Rusia experimenta un vertiginoso aumento de casos por covid con un millar de muertos al día


Rusia, el primer país en registrar una vacuna contra el coronavirus, la Sputik V, ampliamente promocionada de cara el exterior por el Kremlin, contabiliza nuevos récords de mortalidad ―alrededor de un millar de fallecidos al día― y contagios a un ritmo vertiginoso día tras día desde hace semanas. Pese a los últimos esfuerzos de las autoridades, solo 42 de los 145 millones de habitantes (un 28,9%) del país euroasiático se han vacunado contra la covid, según el Ministerio de Sanidad.

El bajo porcentaje de población inmunizada con las inyecciones rusas, por apatía, desconfianza o falta de temor hacia el virus, unido al escaso cumplimiento de las ya de por sí laxas medidas sanitarias impuestas hasta ahora por un Gobierno que mantuvo antes de tiempo una actitud triunfalista sobre el fin de la pandemia, ha derivado en otra oleada de casos. El Ejecutivo ruso ya ha anunciado un endurecimiento de las restricciones y el cierre de los centros de trabajo durante nueve días.

“¿Escuchan los sonidos de fuera?”, pregunta enfundada en un traje blanco de EPI Ekaterina Zuikova, médica en un hospital de la región de Oriol. “Desde hace varias semanas, las sirenas de las ambulancias no cesan ni de día ni de noche”, lamenta a través de Instagram mientras describe la gravedad de los enfermos. Los hospitales de Oriol, a unos 320 kilómetros de Moscú, con una población de 724.700 personas, no tienen ya camas disponibles, ha reconocido el gobernador, Andrei Klychkov. Habían habilitado unas 900, pero registran más de 250 nuevos casos de covid cada día; la mayoría muy graves. Los centros sanitarios, insiste Zuikova, están saturados.

Otros territorios van por el mismo camino. La ocupación de camas por pacientes con covid es superior al 90% en 27 de las 84 regiones rusas, ha dicho este miércoles la viceprimera ministra Tatiana Golikova, responsable de la lucha contra el coronavirus.

Este miércoles, Rusia ha vuelto a registrar un máximo histórico de fallecidos por covid-19 en las últimas 24 horas: 1.028. Y 34.073 nuevos contagios. El gigante euroasiático reporta el segundo mayor número de muertes por coronavirus diario del mundo ―en el recuento a 28 días―, por detrás de Estados Unidos, según datos de la Universidad Johns Hopkins.

La mayoría de los pacientes de las unidades de cuidados intensivos no están vacunados, ha alertado el responsable del principal hospital para pacientes covid, Denis Protsenko. “La situación es extremadamente tensa”, incide por teléfono Danila Konnov, médico jefe del hospital Universitario H-Clinc, que achaca el incremento de casos a los “fuertes” sentimientos antivacunas de la población, al “uso de medicamentos sin eficacia probada contra la covid” y al hecho de que los sanitarios no parecen aún concienciados del todo de la importancia de la inmunización.

Desde la tercera ola de antes del verano, varias regiones rusas, entre ellas Moscú, decretaron medidas para forzar la vacunación para ciertos grupos de trabajadores: los funcionarios de cara al público o el personal del sector servicios, por ejemplo. Ninguno podía ir a trabajar sin el correspondiente certificado. Pero, además de que surgió un jugoso mercado de certificados de vacunación falsos, la medida no parece haber funcionado. Tampoco las últimas iniciativas de premios –incluso el sorteo de apartamentos—para las personas que se vacunen.

Mensajes contradictorios

La cifra de inoculados está estancada en el 28,9%. ¿Cómo un país con tres vacunas de fabricación nacional contra la covid-19 va a la cola en las campañas de vacunación? ¿Es solo la baja cifra de inoculados lo que alimenta la cuarta ola? Las razones, apunta el sociólogo Denis Volkov, responsable del centro de sondeos Levada, son varias, pero sobre todo los “mensajes contradictorios” del Gobierno. Por un lado, minimizaron la pandemia y criticaron a otros países por sus duras medidas, dice. También han declarado repetidamente la victoria sobre el coronavirus. Moscú y San Petersburgo, donde se celebró un foro económico o partidos de la Eurocopa, han sido dos de las ciudades más abiertas, activas y vibrantes de Rusia en plena pandemia.

