Selgascano: arquitectura con permiso de la naturaleza


Cuando los ganadores del MDF Award José Selgas (San Sebastián, 1965) y Lucía Cano (Madrid, 1965) acometieron en 2017 el diseño del pabellón Martell , una estructura efímera y translúcida para acoger las actividades de la fundación de la empresa francesa, aplicaron unos principios similares a los del Serpentine Pavilion de 2015. En esa ocasión, idearon una estructura con forma de crisálida en la que la visita se convertía en un juego para los sentidos: “Se buscó una manera de que el público pudiera experimentar la arquitectura a través de elementos simples: la estructura, la luz, la transparencia, las sombras, la ligereza, la forma, la sensibilidad, el cambio, la sorpresa, el color y los materiales”. En esta enumeración está contenida la compleja mezcla de sensaciones que se experimenta ante sus construcciones, pero sobre todo la voluntad de que las obras arquitectónicas planteen un diálogo con las personas.

Con su primer trabajo de relevancia, el Auditorio de Badajoz (1999), ya habían practicado otra de sus señas: heredar el pasado constructivo. El auditorio ocupó el lugar de la plaza de toros, que a su vez estaba integrada dentro de un baluarte defensivo. El resultado, con forma circular y estructura translúcida y parcialmente subterránea, remite a la antigua plaza, que se percibe como a través de un sueño.

Pero el aspecto más importante y decisivo en la obra de Selgascano, y consecuencia de lo anterior, es la manera en que buscan adaptarse al paisaje: “El diseño tiene que conectarse con la naturaleza”. Así, en el Centro de Congresos y Auditorio de Plasencia, de 2017, idearon un edificio que se acomodaba a las irregularidades del terreno, y al que se accedía a través de una rampa, dando la sensación de estar accediendo a un barco que navegase sobre un mar de granito. Todo es posible cuando, además, el diseño apela a la imaginación.


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