Tras un descanso de una semana en el que Rocío Carrasco concedió su entrevista más deseada, en la que desengranaba los detalles de los primeros siete capítulos de su docu-serie, este miércoles el formato ha vuelto a la pequeña pantalla. Tras conocerse el contenido del nuevo episodio, se entendía que la hija de Rocío Jurado necesitase un pequeño parón y es que en estos algo más de 90 minutos, se ha narrado el cambio de actitud de Rocío Flores y el cómo llegó a convertirse en una extraña para su madre.
El programa ha comenzado donde se quedó el pasado 14 de abril, tras la muerte de Rocío Jurado y la apertura de su testamento. Un documento que ‘La más grande’ cambió en el último momento y a espalda de los suyos. Lo que dejó escrito la artista no gustó a todo el mundo, pues mientras que a Carrasco la nombró su ‘heredera universal’, a sus dos nietos decidió no dejarles nada. “Era su última voluntad y consideraba que no debía dejárselo”, ha justificado su hija sobre esta decisión.
En el momento de la muerte de su abuela, Rocío Flores apenas tenía 9 años, pero ya ahí comenzó un cambio de actitud que la empresaria ha ido narrando acompañándose de recuerdos dolorosos. “Ese día me doy cuenta de que en ella ha cambiado todo. En ese momento ella es otra víctima ‘de’”, ha dicho la protagonista con respecto a su reencuentro tras cuatro meses separadas.
Con el paso del tiempo, ha contado Carrasco, la actitud de su hija fue empeorando, convirtiéndose en una joven agresiva con ella a quien llegaba a culpar de la enfermedad de su hermano David. Pero no solo eso, tampoco aceptaba su autoridad, haciendo más caso a su padre y a Olga Moreno. En cierto momento, Rocío ha recordado que su hija, con 13 o 14 años, llegó a casa con el cuello lleno de collares de cuero y le pidió que se los quitase por miedo a que jugando se pudiera hacer daño. La joven hizo caso, sí, pero tras regresar de una quincena con Antonio David había vuelto a llevarlos. “Me ha dicho Olga que qué mala madre eres, que no me dejas ponerme collares”, ha asegurado que le dijo. Los desafíos continuaron, aumentando conforme Rocío iba creciendo.
La traición tras la petición
Fue más tarde cuando se produjo otro episodio traumático, durante un ingreso médico del pequeño David, que tiene lugar en medio de unas navidades y del que ella se entera días más tarde. ¿El motivo? Nadie la había avisado. Ya conocedora del tema y en Málaga junto a su pequeño, la hija de Pedro Carrasco aprovecha que en el centro médico está su exmarido y su actual mujer para pedirles un favor, hacer piña para que la actitud de Rocío Flores para con ella cambie. “Lo único que os pido es que no me vendáis delante de mi hija, que no le contéis a la niña que yo os he contado esta actitud”, ha explicado que les pidió.
Sin embargo, la demanda de Rocío Carrasco se fue con el viento. La siguiente vez que madre e hija se vieron las caras, la tensión fue máxime y la colaboradora se mostró muy agresiva y amenazante. “Abro la puerta y lo primero que hace la niña al verme, en vez de darme dos besos, es decirme ‘eres una hija de puta. ¿Qué te creías? ¿Que Olga era tu amiguita? ¿Y que no me iba a contar lo que le has dicho? ¿Le has contado todo, verdad? No sabes la que os tienen preparada”. “Esa es la primera vez que me llama hija de puta”, ha afirmado Rocío, dejando constancia de que ese insulto se repitió más veces. “No te puedo obligar a que me quieras, pero sí que me respetes. Y en mi casa me respetas”, ha desvelado que le contestaba mientras que por dentro sentía “terror”, especialmente tras escuchar eso de “no sabes la que os tienen preparada”. Los insultos se fueron sucediendo. “Mi hija me decía de todo: hija de puta, puta, zorra, que yo nunca la he querido, que nunca la he llevado al médico, que no me preocupaba de sus estudios, me dan asco tus besos, no me toques…’. Cuando la castigo en el cuarto va y me dice ‘al cuarto se va a ir tu puta madre, que está enterrada’”.
