Rusia recibe a Borrell y sus críticas por el ‘caso Navalni’ con la expulsión de tres diplomáticos europeos

El gesto ha sido toda una declaración de intenciones. Rusia ha recibido en Moscú al alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, con la expulsión de tres diplomáticos europeos (de Alemania, Polonia y Suecia), acusados de participar en las protestas en apoyo a Alexéi Navalni. Con la polémica condena al líder opositor de fondo y la represión de las manifestaciones pacíficas —asuntos duramente criticados desde Bruselas—, varios Estados miembros habían señalado que este no parecía el momento más indicado para la visita de Borrell a Moscú. Un viaje que Rusia ha aprovechado para dejar claro que no aprecia que nadie se meta en lo que considera sus asuntos.

El jefe de la diplomacia europea, que ha elogiado la publicación de los últimos datos sobre la vacuna rusa contra el coronavirus Sputnik V —punta de lanza de la geopolítica del Kremlin— y ha señalado que espera que la Agencia Europea de Medicamentos la valide pronto, aspiraba a reiniciar las relaciones con Rusia, un socio estratégico, pero también a tirar de las orejas a Moscú por la sentencia al activista. Pero de momento, sin nuevas sanciones sobre la mesa. El ministro de Exteriores Ruso, Serguéi Lavrov, ha criticado la “arrogancia” de Occidente por dar lecciones sobre represión ciudadana, y aunque ha dicho que Rusia está abierta a “una trayectoria constructiva”, considera que la UE “no es un socio confiable”. La noticia sobre los tres diplomáticos declarados persona non grata ha sido la puntilla en este ambiente de fricción entre ambos bloques.

Borrell ha conocido la expulsión durante el almuerzo con Lavrov, por los medios rusos. La noticia, que en teoría debía ser pública el lunes, se filtró justo durante la primera visita de un jefe de la diplomacia europea a Moscú desde 2017 y coincidiendo con la tensión del caso Navalni. El alto representante de la UE se ha mostrado “realmente molesto” por la medida, que le ha pillado con el pie cambiado. “La decisión debe reconsiderarse”, ha señalado Borrell a los periodistas. El responsable europeo ha asegurado que “refutó y rechazó” ante Lavrov las acusaciones hacia los diplomáticos, y ha recalcado que las convenciones permiten a estas personas observar eventos como manifestaciones. “No es incompatible con su estatus diplomático”, ha incidido.

Rusia ha emitido un comunicado en el que describe como “inaceptable e inapropiada para su estatus diplomático” la supuesta participación de los diplomáticos en las protestas. Moscú ya acusó el martes de injerencia a los países occidentales, cuando una quincena de miembros de legaciones extranjeras acudieron como observadores al juicio contra Navalni. La decisión rusa puede encender aún más el malestar en el seno de la UE. La canciller alemana, Angela Merkel, ha definido como “injustificada” la expulsión, y su ministro de Exteriores, Heiko Maas, ha instado a Moscú a reconsiderarla. “No quedará sin respuesta”, ha insistido.

Y mientras Borrell y Lavrov conversaban, Navalni comparecía en una celda acristalada en un tribunal de Moscú, por segunda vez en una semana, en otro de los múltiples procesos judiciales que enfrenta. Esta vez, acusado de difamación a un veterano de guerra por comentarios en las redes sociales sobre un vídeo que pedía el voto en el referéndum sobre la Constitución rusa del pasado julio; una reforma legal que cimentó la posibilidad del presidente ruso, Vladímir Putin, de perpetuarse en el poder.

Este caso podría aumentar aún más la pena dictada para Navalni. El martes, el activista, detenido el 17 de enero nada más regresar a Moscú desde Alemania donde se recuperó del envenenamiento sufrido este verano en Siberia y que casi le mata, fue condenado a tres años y medio de prisión (de los que tendrá que cumplir dos años y ocho meses) por un caso que deriva de una sentencia que ya hace cuatro años el Tribunal Europeo de Derechos Humanos consideró “arbitraria e injusta”.

“Mi visita coincide con el arresto y condena de Alexéi Navalni y la detención de miles de manifestantes”, ha dicho Borrell en la rueda de prensa junto a su homólogo ruso. Las conversaciones ruso-europeas han estado centradas en el caso del opositor. El jefe de la diplomacia ha pedido a Moscú su liberación y ha expresado la “profunda preocupación” de la UE por el caso del activista anticorrupción. La situación de Navalni ha centrado las conversaciones ruso-europeas y gran parte de la visita de Borrell. El alto representante no tenía previsto verse con Navalni, aunque un miembro de su equipo se reunió con sus abogados.

