Sánchez y Aragonès buscan ya consolidar la legislatura con nuevos Presupuestos


La geometría variable se acabó. Los indultos a los condenados del procés han terminado de consolidar los dos bloques. Ciudadanos se ha autoexcluido de cualquier gran negociación con el PSOE al señalar que estaría dispuesto a apoyar una moción de censura contra Pedro Sánchez. Así que la legislatura cambia. El PSOE se vuelve hacia ERC, ahora sí única alternativa posible. Y ya debate con ellos y con los demás socios, en especial el PNV, para aprobar nuevos Presupuestos en otoño —los de 2022— y lanzar así un mensaje claro: hay Gobierno hasta finales de 2023, incluso principios de 2024.

Aún no hay papeles encima de la mesa. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, está recabando los datos de los ministerios para aprobar el techo de gasto a finales de julio. La primera votación llegaría en octubre. Pero sí hay conversaciones políticas al máximo nivel y el resumen de varios ministros y dirigentes de los socios consultados es claro: “Hay agua para los Presupuestos de 2022. Incluso puede ser más fácil que los del año pasado. Hay mucho dinero en juego y ganas de negociar, de hacer política”, resume un miembro del Gobierno.

Esta semana ha sido decisiva. El martes, en La Moncloa, Sánchez y Aragonès hablaron de Presupuestos y de consolidar la estabilidad del Gobierno, según fuentes de ambos lados. ERC también quiere Presupuestos este otoño en Cataluña. Y ahí podría buscar el apoyo o al menos una posición no beligerante del PSC. Aragonès quiere gobernar con una cierta normalidad y mostrar al independentismo que su vía negociadora es más útil que la del no a todo de Junts. Y el PSC está muy interesado en recuperar una posición de centralidad en Cataluña. Fuentes de ERC coinciden en que hay mucho interés por buscar acuerdos, aunque todo estará pendiente de cómo se enfoque la mesa de diálogo que arrancará a finales de septiembre, justo cuando se estén negociando los Presupuestos, una coincidencia nada casual.

Nada está cerrado, y menos con ERC, que siempre sorprende con un giro inesperado, pero todos los movimientos por debajo del radar van en el mismo sentido: consolidar los 188 votos con los que se aprobaron las cuentas de este año, que incluían a ERC y PDeCAT y dejaban fuera a Junts. La negociación real llegará en septiembre, pero ya se están fijando posiciones políticas al más alto nivel.

La reunión de Sánchez y Aragonès fue, por tanto, mucho más positiva de lo que se dijo públicamente. Fuentes de Gobierno y ERC coinciden en que ambos líderes se entienden, son pragmáticos, y hablan mucho más de lo que se conoce. Ambos, explican, están fraguando un acuerdo para lo que queda de legislatura, e incluso más allá. Pero la distancia en el asunto central sigue siendo enorme. Sánchez insiste en que jamás aceptará un referéndum de autodeterminación de ningún tipo, tampoco consultivo. Aragonès asegura que ese seguirá siendo el eje de su propuesta para resolver el conflicto político.

El presidente está convencido de que llevará muchos años encauzar el problema de Cataluña, si es que alguna vez se logra. Y resolverlo definitivamente es casi imposible. En el Consejo de Ministros de los indultos, el 22 de junio, Sánchez trasladó un cierto pesimismo histórico en este asunto. Recordó el debate histórico que tuvieron en 1932 Manuel Azaña y José Ortega y Gasset, cuando se aprobó el primer Estatut. Y le dijo a sus ministros que él está más cerca de Ortega, que planteó que el problema catalán no tiene solución, será perpetuo y es mejor optar por “la conllevancia”, que de Azaña, quien creía que sí podía resolverse políticamente.

Otro momento importante de la semana llegó el lunes. Sánchez se reunió con Yolanda Díaz, máxima responsable política de Unidas Podemos. Tres meses después de la salida de Pablo Iglesias, hay muchos asuntos por negociar dentro del Gobierno. El más urgente es el salario mínimo. El presidente no lo ve claro aún, pero la negociación está abierta. Hay que tomar una decisión este mes. La ley de vivienda también está atascada. PSOE y Unidas Podemos han logrado desbloquear la ley trans y la ley sobre violencia sexual, conocida como ley del sí es sí, que irá esta semana al Consejo de Ministros. Son dos iniciativas de Igualdad, ministerio liderado por Irene Montero, dirigente clave de Podemos. Pero queda mucho por resolver. La negociación interna de Presupuestos tampoco será sencilla, y menos con el rechazo del PSOE a tocar los impuestos. La de la reforma de pensiones mucho menos, con Bruselas atenta a cualquier movimiento. Y se está complicando la de la reforma laboral por la oposición de la patronal. Sánchez y Díaz, que han optado ahora por una fórmula mucho más discreta de resolver los problemas internos de la coalición, tienen mucha negociación por delante. Díaz apuesta por lograr resultados concretos en la agenda social sin ir al choque en los medios, y además plantea abrir el espacio de Unidas Podemos, como dejó claro este domingo en EL PAÍS. Todos estos movimientos generan debates internos en este grupo, que aún está digiriendo el cambio de liderazgo.

Todo se está reajustando para la segunda parte de la legislatura, que arranca en septiembre. Y la pieza clave para esa nueva etapa es el cambio de Gobierno que oficialmente nadie confirma, pero todos dan por hecho en el PSOE y Unidas Podemos. Solo falta saber la fecha y las dimensiones. Aunque la mayoría de los consultados cree que será muy profundo para dar más peso político al Ejecutivo y darle la vuelta a las encuestas, que ahora dicen que la derecha podría sumar mayoría absoluta. El desgaste del Ejecutivo es innegable, y cuestiones como la descontrolada subida de la luz inquietan mucho en el Gobierno por su enorme coste político. Pero en La Moncloa y el PSOE están convencidos de que la recuperación económica, la ejecución del fondo de recuperación y la agenda progresista le darán la vuelta por completo a ese desgaste, además del cambio de Gobierno. Sánchez tiene pues un mes de julio de negociaciones intensas para dejar todo enfocado para iniciar con fuerza el curso a la vuelta del verano. El otoño será intenso, con muchas decisiones por tomar, un congreso del PSOE y la posibilidad de una nueva moción de censura de Vox.


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