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Salvador Ramos, el autor del tiroteo en Texas, un joven retraído que sembró el terror en una escuela de Uvalde

Salvador Ramos, el autor del tiroteo en Texas, un joven retraído que sembró el terror en una escuela de Uvalde

La tragedia ha llamado a las puertas de Uvalde, en el Estado de Texas. La noche del martes, el nombre de Salvador Ramos, un joven de 18 años, estaba en boca de todos los habitantes de esta comunidad de mayoría latina a medio camino entre la ciudad de San Antonio y la frontera de México. Dos vecinos hablaban de Ramos frente a la escuela primaria Robb, donde asesinó a 19 menores y dos maestras antes de ser abatido por la policía, en la peor matanza en una escuela en una década. “Era calladito. Y dicen que sí le gustaba jugar esos videojuegos de tiros, [como el] Call of Duty: Modern Warfare”, contaba a este periódico Eric (no quiere revelar su apellido), cuyo hijo mayor estudia en el mismo instituto que Ramos

Eric, de 44 años, vestido con una camiseta y gorra de camuflaje, llevaba una pistola en la cintura. Las armas son populares en Texas, un Estado que permite llevarlas sin necesidad de un permiso especial. Y en esta localidad, en concreto las pistolas y rifles, porque hay mucho aficionado a la caza. De acuerdo a este vecino, Ramos era “buena gente”, pero víctima de bullying en el instituto. “Mi hijo me dice que conoce a un muchacho al que le gustaba pegarle”, asegura.

El teniente Christopher Olivarez, portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, ha asegurado a la prensa que Ramos entró a la escuela con chaleco antibalas. Según testigos, iba armado con un rifle automático y una pistola, y formó una barricada en un aula de cuarto grado en la que minutos antes se había celebrado una ceremonia de fin de curso y una entrega de diplomas. La escuela tenía matriculados 535 estudiantes en el curso escolar que terminó en 2021. Muchas de las víctimas mortales del tiroteo tenían 10 años.

Ramos vivía con sus dos abuelos maternos, Rolando Reyes y Celia Martinez, en una casa de una sola planta a pocos metros de la escuela. La madre, Adriana Martinez, no vivía con ellos, sino en otra parte del pueblo. “Su mamá andaba en malos pasos”, contaba en la noche del martes uno de los vecinos de esa calle que no se quiso identificar. El padre no estaba presente en la vida del adolescente. Por ello, los abuelos se hicieron cargo de Ramos. La zona está poblada por estadounidenses de primera o segunda generación, hijos de migrantes mexicanos. Casi todos hablan español. De acuerdo con Roland Gutierrez, un senador local quien tuvo acceso a los partes policiales, Ramos nació en Dakota del Norte.

Según el relato de las autoridades, Ramos discutió con su abuela antes de cometer el crimen. El joven había subido a las redes sociales fotografías de las armas que había comprado de forma legal en una tienda de la localidad. La abuela, de acuerdo con algunos vecinos, sabía de los planes de su nieto y quiso impedir que los llevara adelante. Para zanjar la discusión, Ramos disparó contra su abuela, de 66 años, quien fue trasladada a un hospital de San Antonio y se encuentra en estado crítico. En el patio de la casa quedó tirada una mochila llena de munición.

Ramos tuvo algunos trabajos en el pueblo. Los periodistas que han llegado a Uvalde después de la matanza han visitado Wendy’s, el restaurante de hamburguesas y comida rápida en el que trabajó durante un año y que abandonó el mes pasado. Lo que han hallado de momento es el retrato del joven tímido sin muchas amistades que tenía dificultades para entablar relaciones sociales. “Muchos de mis empleados hablan entre ellos y son amigables. Él no era así. Creo que nadie lo conocía”, dijo el coordinador nocturno de la cadena a The New York Times.

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El muchacho también realizaba trabajos esporádicos junto a su abuelo Rolando, quien se dedicaba a la instalación de aires acondicionados y otras labores de mantenimiento. En los últimos meses, la familia había llorado varias muertes próximas. Rolando había perdido a su madre y a su hermano, el tío abuelo de Salvador.

“Lo siento mucho por mi amigo Rolando”, decía la noche del martes Adolfo Cruz, de 69 años, quien trabaja instalando aires acondicionados. Originario de Uvalde, dice conocer a la familia del asesino desde hace más de 60 años. “Es un tipo firme”, describe sobre el abuelo, una versión que es compartida por los vecinos de la calle Díaz. La nieta de Adolfo, Elija Cruz Torres, de 10 años, está entre las víctimas mortales que ha dejado la ira de Salvador Ramos en un sitio donde todos se conocen. “Yo no culpo a mi amigo para nada. No le guardo rencor”, indicaba.

Lo que sí molesta a Cruz es el papel de la policía. “¿Dónde estaban?”, se pregunta. Según él, el jefe de policía, Daniel Rodríguez, había prometido una vigilancia especial en el distrito escolar. En mayo de 2018, las autoridades de este pueblo detuvieron a dos adolescentes de 13 y 14 años, estudiantes del instituto Morales, de esa localidad, quienes habían planeado llevar a cabo un tiroteo en su escuela. La investigación reveló que los menores se identificaban con Eric Harris y Dylan Klebold, los asesinos de Columbine. Años después, una matanza ha ocurrido dentro de las aulas. El nombre de Salvador Ramos se suma a una creciente lista de victimarios que sume una vez a toda una comunidad en el duelo.

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