En Rusia, la televisión pública ha llegado a definir la vacuna de AstraZeneca como “la vacuna del mono” (en alusión a que utiliza un adenovirus atenuado de chimpancés) y solo en los últimos tiempos se ha empezado a mostrar la realidad de los hospitales, con imágenes de camas saturadas y hospitalizados graves en la televisión estatal. En el país euroasiático, donde los expertos dudan de las cifras oficiales, que reportan 226.353 fallecidos desde el principio de la pandemia, el 55% de la población no tiene miedo a la covid-19, según la última encuesta del centro Levada, de septiembre. Y esa cifra, señala la organización demoscópica, la única independiente de Rusia, se ha mantenido prácticamente sin cambios desde principios de año.

El Kremlin está empezando a reconocer que sus recetas no han funcionado. Hace una semana, el vicepresidente de la Duma (el Parlamento), Pyotr Tolstoi, admitió que los requerimientos de las autoridades no han sido eficaces. “Desafortunadamente, llevamos a cabo una campaña de información completa sobre el coronavirus en Rusia de manera incorrecta y completamente errada”, declaró a un canal progubernamental. “La ciudadanía no tiene confianza para ir a vacunarse”, remarcó Tolstoi.

La antropóloga social Alexandra Arjipova, de la Academia Nacional de Economía y Administración Pública de Rusia, ha recopilado e investigado una base de datos de millones de mensajes en las redes, rumores y textos sobre la covid-19 y entrevistado a decenas de personas en el país euroasiático sobre su actitud hacia la enfermedad y las vacunas. Su análisis señala que a las actitudes antivacunas generales se han sumado otras hacia una nueva inmunización y también reticencias específicas hacia la vacuna rusa, derivada de la desconfianza hacia el sistema y el Gobierno. “No es un simple miedo primitivo hacia la vacunación”, dice.

Ausencia de alternativas

Arjipova ha dividido en tres grupos a los reticentes a vacunarse en Rusia: los “teóricos de la conspiración”, aquellos que temen la interferencia externa a través de las vacunas; los “reaseguradores”, que, como los anteriores, tienen poca comprensión de cómo funcionan las vacunas y están muy preocupados por cómo afectarán a su salud pero confían en que se vacunen otros y en la inmunidad de grupo; y un tercer grupo de escépticos hacia la Sputnik V. “Estos últimos desconfían por ejemplo de la medicina rusa, o de las instituciones y les molesta, además, la falta de alternativas (en Rusia no están disponibles las vacunas occidentales)”. La Sputnik V ha sido aprobada por 70 países ―entre ellos, México, Argentina, Bielorrusia, Hungría o Serbia―, pero la Organización Mundial de la Salud aún tiene paralizado su proceso de autorización; también, la Agencia Europea del Medicamento.

Con este caldo de cultivo de nuevos contagios y fallecidos, algunas regiones han anunciado ya más restricciones. El Gobierno ha declarado como no laborables los días entre el 30 de octubre y 7 de noviembre, aprovechando un puente por festivo nacional, y el presidente ruso, Vladímir Putin, ha autorizado este miércoles a las regiones a añadir más días a ese cierre de centros de trabajo, que no llega a ser, sin embargo, un confinamiento y no afecta a trabajadores esenciales. Además, algunos territorios decretarán el autoaislamiento para los mayores de 60 años no vacunados; reducirán el número de personas en trabajo presencial desde este momento, vetarán la entrada a establecimientos públicos y de ocio a los no inmunizados o sin PCR negativa, algo que controlarán a través de un sistema de códigos QR que ya funcionó antes del verano.


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