Rocío Carrasco se derrumba

Todo se derrumbó. Dentro de mí, dice la canción de la Jurado, pero en este caso fue dentro de su hija, Rocío Carrasco. Derrumbarse, desmoronarse, desplomarse, caerse a pedazos. Fue en ese verano desgraciado de 2012 en el que su hija, también Rocío, abandonaba su casa tras un terrible episodio violento. Rocío madre quedó en el suelo, tirada. Todo había pasado tan rápido: unos buenos días, un desayuno, una discusión y tras el primer golpe, el resto. La mañana se fue a negro y nueve años después cuesta recordarlo. Su hija, ni lo menciona. Es como si no existiera. En sus intervenciones televisivas desde 2019, ni una palabra sobre ello. Probablemente no lo haya superado. Aquella aciaga mañana, Rocío Flores Carrasco cumplía su deseo de marcharse a vivir con su padre, Antonio David Flores, quien 1 mes antes solicitó la custodia judicialmente. Acababan de denegársela. Seguiría siendo compartida. No había razón para otorgársela y dejar a su madre sin los 15 días alternos acordados por ambos progenitores. La niña no lo estaba pasando nada bien. La adolescencia le había sorprendido en medio de una separación matrimonial tormentosa y un viaje cada dos semanas a casa de su padre, en el que cada vez se alejaba más de su madre sin ni siquiera saber cómo, probablemente. Quizá su padre sí lo sabía, pero no hizo nada.

 Rocío Carrasco
Este miércoles Rocío Carrasco continúa su relato / Gtres

La agresión que no menciona Rocío Flores se venía cociendo a fuego lento, desde hacía años. Su papá ya se lo había advertido a su madre cuando le comunicó su decisión de separarse de él: “haré que te odien”, según cuenta la propia Carrasco. Aquella fue una agresión casi anunciada, tras años de maltrato habitual en casa, insultos, amenazas y una conducta impensable de aquella niña cariñosa que fue. Aquel 27 de julio de 2012 faltaban 2 meses y medio para que Rocío Flores cumpliera los, a veces complicados, 16 añitos, fiera.

Aquellas amenazas de su exmarido, los insultos, los golpes que luego llegaron desgraciadamente también de mano de su hija fueron silenciados por Carrasco. Antonio David Flores nunca se cuestionó qué paso realmente aquel ultimo día que madre e hija se vieron, nunca la llamó ni se interesó por nada. Quizá lo sabía todo. El caso es que puso rumbo a Madrid para denunciar a su exmujer, de la mano de la púber Rocío a quien imagino, seguramente, confundida, pero consolada por su padre camino a la Comandancia de la Guardia Civil de San Agustín de Guadalix, donde lo enviaron tras su intento fallido en Tres Cantos donde, según me explican, “tenía un amigo”. No, eso no iba de colegas. Era algo mucho más serio. Padre e hija denuncian a la madre por un delito de maltrato. 3 días después, Rocío Carrasco declara en las mismas dependencias. De aquel día, sabemos hasta de qué color iba vestida, gracias a que Flores avisó a un fotógrafo conocido para que inmortalizara a la famosa “Rociíto”, acusada por él y su propia hija de malos tratos. El fotógrafo llegó, disparó y las fotos se publicaron. Curiosa manera de proteger a una hija. Curiosa manera de ganarse unos miles de euros.

Rocío Carrasco
El pasado miércoles Carrasco narró la agresión que sufrió por parte de su hija / Gtres

Siete años después, Rocío Carrasco, con mucho dolor enquistado e incomprendido, no pudo aguantar más. Fue otro terrible día de verano y quiso acabar con todo. 5 de agosto de 2019. Llevaba años en silencio; nunca habló de la tortura que suponía cada desprecio, cada decisión de su exmarido que ya afectaba gravemente a sus hijos, ni del terror que le había trastornado la vida para siempre. Pero cuando supo que su hija aparecería en un plató defendiendo a su padre en un reality, se derrumbó. Llevaba 7 años sin saber de ella. La última vez, sus ojos eran solo ira. Nunca la llamó tras los golpes. Su padre, tampoco. Aguantar los ataques de su exmarido en los medios era ya algo habitual, pero no; su hija, no. No podía ser. El miedo y el terror que se había instalado en su interior desde el primer golpe que le dio Antonio David contra una mesa más de 20 años atrás le habían ido bloqueando sin ni siquiera notarlo, y mientras luchaba contra ello, en tratamiento psiquiátrico y con una imagen pública por los suelos, el saber que su hija tomaba partido y defendería públicamente a su padre, a quien ella considera su “verdugo”, según ha narrado en la serie documental, era el fin. No quiso seguir un minuto más. Era su hija. No le cabía más dolor.

Rocío Flores
Hasta el momento Rocío Flores no se ha pronunciado sobre la agresión / Gtres

Este miércoles noche Rocío Carrasco se derrumba. Esa niña de casi 16 años, su hija, le acusó de un delito que ella misma cometió como luego quedó demostrado en sentencia judicial firme. Ella nunca la denunció; es su madre. Cuánto dolor. Cuántos errores desde el principio. Errores de juventud que se pagan toda una vida. Se puede ser joven y cometer errores. Nos pasa a la mayoría, pero ser joven no da derecho a nadie para tratar mal a su pareja, ni a inculcar odio a un hijo sobre su madre o su padre.

Tampoco ser adolescente te da derecho a agredir a tu madre. No, no es una cuestión de edad. Es solo una cuestión de conducta y de educación. Claro que siempre queda la posibilidad de asumirlo y, con los años, saber reconocerlo, pedir perdón y vivir mucho más tranquilo.


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