercado de comida callejera KERB, en el barrio de King’s Cross (Londres).  alamy

1.080 chorros coreografiados
En el vibrante N1C (el nuevo código postal que le han adjudicado a la zona) hay mucho que ver y hacer. El centro de visitantes de King’s Cross propone tours guiados para entender la metamorfosis que ha experimentado el que hasta hace no tanto era un barrio degradado de dudosa reputación. El corazón del proyecto de regeneración es Granary Square, la plaza que desde 2011 alberga la sede de la reconocida escuela de moda Central Saint Martins. Y su principal atracción son sus fuentes de colores: 1.080 chorros coreografiados que en los días de calor se transforman en una piscina urbana improvisada, y que cualquiera puede controlar desde su teléfono móvil entre las cuatro y las cinco de la tarde a través de la aplicación Granary Squirt. Tras el chapuzón en las fuentes se impone un paseo por el Regent’s Canal, donde, además de contemplar las coloridas barcazas —algunas convertidas en casas—, hay dos paradas imprescindibles: la librería flotante Word On The Water, una embarcación de los años veinte con libros nuevos y usados y recitales de jazz y poesía, y el London Canal Museum, que explica la historia de las vías fluviales de la ciudad.

Las zonas verdes del barrio
Entre las zonas verdes de King’s Cross destaca el Gasholder Park, un césped circular rodeado por la estructura de un antiguo gasómetro victoriano y por una hipnótica instalación de espejos. O el tranquilo Lewis Cubitt Park, en cuya cima se ha instalado el Skip Garden (abierto de 10.00 a 16.00, de martes a sábado), un jardín comunitario donde cultivan frutas y verduras, ofrecen talleres de cerámica o cursos de yoga y cuentan con un café vegetariano con productos orgánicos. Y en 2020 reabrirá el parque natural de Camley Street, con su mirador flotante Viewpoint.

Con un puñado de puestos y food trucks que van rotando, KERB (de 12.00 a 14.00, de miércoles a viernes, en Granary Square) es un paraíso de la comida callejera. De viernes a domingo, el cercano mercadillo cubierto Canopy Market toma el testigo con sus tenderetes de ostras, sándwiches de queso a la plancha (cuidado, son adictivos) o cerveza artesana, y sus puestos de artesanía o joyas vintage. Justo al lado está House of Illustration, un museo dedicado a la ilustración y las artes gráficas que fundó el mítico dibujante británico Quentin Blake en 2014.
Un fresno fantasmagórico
El recorrido no puede dejar de lado la St. Pancras Old Church, cuya visita merece la pena no solo por la propia iglesia de origen medieval, sino sobre todo por su jardín-cementerio, donde se eleva el increíble Hardy Tree, un fresno de aspecto fantasmagórico cuyas raíces están totalmente cubiertas de lápidas. Las colocó en la década de 1860 Thomas Hardy, quien antes de escritor fue arquitecto, cuando la instalación de las vías ferroviarias obligó a trasladar parte de las tumbas del camposanto. Otra buena prueba de que los fantasmas del pasado siguen dotando de carácter a la especialísima atmósfera de este barrio.
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