U-cra-nia, U-cra-ni-a”. El inflamable cántico que el martes desprendían las 15.000 gargantas de la hinchada local que acudieron al estadio Olímpico de Kiev solo cesaba cuando la pelota caía en las botas de Adama Traoré, titular por primera vez con la Roja para desmontar la teoría de que solo puede ser un revulsivo.
La actuación de Traoré alcanzó el ideal de cualquier extremo. Como cada arrancada era un retrato para el lateral izquierdo ucraniano, Sobol, o para los compañeros que trataron de ayudarle, España volcó de manera descarada el juego por el lado del exterior del Wolverhampton. La secuencia se repitió una y otra vez. Recibía estático, enseñaba la pelota a su par, y se la echaba a su pierna derecha para, en su demoledora arrancada, sacar al menos un metro a sus marcadores. Espacio suficiente que le permitía enguantar las roscas o tirar centros atrás.
El volumen de acciones de desborde y pase que Adama generó fue considerable. Hasta 11 veces logró ganar la línea de fondo y poner el balón en el área. Sin embargo, cada centro evidenció el problema que diezma a España desde que David Villa abandonó la selección en 2014 —aunque regresara para un choque 38 meses después—. A la Roja le penaliza, sobremanera, que en este tiempo no haya cuajado un goleador contrastado. El partido contra Ucrania fue el último ejemplo de la sequía que embarga a la delantera.
Con la vista puesta en la próxima Eurocopa, Francia cuenta con Mbappé y Griezmann, Portugal con Cristiano Ronaldo, Alemania con Timo Werner, e Inglaterra con Harry Kane. Incluso Polonia podría dar guerra si Robert Lewandowski hilara una buena racha durante el torneo.
No deja de ser curioso que Luis Enrique haya encontrado una solución tan arrolladora en la figura de Adama Traoré para llegar al gol por banda y que la gran mayoría de sus centros planearan templados por el área sin apenas encontrar una cabeza o una pierna amiga que los rematara. Ni de delanteros, ni de centrocampistas. Por allí tuvo que aparecer a la desesperada Sergio Ramos en los minutos finales para cazar dos remates que rondaron el gol. Otra señal del mal que persigue a España.
La nómina de delanteros de referencia citados para esta ventana por Luis Enrique, Rodrigo y Gerard Moreno, tienen un punto en común. Juegan bien de espaldas y manejan bien los códigos de los movimientos en la periferia del área, pero no son matadores dentro de ella. Rodrigo nunca ha pasado de 20 goles en una temporada. Su mejor registro fue la campaña 18-19 con el Valencia, 19 dianas. La temporada pasada se quedó en siete. Gerard Moreno, tampoco ha superado ese registro, aunque en el último curso alcanzó la veintena por primera vez en su carrera.
Semejante panorama ha llevado a Luis Enrique a probar en momentos puntuales de la ventana de septiembre y de esta última con Ansu Fati, Ferran y Oyarzabal como nueves, convencido de que el equipo debía encontrar otras vías para generar ocasiones. En ambas convocatorias descartó a Morata, Alcácer y Aspas. Diego Costa ya es un recuerdo y no hay visos de que haya lugar para los Jaime Mata, Borja Iglesias, Loren o Mayoral.
El mismo problema
“Tenemos gol suficiente. Me encanta el perfil que traemos. De los siete, ocho, que pueden jugar en las posiciones de arriba, todos los que hemos llamado pueden intercambiar posiciones. Por fuera, por dentro, de interiores… Y todos pueden llegar a gol”, explicó el seleccionador cuando hace un mes dio a conocer la lista para el amistoso en Alemania (0-0) y el estreno de la Liga de Naciones ante Ucrania (4-0) en Madrid. El razonamiento en el que se apoyó Luis Enrique para configurar ese listado de delanteros señalaba una nueva manera de atacar. “Me he dado cuenta de que con centros y remates no hemos hecho muchos goles”, arguyó por entonces. Curiosamente, el mismo problema que se ha encontrado con la explosión de la figura de Adama Traoré. El hombre se hinchó a desbordar y centrar y en el área no había un especialista consumado del remate.
Oyarzabal logró el único gol que ha marcado la selección en estos últimos tres partidos sobre un total 48 remates, de los que solo un tercio, 15, fueron a puerta. Y su tanto ante Suiza fue fruto de la presión alta que propició un pase forzado del meta Sommer a Xhaka. El resbalón de este último le dejó la pelota franca a Mikel Merino en el área para asistir a su compañero de club. De todos los delanteros que ha citado Luis Enrique desde su regreso, es Ansu Fati el que reúne más condiciones potenciales para el gol. Incluso parece ser el que lo persigue con más ansia. En Kiev tuvo una ocasión clara, un mano a mano un tanto escorado que optó por ejecutar con su pierna izquierda cuando a su derecha tenía solo a Rodrigo, nuevo delantero del Leeds.
Fati podría ser ese goleador buscado, pero mientras, Luis Enrique juega con la estadística. Si con 21 remates no es suficiente para marcar un gol a Ucrania “lo que hay que hacer es generar más ocasiones”.
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