Anda convencido Koeman de que puede contradecir al dicho de que nunca las segundas partes fueron buenas. El club le ha traído a su ojito derecho (Memphis, que será presentado este jueves), cuenta con un delantero centro como el Kun y un central como Eric García que abrocha al equipo. Argumentos para afrontar el curso con todas las aspiraciones deportivas, por más que los enredos económicos salpiquen al vestuario, exigidos ahora los veteranos a rebajarse el sueldo para aligerar la masa salarial y que el Barça pueda adaptarse al Fair Play financiero. Un tema peliagudo por resolver antes de que ruede la pelota. Y ya lo hace en los amistosos, como en el estreno ante el Nàstic de Tarragona [dos categorías más abajo y un triunfo por 4 a 0], donde el técnico corroboró que Riqui quiere jugar más, que a Demir hay que seguirle la pista y que late La Masia del mismo modo que falta el gol, por más que Manaj hiciera un hat-trick, ya con el rival en inferioridad.
Koeman no tenía demasiado para elegir en su vuelta al 4-3-3. Faltan por regresar los internacionales que acabaron más tarde (Messi, Kun, Alba, Busquets, Braithwaite, Emerson, Araujo) junto a los olímpicos (Pedri, Eric García y Mingueza), al tiempo que se quedaron sin citar los recién llegados Memphis, Lenglet, Griezmann y De Jong. Aunque el holandés decidió poner a todos los que le quedaban del primer equipo en el once (Neto, Dest, Piqué, Umtiti, Sergi Roberto, Pjanic y Riqui Puig), la primera ocasión en la que se podían encontrar sobre el césped.
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Entre ellos también estaba Yusuf Demir, imberbe de 18 años que llega cedido por el Rapid de Viena para el filial -con una opción de compra por 10 millones-, extremo que tenía ofertas pero que siempre tuvo el Camp Nou en el entrecejo. Zurdo elegante, de arranque fuerte, con quiebro útil y gatillo fácil, tardó poco en ofrecer su tarjeta de presentación, un disparo desde la frontal que no pudo con el portero. El pase fue de Riqui Puig, frontera indispensable para cualquier ataque del Barça ante un Nàstic que jugó a correr, bien detrás de la pelota o bien a la contra, casi siempre gobernado por un rival que tenía en el balón a su mejor amigo al tiempo que andaba a la gresca con la portería contraria. Probó un segundo disparo Demir, aunque este no superó al defensor, y un tercero que el meta despejó como pudo. Tampoco atinó Dest, demasiado alto. Pero el que la tuvo fue Sergi Roberto por dos veces, una con la derecha y otra de cabeza, ambas bien despejadas por el portero Manu García.
Fue un partido para que Riqui expusiera su fútbol e insistiera en su idea de hacerse un sitio en el once, al final decisivo porque robó el balón que costó la tarjeta roja a Quintilla (minuto 39) por hacerle falta cuando solo le quedaba encarar al portero. Fue un choque para que Umtiti pusiera a prueba su rodilla y se vendiera porque sabe que no cuenta con la confianza de Koeman, igual que Pjanic, este con más mercado, sobre todo en Italia. Fue un duelo para que Sergi Roberto recupere sensaciones tras un año peleado con las lesiones; además de para que Dest disfrutara con las carreras por el costado, todavía mal definidas. Fue un encuentro para que Balde, todavía con 17 años pero con mucha energía para comerse la banda, tome notas como recambio de Alba; también para que los atacantes Peque y Escobar paladearan la titularidad con el primer equipo.
Con el segundo acto llegó otro equipo, todos del filial o juveniles, la ocasión para algunos de pedir turno como hicieron Mingueza e Ilaix en el curso anterior. También fue un fútbol de balón atado a los pies donde destacó la sobriedad de Ramos Mingo, el criterio de Matheus, la finura de Collado y la clase de Gavi. La puntería, en cualquier caso, la solucionó Rey Manaj, que recibió en el lateral del área chica, se giró y pegó con fiereza para enviar el balón al larguero y después a la red. Éxito que repitió tras un centro de Abe y que demuestra que se le queda pequeño el filial, al punto de que tiene ofertas desde la Primera de Portugal. “Estoy contento y trabajo al máximo. No sé que pasará”, resolvió el delantero albanés con una sonrisa y con el balón en los brazos. Entre medio, le copió Collado, afortunado porque su chut desde fuera del área lo tocó un defensa y de ahí fue a gol.
Primera toma de contacto para el segundo Barça de Koeman con gotas de talento por eclosionar en el Camp Nou y la certeza de que se aguarda al gol con los brazos abiertos.
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