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Sergio Ramos atravesó el desierto más árido de su carrera: 207 días sin jugar por lesión que concluyeron este domingo al mediodía en Saint-Étienne, en la falda de los Alpes, bajo un cielo encapotado que descargaba nieve, en otro triunfo sin gloria del PSG en el campeonato francés. El equipo más exuberante de Europa comenzó encajando el primer gol y solo pudo imponerse en la segunda parte, 1-2 y 1-3, una vez que a su rival le expulsaron a Kolodziejczak, al filo del descanso. La mejor noticia de la tarde para el club de París fue la espléndida impresión que proyectó Ramos en las coberturas lo mismo que en la gestión del balón. La peor fue la lesión de Neymar, que sufrió una torcedura en el tobillo izquierdo. Lo retiraron en camilla después de que pidiera el cambio a gritos.
1
Etienne Green, Kolodziejczak, Nelson Sissoko (Harold Moukoudi, min. 45), Miguel Trauco, Mickael Nade, Boudebouz (Lucas Gourna Douath, min. 71), Denis Bouanga, Yvann Maçon (Jean-Phillipe Krasso, min. 86), Mahdi Camara (Lucas Calodat, min. 85), Adil Aouchiche (Zaydou Youssef, min. 45) y Khazri
3
Gianluigi Donnarumma, Marquinhos, Sergio Ramos, Achraf Hakimi, Bernat, Danilo Pereira, Neymar (Eric Junior Dina Ebimbe, min. 87), Messi, Idrissa Gueye (Paredes, min. 74), Di María y Kylian Mbappe
Goles 1-0 min. 22: Denis Bouanga. 1-1 min. 46: Marquinhos. 1-2 min. 78: Di María. 1-3 min. 90: Marquinhos.
Árbitro Jerome Brisard
Tarjetas amarillas Nelson Sissoko (min. 17), Boudebouz (min. 31), Bernat (min. 32) y Mahdi Camara (min. 34)
Tarjetas rojas Kolodziejczak (min. 44)
“Trabajamos muy bien”, dijo Di María, autor del gol que desatascó el partido, “presionamos muy bien”. No fue casual que el extremo argentino localizara el motivo del buen juego del Paris Saint-Germain en los esfuerzos colectivos sin balón, ni que esto coincidiera con la incorporación de Ramos.
El equipo venía de sufrir una dolorosa derrota en Champions ante el Manchester City y arreciaban las críticas ante la exhibición de indolencia de sus tres atacantes, Messi, Mbappé y Neymar, descolgados del pelotón de plebeyos. Las responsabilidades parecían nítidas. Pero los medios de comunicación franceses apuntaron al entrenador, Mauricio Pochettino, a quien señalaron como alguien que permanecía aislado en un hotel, resistiéndose a hablar francés e incapaz de amalgamar la plantilla que habían puesto a su disposición los propietarios cataríes. El liderato del equipo en la Ligue 1, con 14 puntos de ventaja sobre el Niza, segundo clasificado, no disipaba una nube de crisis. El club necesitaba cambiar de rostro camino de Saint-Etienne y la reaparición de Ramos ofreció la mejor de las restauraciones para un equipo que se resquebraja por falta de orden defensivo.
El central sevillano, de 35 años, no jugaba un partido desde que contradijo a los médicos para disputar la vuelta de semifinales de la Champions, contra el Chelsea en Stamford Bridge, el 5 de mayo. Entonces no solo precipitó su rehabilitación tras una operación del menisco de la rodilla izquierda. También estuvo a punto de comprometer su carrera inexorablemente. Cuando el Madrid no le renovó en junio se encontró sin club y gravemente lesionado por primera vez en toda su carrera. Le contrató Nasser Al-Khelaifi, presidente del PSG, en un alarde de magnanimidad que tenía mucho que ver con el desafío político que se ha propuesto Catar en la industria del fútbol. Los dueños cataríes del PSG emplearon el reclutamiento del excapitán madridista para reforzar sus demostraciones de soberanía frente al poder establecido del fútbol europeo. Cada día que se retrasó el regreso de Ramos a la competición, primero por la inestabilidad de la rodilla y luego lastrado por problemas en el sóleo, supuso un contratiempo para la reputación internacional del proyecto que encabeza Al-Khelaifi. La presión era doble sobre Ramos cuando Pochettino le situó en el equipo titular este domingo. Su actuación sobre el campo tuvo el mismo peso que fuera de él.
Ramos no decepcionó el día que Pochettino redobló su apuesta respecto al Etihad. Si contra el City formó un 4-3-3, contra el Saint-Etinenne desplegó un 4-2-4. Una invitación al ataque total y al desequilibrio total. Donnarumma fue el portero; Hakimi, Marquinhos, Ramos y Bernat los zagueros; Danilo Pereira y Gueye los pivotes; Di María, Messi y Neymar los trescuartistas; y Mbappé el punta. Sostenido apenas por dos volantes, el armazón no se desestabilizó al primer contacto con el adversario por la generosidad de Di María y la jerarquía de Ramos, que se metió en el mediocampo a distribuir la pelota con una precisión tal que ayudó a sus compañeros a posicionarse en campo rival. Sus vigilancias a Aouchiche, Khazi y Boudebouz, los jugadores más preclaros del equipo local, impidieron contragolpes penetrantes. Bien afirmado en su central, el PSG se juntó mejor con la pelota y sin ella.
Se diría que el PSG controlaba el partido en todos los apartados cuando se desordenó en la defensa de una falta lateral. Khazri asistió a Kolodiejczak, Marquinhos rompió el fuera de juego y el rechace de Donnarumma fue pasto de Bouanga. El 1-0 empinó la cuesta para el PSG, que alcanzó el minuto 45 sin encontrar soluciones claras a su dominio, tal vez porque Messi se encontró bien enjaulado entre los centrales y los pivotes, que no le permitieron ni un centímetro de autonomía.
Lesión de Neymar
El aire se saturaba de copos de nieve cuando el PSG encontró una luz inesperada en la tormenta. Un pase de 30 metros de Marquinhos a Mbappé, para que corriera entre los centrales, acabó con el delantero derribado. Lo zancadilleó Kolodziejczak, sancionado inmediatamente con roja directa. De la falta sucesiva, lanzada por Messi, derivó el cabezazo de Marquinhos, autor del 1-1.
El PSG jugó peor la segunda parte que la primera. Menos dinámico y más evidentemente insolidario contra diez que contra once, se dejó llevar por las circunstancias favorables a la espera de lo que parecía un desenlace triunfal. Neymar y Mbappé se toparon con Green, el portero inglés, en tres jugadas relampagueantes. Pero el Saint-Etienne, equipo bravo, no dejó de estirarse en busca de réplicas hasta que recibió el 1-2. Sucedió a pase de Messi que remató Di María cuando la defensa agotada ya no llegaba a las basculaciones. Marquinhos remachó el 1-3 para cerrar la velada, honrando, otra vez de cabeza, un pase de Messi que todos celebraron efusivamente.
La lesión de Neymar, cuando faltaban cinco minutos para el final, empañó la victoria y sembró nuevas incógnitas con viejas tramas. Llega el invierno, una vez más, y Neymar presenta una lesión que, a la espera de evaluaciones profundas, amenaza con dejarle fuera de los partidos decisivos de Champions.
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