Aquella Rocío, según ha contado este miércoles su madre, no era la misma que cuando era niña. “Cuando ella veía que iba a ser capaz de mostrarme un sentimiento de cariño, era más agresión todavía. No se permitía tener sentimientos buenos para conmigo. Tenía que ir siempre a casa de su padre con información. Con algún tipo de dato”, ha narrado.
Mientras todo esto sucedía, Rocío Carrasco quería mantener a su marido, Fidel Albiac, alejado, pues no quería que su actitud con la niña cambiara. Ellos se llevaba muy bien. Sin embargo, en cierto momento el sevillano escuchó un fuerte insulto que le dirige: “ojalá te mueras pronto, hija de puta”, tras lo cuál él simplemente le pregunta por lo que ha dicho. La cosa se queda ahí.
La agresión que lo cambió todo
El momento álgido de la noche ha llegado con el regreso a aquel verano de 2012, cuando tuvo lugar la agresión de la colaboradora televisiva a su madre. Un verano en el que Rocío Carrasco recibió también una demanda de su ex, que le pedía la custodia completa de la niña. Para conseguirlo, la menor y su padre acudieron a una psicóloga que realizó un informe en el que la joven aseguraba que su madre la maltrataba. A pesar de que el ex Guardia Civil llegó incluso a pedir ‘medidas urgentes’ para que la decisión judicial fuera casi inmediata, en el juicio se determinó que no había indicios de peso para quitarle la custodia de manera urgente. Las cartas ya estaban sobre la mesa y Rocío Flores tenía que volver a casa con su madre, que según ha contado tenía «pavor».
Los insultos y amenazas prosiguieron en los días siguientes, según el relato de Rocío Carrasco, que también ha abordado el episodio más grave, el que las ha separado hasta la fecha y que tuvo lugar el 27 de julio de 2014. Era viernes, el último día en el que la joven tenía que acudir a las clases de recuperación. Como se ha dicho, todo comenzó por una fruta. “Ese día Rocío quiere desayunar una nectarina y yo lo único que hago es decir, ‘Ro, como estás mal del estómago, desayúnate unas ciruelas que te van a hacer bien’”, ha explicado Carrasco, pues su hija llevaba unos días que no iba bien al baño.
Lejos de aceptar el consejo materno, Flores la desafía, se guarda la nectarina y ella, “al ir a coger la fruta que se había guardado, me cruza la cara de lado a lado”. Tras esta primera confesión, Rocío Carrasco ha tenido que coger aire para terminar de narrar ese terrible episodio por el que terminó en el hospital. “Yo no me creía lo que estaba pasando… Entonces empieza a pegarme… Pero mientras ella me pega, ella va gritando: ‘¡no me pegues, no me pegues!’. Y yo la miraba y era ella la que me estaba pegando a mí. Cuando la veía gritar, se me pasó como una película por toda la cabeza. Sabía que eso obedecía a algo que no era normal”. “Lo siguiente que recuerdo es Fidel reanimándome, poniéndome un aparatito de pulsaciones”.
Rocío Carrasco: «Después de la paliza, mi hija se asusta, sale corriendo y se saca un móvil. No sé de dónde. Llama a su padre y le dice: ‘Papá, ya está hecho» #RocíoVerdad8 pic.twitter.com/Vd1daZQffz
— ROCÍO, contar la verdad para seguir viva (@rocioseguirviva) April 28, 2021
“Tenía las pulsaciones en 140, me puso un ‘Lorazepan’ debajo de la lengua, cosa que tenía pautada. Y la niña se fue. Rocío se monta en el coche de Paco (el chófer). Ella se asusta cuando me ve caer a plomo al suelo. Entra diciendo: ‘Paco, mi madre. Paco, una nectarina’. Y él entiende ‘naftalina’, pensando que me había tomado un bote de naftalina. Le pregunta si Fidel está en casa y ella le dice que sí”.
“Paco pone en marcha el coche para llevarla al colegio. Él cuenta que, de repente, que no sabe de donde… Ella levaba un pantalón corto, una camiseta de tirantes y unas sandalias. Y me dice ‘Rocío, no preguntes de dónde, pero esa niña que había entrado en mi coche con un ataque de ansiedad, de repente se transforma, saca un móvil de no sé de dónde y dice: ‘papá, ya está hecho’”.