Borrell ha recalcado también que Rusia debe investigar el envenenamiento del activista. Un laboratorio militar alemán, primero, y más tarde uno francés, otro sueco y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), identificaron que había sido atacado con una neurotoxina de la familia Novichok, creada en la antigua URSS. Moscú no solo niega todas las acusaciones sino que ha asegurado que Alemania no ha entregado a sus expertos ninguna evidencia del caso.

Elogios de Borrell a la vacuna rusa Sputnik V

En una comparecencia tensa, Borrell ha recibido en cambio una mirada de aprobación de su homólogo ruso cuando ha felicitado a Moscú por su vacuna Sputnik V y “las capacidades científicas rusas”, tras la publicación de los datos sobre la eficacia de la inmunización contra el coronavirus en una prestigiosa revista científica. “Es una buena noticia para toda la humanidad”, ha dicho el jefe de la diplomacia europea, que ha remarcado que espera que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) la apruebe pronto para que haya una inyección más disponible en la cartera de vacunas de la UE. “Como saben nos enfrentamos a una escasez de vacunas y si hay otra fuente de suministro, bienvenida”.

Sin embargo, el Instituto Gamaleya, que ha diseñado la vacuna, y el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), que la ha financiado, no han solicitado todavía la aprobación al organismo regulador europeo, y están en una primera fase llamada “asesoramiento científico”, destinada a orientar a las compañías en su preparación de los requisitos necesarios si quieren obtener luz verde para su fármaco en la UE.

Pese a las tensiones y la escalada del caso, el jefe de la diplomacia europea ha apuntado también que Bruselas no tiene planes inmediatos de imponer nuevas sanciones a Rusia, algo hacia lo que presionan los países bálticos y Polonia —muy críticos con la visita a Moscú—, y apostó por cooperar a pesar de la historia reciente “marcada por diferencias fundamentales y la desconfianza”. “Construir un muro de silencio no es una opción”, ha dicho Borrell.

El pasado octubre, la UE incluyó en su lista de sancionados a seis altos funcionarios rusos, todos del círculo cercano del presidente ruso en respuesta al envenenamiento de Navalni tras el que se aprecia la mano del Kremlin. Bruselas destacó que el uso de novichok –una neurotoxina de uso militar fabricada en la URSS— y el hecho de que los servicios secretos rusos siguieran al opositor durante años hace imposible pensar que el Kremlin no estuviera al corriente. Moscú ha negado su participación.

El incidente se suma a años de confrontación y a las sanciones europeas contra Rusia por anexionarse la península ucrania de Crimea en 2014, por apoyar militar y políticamente a los separatistas del Este de Ucrania, y por el caso del envenenamiento del espía ruso Serguéi Skripal en suelo británico, tras el que la inteligencia inglesa identificó a los servicios secretos rusos.

Sobre la posibilidad de nuevas sanciones, Lavrov ha remarcado que Rusia espera que la visita de Borrell y las conversaciones ayuden a construir una “trayectoria más constructiva” pero que Moscú ya se ha acostumbrado a las medidas que carecen “de fundamento legítimo”. “Construimos nuestra vida basándonos en el hecho de que la Unión Europea es un socio poco confiable, al menos en esta etapa”, ha dicho el responsable ruso.

Con gesto serio, en una comparecencia en la que ambos responsables han navegado por otros temas —desde Cuba hasta la restauración del turismo y los viajes— para no abordar de lleno el elefante en la habitación, el opositor preso, Lavrov ha cargado contra la “retórica indecorosa” de la UE en el caso Navalni. También contra el abordaje de Occidente contra las miles de detenciones en toda Rusia en manifestaciones pacíficas para exigir la liberación del activista. El titular de Exteriores ruso ha defendido la actuación policial en las marchas, prohibidas por las autoridades, y ha acusado a Estados Unidos y a la UE de echar mano de un “doble rasero” para abordar los abusos policiales.

Para coronar el argumento de que ni Bruselas ni Washington deben dar lecciones sobre la represión de las movilizaciones, Lavrov preparó para Borrell un vídeo que contrasta las acciones policiales en las marchas en Rusia y Occidente.


Source link