Robo al furgón de los Pujol: los ladrones buscaban los Rolex

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Los ladrones calcinaron y abandonaron la furgoneta tras robar 25 relojes de alta gama.
Los ladrones calcinaron y abandonaron la furgoneta tras robar 25 relojes de alta gama.

Carlos espera, al volante de una Fiat Ducato de la empresa, que el semáforo le dé paso. Son las 19.45 y está a pocos metros de su destino: el almacén de MRW a la entrada de Vallecas. Allí tiene previsto depositar los 369 paquetes que ha recogido esa tarde en el centro de Madrid: tiendas de ropa, perfumerías, joyerías, librerías, El Corte Inglés, la Asociación Española de Pediatría y hasta el despacho de una procuradora de los tribunales. Pero, cuando el disco se pone en verde, un todoterreno negro aparece de la nada, se atraviesa bruscamente frente a la furgoneta y le barre el paso.

“Bajaron cuatro con el rostro tapado por pasamontañas. Llevaban revólveres. Uno se puso al lado de mi ventana y otro al lado de la del copiloto, apuntándome con las armas. Empezaron a golpear con fuerza las ventanillas y a gritar para que abriera. Me puse muy nervioso. Cuando abrí, me arrastraron fuera y me dijeron que me pusiera de espaldas. Uno subió a la furgoneta y los otros tres al todoterreno. Y les perdí de vista”, declarará Carlos a la policía. El conductor aseguró que ignoraba el contenido de todos los paquetes, pero precisó que había “relojes de alta gama”, porque los había recogido en una joyería del barrio de Salamanca.

El atraco a mano armada a la furgoneta de MRW ocurrió el 23 de noviembre de 2020. Pero no trascendió hasta un año después, cuando el caso ya se había archivado sin que ninguna pista hubiese conducido a los ladrones. El suceso se planteó entonces como un robo a los Pujol, porque el vehículo transportaba entre otras cosas 35 dispositivos -móviles, ordenadores, discos duros, lápices de memoria- que la Audiencia Nacional acababa de devolver a la familia de Jordi Pujol, procesada por la fortuna oculta en Andorra.

Tres días antes del robo, el juzgado que instruye el caso Pujol aceptó entregar los dispositivos a la familia porque ya dispone de una copia de todo el contenido en la nube y conservarlos sería inútil. Una procuradora los guardó en su despacho de la calle de Velázquez hasta que Carlos los recogió para llevarlos al almacén de MRW, desde donde partirían hacia el despacho de Cristóbal Martell, abogado de los Pujol, en Barcelona.

Los Pujol vieron en el asalto a la furgoneta la mano de las cloacas del Estado, cuyas maniobras para descubrir los trapos sucios de la familia son de dominio público. Lo sospechan, entre otras cosas, por la rapidez y profesionalidad de los asaltantes, que golpearon en un punto ciego. Pero ningún dato de la investigación judicial abierta por el robo, a la que ha accedido EL PAÍS, apunta a esa hipótesis sino a una verdad más prosaica: los ladrones buscaban los 25 Rolex que Carlos había recogido en una tienda de la calle Serrano, uno de los puntos de su itinerario a escasos 500 metros del despacho de la procuradora. El valor de los relojes, que iban a ser entregados a los compradores en distintas partes de España, asciende a 125.000 euros, según dijo ante la policía un responsable de la marca.

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La investigación no sirvió para atrapar a los ladrones. MRW activó la geolocalización de una agenda electrónica que llevaba incorporada la furgoneta, pero los ladrones se habían desprendido de ella en su huida. La Policía nunca dispuso de imágenes de cámaras de vigilancia y ni siquiera llegó a saber qué coche usaron para huir. El rastreo de datos de las antenas de telefonía en tres puntos por los que se sabe que pasaron no dio resultados. “Todas las gestiones fueron infructuosas”, concluyó la policía, lo que llevó a la jueza a archivar la causa -investigada como un robo con violencia e intimidación con arma de fuego- por falta de autor conocido. Los agentes sí encontraron parte de la mercancía, dispersa.

Unos días después del robo, en una calle de Getafe, hallaron la Fiat Ducato calcinada y, a su alrededor, “paquetes desperdigados por el suelo”, incluidas bolsas de El Corte Inglés. En otro escenario -un camino de tierra junto a la autopista de circunvalación M-45- aparecieron cinco bultos de Rolex… vacíos. Lo que lleva a la Policía a una conclusión: “El objetivo principal era la sustracción de los relojes Rolex”, dice en uno de sus informes, que apunta a una preparación minuciosa del golpe. “Tenían una información privilegiada y detallada del valor de la carga transportada, de la ruta y de la furgoneta que lo realizaba”.

Los dispositivos de los Pujol jamás fueron encontrados en ninguno de los escenarios. La familia ni siquiera aparecería mencionada en la causa de no ser porque se personó como perjudicada. Lo hizo después de que su abogado recibiera una carta de MRW en la que le pedía disculpas, le informaba de que la furgoneta había sufrido una “incidencia durante su entrega” y le alertaba de que los paquetes debían darse “definitivamente por extraviados”.

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