Schmeichel, de padre a hijo

Kasper Schmeichel celebra la victoria de Dinamarca ante Rusia.
Kasper Schmeichel celebra la victoria de Dinamarca ante Rusia.MARTIN MEISSNER / AFP

Dinamarca vuelve a ser la gran revelación de una Eurocopa 29 años después. La selección, después del varapalo sufrido nada más empezar por el desplome de Eriksen en pleno partido contra Finlandia, ha alcanzado la semifinal del torneo continental por tercera vez en su historia, la primera en este siglo. “Nosotros queremos hacer nuestra propia historia. Tratamos de inspirar y unir a nuestro país”, afirmó su entrenador, Kasper Hjulmand, evitando la comparación de su equipo con el que ganó el título en 1992. Sin embargo, resulta imposible no trazar ciertos paralelismos por el grado de la hazaña y también por los artífices que la llevaron a cabo. Sobre todo, en la portería.

Kasper Schmeichel (Copenhague, 34 años) apenas tenía cinco años cuando su padre, Peter, canceló las vacaciones que tenían planeadas para el verano de 1992 y se embarcó en el mayor éxito de la historia de Dinamarca. La exclusión de Yugoslavia a última hora por la Guerra de los Balcanes dio el billete a los daneses, que no habían conseguido clasificarse y cuyos jugadores se encontraban en la playa a pocos días de comenzar el campeonato. Sin presión por la poca preparación, el equipo se fue soltando y fue superando fases hasta llegar a la final contra Alemania, la entonces campeona del mundo. Para sorpresa de todos, el coloso germano no pudo superar a la humilde pero valiente Dinamarca, que se impuso por 2-0 con un héroe destacado: el portero Peter Schmeichel, nombrado el mejor jugador del torneo.

“No he hablado con él [con su padre, Peter], no necesito que me cuente nada de su experiencia porque todos los que crecimos en esos años conocemos al dedillo la historia de Dinamarca en 1992”, señaló su hijo Kasper, a las puertas del que será el mayor desafío de su carrera, contra Inglaterra en Wembley por un puesto en la final. “Está preparado”, resaltaba su padre en la televisión después de la victoria ante la República Checa en los cuartos de final. “Ha trabajado cada día de su vida para esto, es una inspiración también para mí. Hablamos de muchas cosas como padre e hijo, pero no tengo que darle ningún consejo”, añadió el exguardameta del Manchester United.

Ahora, Kasper busca emular a su progenitor, del que ha heredado su gran envergadura (mide 1,89m por el 1,91m de su padre), sus manos firmes y la creencia de que nada en el fútbol es imposible. Si Peter protagonizó una de las mayores gestas futbolísticas del final del siglo XX, Kasper vivió la del inicio del siglo XXI: la Premier conquistada por el Leicester en 2016.

La carrera de Kasper no había sido nada fácil hasta el momento, deambulando por las categorías inferiores del fútbol inglés, siempre bajo la lupa por llevar el apellido de El Gran Danés. Sin embargo, ambos fueron jugadores de explosión tardía. Peter fichó por el Manchester United con 29 años, unas semanas antes de la Euro del 92. Con el título bajó el brazo, se convirtió en un fijo para Ferguson y en una leyenda en Old Trafford: cinco Premier, tres FA Cup y una Liga de Campeones. Un palmarés que le colocan entre los mejores daneses de la historia.

El historial de Kasper no alcanza a rivalizar con el de su padre, el jugador que más veces ha vestido la camiseta de Dinamarca (129). Su hijo sumará su 71ª internacionalidad este miércoles en Wembley, soñando con conseguir la 72ª el domingo en la gran final. Hasta el momento no ha tenido actuaciones destacadas en el torneo, con su equipo crecido y en dinámica ascendente, pero Inglaterra será la prueba de fuego. Su enemigo es casi tan temible como al que se enfrentó su padre. Pero los Schemeichel saben que los milagros existen. “Debemos pensar en grande y la pregunta que debemos hacernos es: ‘¿por qué no nosotros?”, zanjó Kasper.

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