Sed de venganza con lo sucedido en 1988

Han pasado 32 años; pero la cicatriz sigue ahí, para los supervivientes de los 30.000 que lo vieron en la grada y fueron víctimas de los golpes de la policía a la salida y los que lo sufrieron, entre abatidos e indignados, por la televisión. Hoy se cumplen 32 años de la final de Copa del Rey perdida por la Real Sociedad contra el Barcelona en la fatídica noche del Santiago Bernabéu. El mazazo, anímico y físico por la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, fue de los más fuertes de la historia. Un relato de frustración y de traición. 32 años después, la Real pueda cobrarse la revancha de aquello, ganando esta Copa del Rey ante el Athletic. Una venganza servida en plato frío, tanto que de momento ni se sabe cuándo se va a servir.

Y es que ahora, como entonces, la Real parte como favorita. Pero quizá no tanto como el 30 de marzo de 1988. La Real cabalgaba en la segunda posición de la clasificación de la Liga, ocho puntos por debajo de un Real Madrid que la postre sería inalcanzable. La temporada con Toshack en el banquillo y la fusión entre los supervivientes del equipo campeón de Liga (Zamora, Arconada, Bakero, Górriz, Gajate, Larrañaga) y las nuevas generaciones (Txiki, Rekarte, Loren) había hecho de la Real un equipo poderoso y fiable. Entonces, como ahora, la exhibición en el Bernabéu, en 1988 con un 0-4 en la vuelta de semifinales y ahora con un 3-4 en cuartos, ejerció de acelerador de la ilusión por el título.

La mejor muestra de la expectación y esperanza que generó en una y otra hinchada la final la determinaron la presencia de seguidores en las gradas. En torno a 30.000 realistas abarrotaban medio Santiago Bernabéu y sólo 4.000 hinchas culés poco creyentes en una gesta deportiva se dejaron ver en el otro fondo. La Federación había entregado 13.000 localidades a cada club, de las que el Barcelona devolvió enseguida 9.549. La Real solicitó una partida inicial de 11.000 más para un total de 24.835, pero se calcula que hubo 5.000 más en las gradas. Si la final de este año se termina disputando y es en La Cartuja, al club txuri urdin llegarían en torno a 22.000 tickets. La demanda del Athletic en este caso es asimismo muy elevada.

El gol de Alexanco

Toshack alineó a Arconada; Zúñiga (Fuentes, min. 69), Górriz, Larrañaga, Gajate, López
Rekarte; Zamora, Bakero I (Uría, min. 64), Bakero II, Begiristain y Loren. Luis
Aragonés, técnico del Barcelona planteo un partido muy táctico, en el que apenas pasó nada, salvo ese gol de Alexanco tras un rechace de Arconada y las cargas de la policía a ambas aficiones durante el partido. Fue peor el escenario posterior con los porrazos y las carreras por La Castellana con los agentes a caballo. Dolieron los golpes, sobre todo el de la traición.

Si la Real había llegado hasta ahí fue, entre otras cosas, porque ses mejores jugadores habían brillado con luz propia. Pero aquella noche del Bernabéu no aparecieron ni José
Mari
Bakero, ni Txiki
Begiristain ni López
Rekarte. ¿Mal día o felonía? Sólo unos meses después, los tres fueron presentados como jugadores del Barcelona. Ganar la Copa era el único salvoconducto de un Barcelona despellejado y eliminado de la UEFA que cabalgaba noveno en la Liga, con los pretéritos negativos en la clasificación. Con la consecución de ese título que nadie esperaba, el Barça pudo jugar en Europa al año siguiente porque la amenaza de quedarse fuera por primera vez planeó sobre una plantilla que había protagonizado el popular ‘Motín del Hesperia’ semanas antes, por diferencias con Núñez con los contratos de imagen y el pago de impuestos y multas a Hacienda. 20 de aquellos futbolistas, más su entrenador, Luis
Aragonés, fueron despedidos al finalizar aquella temporada.

La Real, con jugadores que en su inmensa mayoría no habían nacido por aquellas calendas, tiene ahora la oportunidad de vengar en Sevilla lo sucedido aquella tarde infame de hace 32 años. Y devolver la gloria perdida.