Sarah Palin lo vuelve a intentar

Sarah Palin lo vuelve a intentar

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Sarah Palin, el 4 de agosto en Dallas (Texas).Picasa (Bloomberg)

Sarah Palin ya era trumpista antes de Trump. Su desprecio a los medios, su actitud sin complejos, su afición a los bulos, su negacionismo climático, su ignorancia en política exterior, su defensa de las armas y su oposición al aborto marcaron la campaña de las elecciones presidenciales de 2008, cuando John McCain eligió a la entonces gobernadora de Alaska como su candidata a vicepresidenta. Muchos en el equipo del senador la culparon de la derrota frente a Barack Obama. Este martes, 14 años después, Palin compite por salir elegida para la Cámara de Representantes. Cómo no, de la mano de Trump.

Aunque las elecciones legislativas son ya en noviembre, el único miembro de la Cámara de Representantes por Alaska murió en marzo pasado a los 88 años, tras 49 años ocupando ese escaño: Estados Unidos tiene algo de gerontocracia. Quien gane en las urnas ocupará el escaño solo hasta fin de año. También este martes son las primarias para las elecciones del 8 de noviembre, junto con todo el resto del país, para la nueva legislatura que empezará en enero.

Sarah Palin no lo tiene fácil. En parte, porque su popularidad en Alaska no es ya la de hace 15 años. Y en parte, porque el peculiar sistema electoral juega en su contra. Palin ganó las primarias para las elecciones del martes con un 27% de los votos, por delante del también republicano Nick Begich (19,1%), el independiente Al Gross (12,6%) y la demócrata Mary Peltola (10,1%) en una votación con una cincuentena de opciones. Esos cuatro candidatos pasaban a la votación del martes, pero Gross se ha retirado, dando su apoyo a Peltola, originaria de una aldea yupik, aborígenes de Alaska.

El problema para Palin es que Alaska estrena este martes un peculiar sistema de voto preferencial. Los electores ordenan en su papeleta los tres candidatos por orden de preferencia. Si ninguno saca más del 50% de los votos, el tercero queda eliminado y se computa la segunda opción de quienes le votaron, en una especie de segunda vuelta instantánea. El sistema penaliza a los candidatos más divisivos y Sarah Palin lo es, más aún con Trump detrás.

Palin se quejaba de este método hace unos días en Dallas (Texas). “En Alaska tenemos este estrambótico sistema que se ha adoptado recientemente, por orden de preferencia, en el que no importa si logras la mayor cantidad de votos. En realidad, importa si tienes más votos en segundo y tercer lugar, según la clasificación de los votantes. Es extraño, es enrevesado, es complicado y provoca la supresión de votantes”, dijo en la conferencia conservadora en la que Trump fue el gran protagonista.

La política de 58 años dimitió como gobernadora de Alaska poco después de perder las elecciones junto a McCain. Publicó unas exitosas memorias, ha trabajado para varias cadenas nacionales y también tuvo su propio programa en la televisión de Alaska, que batió récords de audiencia en su estreno. Pero siguió activa en política, respaldando a los candidatos que abrazaban el ideario conservador del Tea Party. Por supuesto, en 2016 apoyó a Trump en las primarias republicanas que acabarían llevándole a la presidencia.

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SuscríbeteSarah Palin y John McCain en un mitin en Lancaster (Pensilvania), en 2008.Carolyn Kaster (AP)Una apuesta de riesgo

En 2008, con la elección de Palin, McCain trataba de atraer el voto femenino desencantado con la derrota de Hillary Clinton frente a Barack Obama en las primarias demócratas. Ambas mujeres, sin embargo, estaban en las antípodas ideológicas. La elección como pareja electoral de la política de Alaska fue una apuesta de riesgo. Era una cara nueva, fresca, espontánea, pero también una apuesta arriesgada. Y salió mal.

La falta de experiencia la hizo cometer errores. Y fue ridiculizada hasta el extremo, a veces con algo de crueldad e injusticia. En una entrevista no supo citar ningún periódico que leyese y el equipo de la campaña de McCain que la preparó para el debate con Joe Biden (candidato a vicepresidente con Obama) filtró a la prensa que en las sesiones previas Palin no sabía que Estados Unidos, Canadá y México eran los países del Tratado de Libre Comercio y que se refirió a África como a un país y no un continente. Ella se quejó diciendo que esos comentarios se habían “sacado de contexto”.

Pero fue otra frase suya la que más veces se ha parodiado y repetido, y ha calado más en su versión deformada que en la original. “Puedo ver Rusia desde mi casa” nunca fueron las palabras pronunciadas por Palin, pero sí la que pasaron a la posteridad. En una entrevista televisiva de campaña con la CBS, lo que dijo Palin fue: “Son nuestros vecinos de al lado, y de hecho se puede ver Rusia desde tierra aquí en Alaska, desde una isla en Alaska” al ser preguntada específicamente sobre qué le aportaba esa proximidad. Es cierto que tanto desde los picos más altos de Alaska como desde las islas Diómedes (una rusa y otra estadounidense), se puede ver Rusia desde Alaska. Lo que resultó ridículo fue que intentase presentar eso como credencial de experiencia en política exterior.

Pero fue la hilarante parodia del programa televisivo Saturday Night Life la que dio la puntilla al asunto. En ella aparecían Hillary Clinton y Sarah Palin con este diálogo:

—Palin: “Hillary y yo no estamos de acuerdo en todo…”

—Clinton: “En nada. Yo creo que la diplomacia debe ser la piedra angular de cualquier política exterior”.

—Palin: “Y yo puedo ver Rusia desde mi casa”.

Palin trató de reivindicarse años después. Aunque no se llevó titulares, en esa campaña también dijo: “Después de que el ejército ruso invadiera Georgia, la reacción del senador Obama fue de indecisión y equivalencia moral, el tipo de respuesta que solo serviría a Putin para invadir Ucrania a continuación”. Y cuando Rusia se apoderó de Crimea en 2014, escribió en Facebook: “Sí, lo pude ver desde Alaska. Normalmente, no soy de los que dicen ‘te lo dije’, pero lo hice”

Durante la campaña a la Casa Blanca, Palin también tuvo que lidiar con el embarazo de su entonces hija adolescente Bristol. Cayó en la trampa de un humorista radiofónico que se hizo pasar por Nicolas Sarkozy, entonces presidente de Francia. Difundió bulos sobre Obama que la dejaron en evidencia a ella. Se gastó decenas de miles de dólares de los fondos de la campaña en vestidos y ropa para ella y su familia. La campaña fue tan desastrosa que dio para una película, Cambio de juego (Game Change), con Julianne Moore como protagonista, en la que ella no salía bien parada. Los vicepresidentes no deciden las elecciones en Estados Unidos, pero Sarah Palin fue señalada por parte del equipo de McCain como culpable de su derrota. El propio senador, en cambio, la elogió sin reservas.

Madre de cinco hijos y abuela de ocho nietos, Palin se divorció en 2019. Su exmarido alegó incompatibilidad de caracteres que hacía imposible su convivencia en pareja tras 31 años de matrimonio y un noviazgo desde el instituto. En esta campaña, la política republicana se ha echado en los brazos de Trump para intentar llegar al Congreso. Si no lo logra en las elecciones de este martes, aún tendrá una nueva oportunidad el 8 de noviembre.

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