La historia la conocen bien los lectores de mi fantástico libro A prop de les estrelles de l’NBA, pero a tenor de que hace ya años que está agotado, y bajo presión popular, volveré a explicar qué aconteció entre Michael Jordan y un humilde periodista catalán en aquel día de octubre de 1997 en Bercy, París.
Fue durante la celebración de un McDonald’s, una especie de mundial oficioso que enfrentaba a un equipo de la NBA con los mejores clubes europeos y que era un campeonato fantástico al cual nunca dejaba de asistir. La presencia de los Bulls de Jordan, Pippen, Kukoc, Rodman y compañía fue un acontecimiento con un eco tremendo, con centenares de periodistas acreditados llegados desde todas las partes del universo. Y no exagero: aquello era un guirigall tremendo, y trabajar era poco menos que imposible.
Por eso se habilitó una sala enorme para que Air Jordan diera un rueda de prensa multitudinaria. A mi, queridos lectores, las ruedas de prensa no me han gustado nunca, porque nos alejan de uno de los géneros más hermosos del periodismo: la entrevista. Pues bien, allá estaba yo el día de autos con Jordan, impecablemente vestido, contestando con una paciencia enorme a preguntes aburridas hasta que pensé: “Robi, esto tienes que animarlo”.
Dicho y hecho, pedí el micro. Para poneros en antecedentes decir que, por aquel entonces, Ronaldo Nazario, jugador del Barça, era el mejor futbolista del mundo, el Messi de los noventa. Pedí el micro y me lancé al vacío:
– Good morning, Mr. Jordan. I want to ask you a diferent kind of question
Al escuchar esto, Jordan me miró. Proseguí rápido:
– It’s a question specially interesting for us, reporters from Europe and South America.
De repente se hizo el silencio en la sala, y Jordan me miró con mayor atención:
– Mr. Jordan. Do you know who is Ronaldo?
Y entonces una ola de expectación cubrió el espectro de Bercy hasta que la figura de los Bulls respondió con un definitivo “No”. Y entonces, con un gesto de las cejas, me preguntó…
– Ronaldo is the best soccer player in the world, respondí.
– I know Pelé, concluyó Jordan, con una sonrisa.
Ah, amigos. Allá se armó la marimorena. Los de la NBA se enfadaron conmigo porque pensaron que yo había intentado dejar en ridículo a Jordan. Yo, que a su lado era y soy un xitxarel·lo, y cuando había pretendido exactamente lo contrario: demostrar que por una vez el baloncesto estaba por encima del fútbol, porque lo que estaba claro es que Ronaldo sí sabia quien era Michael Jordan. Ahora, con las redes sociales y los tentáculos de las grandes marcas deportivas extendidas por todo el mundo, este desconocimiento sería imposible, pero entonces, en aquel lejano 1997, yo hice la pregunta sabiendo cual sería la respuesta.
Al terminar la rueda de prensa los periodistas brasileños y argentinos se acercaron a mí escandalizados, casi ofendidos. “¿Cómo es posible que este boludo (sic) no sepa quién es Ronaldo?”, me comento uno de ellos.
Pero lo mejor estaba por llegar. Lo encontramos en un titular del periódico L’Equipe al día siguiente: “Periodista sudamericano deja en evidencia a Michael Jordan al preguntarle por Ronaldo”. El periodista sudamericano era yo, Jorge Alberto Robirosa Dejean, para servirles.