Sánchez y Aragonès blindan un diálogo sin plazos pese a sus posiciones muy alejadas

Después de casi dos horas de reunión, bastante más larga de lo previsto, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Pere Aragonès, se han mostrado más optimistas que antes sobre la posibilidad de encontrar una salida al problema político de Cataluña, uno de los más graves desde la aprobación de la Constitución en 1978. Ambos líderes reconocen que las posiciones están muy alejadas, pero los dos se aferran al diálogo y a la importancia de la propia reunión, que reivindicaron los dos como especialmente simbólica. Sánchez insistió en que lo más importante ahora es trabajar “sin prisa y sin plazos” y Aragonès matizó un poco: “más allá de plazos, necesitamos avances”

Esta idea, “sin plazos”, que Sánchez repitió varias veces en su rueda de prensa tras la reunión con Aragonès, tiene un claro sentido político: rechazar el límite de dos años que se ha puesto la propia Generalitat por un pacto interno dentro del independentismo. El Gobierno descarta ese plazo, y reclama que se elimine cuanto antes para que se pueda trabajar con calma. Aragonés no dio por muerto ese plazo de dos años, pero lo matizó con la idea de que en realidad se trata de una evaluación a los dos años, pero eso no quiere decir que sea un límite absoluto. De las dos ruedas de prensa, que fueron sucesivas y no conjuntas, se deduce claramente que ambos están de acuerdo en aferrarse a un diálogo largo y sin prisa.

Sánchez y Aragonès reconocieron que las posiciones están muy alejadas, porque el president defendió en la cita de nuevo la autodeterminación de Cataluña y la amnistía de las personas inmersas en causas judiciales derivadas del procés, mientras el jefe del Gobierno se concentraba en la llamada agenda del reencuentro, un documento que ha sido actualizado por La Moncloa para ver lo que ya se ha cumplido desde 2018, cuando se planteó, y qué otras novedades se incorporan.

Pese al hecho de que no hubiera ningún acuerdo concreto más allá de continuar los trabajos de la mesa, tanto Sánchez como Aragonès plantearon un escenario optimista, y se aferraron al propio hecho de que la mesa se reúna como un gran gesto de distensión política que marca una diferencia enorme con la crisis de 2017 o la situación incluso en 2019, con las calles de Barcelona incendiadas tras la sentencia del procés. “Las imágenes son importantes desde el punto de vista político”, señaló Sánchez. “Que se celebre un encuentro entre dos delegaciones en algo que supuso un desgarro tiene una enorme potencia como mensaje político, de que queremos superar esta crisis. Es evidente que va a ser difícil. Pero lo sustantivo es que se está celebrando esta reunión. Cada cual ha defendido su posición desde el respeto, desde la escucha y con una clara voluntad de acuerdo. Ha merecido la pena”.

Aragonès fue en la misma línea, dando más importancia a la reunión en sí que a los avances, de momento inexistentes. “Un proceso de negociación en el que se discute la soberanía no es fácil”, explicó el president. “Y si además venimos de un proceso con un referéndum de autodeterminación en 2017 es mucho más complicado. Es importante que pongamos en valor la negociación y generemos confianza. Por la complejidad de este proceso, de momento tenemos que hablar de metodología y ver si podemos encontrar avances posibles. Yo creo que sí, y estoy muy implicado. Ambos hemos coincidido en la importancia de lo que hoy empieza. Hoy hacemos ese reinicio con toda la fuerza”, remató. En todo momento era evidente que Aragonès, en especial, se aferraba a la mesa que él ha impulsado hasta el punto de asumir que se produzca la primera reunión sin Junts.

En vídeo, las declaraciones de Aragonès sobre su reunión con Sánchez.(FOTO: EFE | VÍDEO: EUROPA PRESS)

Aragonès, que reivindicó en público el referéndum de autodeterminación como lo había hecho en la reunión con Sánchez, admitió que las posiciones están muy alejadas, pero defendió este foro como el resultado final de lo que reclamaban los independentistas en las calles con la pancarta “Spain, sit and talk (España, siéntate y habla)”. El president insistió en que esto es un “reinicio” de las negociaciones, después de un año y medio de parón por la pandemia. “Necesitamos tiempo, unidad y perseverancia”, aseguró Aragonès. “Trabajaremos sin descanso”. El president, en tono constructivo en todo momento, valoró incluso la decisión de los indultos de los presos del procés, aunque dijo que no es suficiente. “Los indultos han sido un paso, pero solo un primer paso; la represión continúa”, insistió. En todo momento, el president defendió que se siga hablando porque esa es la clave de la posición política de ERC.

Sánchez también explicó que en la reunión se trató el tema del proyecto de ampliación del aeropuerto de El Prat, pero no hubo ningún avance porque de las palabras de Aragonès el jefe del Gobierno central concluye, como ya pensaba, que la Generalitat “no tiene una posición madura” sobre este asunto. Y, por tanto, la inversión queda congelada de momento hasta que se pueda alcanzar un acuerdo. “Hemos constatado la ausencia de consenso sobre la propuesta que había hecho Aena de ampliación”, remató Aragonès.

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La reunión ha comenzado puntualmente a las 15.15. Sánchez ha sido recibido por Aragonès en la puerta del Palau de la Generalitat y juntos han pasado revista a la Guardia de Honor de los Mossos. Posteriormente, se han hecho la foto oficial en la Galería Gótica, con el saludo, típico de la pandemia, de chocar los puños, y posteriormente, han pasado a la sala de la Mare de Déu de Montserrat, donde se han sentado a despachar.

El encuentro ha estado rodeado de polémica. Aragonès descartó el martes la participación de Junts después de que sus socios en el Goven propusieran a los indultados Jordi Sànchez y Jordi Turull –que no son consejeros del Ejecutivo– como sus representantes en el foro de diálogo. El partido ha quedado entonces al margen, aunque el president dejó la puerta abierta a vincularse si reconsideraban su delegación. El partido que lidera Carles Puigdemont se pasó todo el verano cargando contra la mesa, al considerar que no se le debería ni dar el plazo de dos años de cara a evaluar si se lograba algún avance en la resolución del conflicto político.

Sánchez también contribuyó a enrarecer el ambiente al dejar para el último momento la confirmación de su asistencia a la cita en Barcelona. El presidente, tras guardar silencio al respecto durante semanas, dijo el lunes en una entrevista a TVE que encabezaría la delegación del Gobierno en la mesa de diálogo. Sin embargo, finalmente la cita fue mucho mejor de lo esperado y el mensaje que trasladaron los dos presidentes fue claro: ambos quieren seguir negociando y reivindican el propio diálogo como un éxito, sobre todo viniendo de donde viene el proceso.


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