Romper el ‘gafe’ en el Pizjuán, otro aliciente


El Espanyol visita el domingo uno de los campos que más se le atragantan de LaLiga, al margen de los dos ‘grandes’. Los blanquiazules juegan una nueva ‘final’ en el Pizjuán ante el Sevilla (12 horas), un partido donde, al menos, deben puntuar para seguir dando pasos en pos de la salvación. No les queda otra, sumar y sumar.



A los pericos les sobran alicientes para afrontar con motivación extra el duelo ante el Sevilla, pues les urge puntuar, como mínimo, pues nadie da tregua en la cola. Todo sigue en un puño y pinchar es sinónimo de hundirse aún más si cabe, en el infierno de la cola.

Pero para añadir pimienta a la cita cabe recordar que el Espanyol está ‘gafado’ en el Pizjuán pues poca renta ha podido arañar en la última década, de ahí que haya ganas de romper la maldición. Un aliciente más para otro pulso trascendental para los de Abelardo.

Los antecedentes en la Liga son poco halagüeños para los catalanes. En las últimas diez visitas del Espanyol a feudo sevillista, el equipo perico sólo ha vencido en una ocasión, por 6 triunfos del Sevilla y tres empates cosechados en los cara a cara de LaLiga.

Hay que remontarse nueve años atrás para encontrar el último triunfo blanquiazul en el Pizjuán. Fue en LaLiga 2010-11, concretamente el 15 de enero de 2011, cuando el Espanyol arañó un 1-2 de feudo hispalense con dos goles de Callejón. Desde entonces el cuadro perico ya no ha vuelto a vencer en el Pizjuán, habiendo sumado únicamente dos empates (campaña 2011-12 y la 2017-18) en dicho trecho.

Vargas, optimista

Pese al triunfo del pasado domingo el Espanyol no logró abandonar el farolillo rojo de la tabla, pues los rivales no bajan la guardia. Pero Vargas aseguró este miércoles que el vestuario está convencido de lograr la permanencia. “Nuestro optimismo está al 100% y no se puede pensar en otra cosa, hasta el último partido será así”, dijo Vargas.

Con la llegada de Abelardo, el ‘Monito

’, después de superar su lesión, está teniendo un papel de revulsivo, saliendo en las segundas partes. Él asume la suplencia y aboga por unir esfuerzos. “Estoy aprendiendo a cumplir el papel de revulsivo. Es un momento para aportar estando o no en la cancha, alentando a los compañeros. Ahora no importa lo personal, sino sólo el colectivo”, sentenció.


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