Final de temporada, horas de balance y movimientos en los banquillos. Sevilla, de plena actualidad por la final de Copa, tiene sus dos banquillos libres. Los técnicos de Betis y Sevilla, Setién y Caparrós, han sido despedidos aunque en situaciones distintas. Quique tenía un año más de contrato y ha llegado a un acuerdo para una rescisión amistosa y Joaquín es un hombre del club y puede encontrar cobijo en otros quehaceres.
Lo curioso del caso es que se trata de dos técnicos con ideas y estilos bien diferentes en la manera de entender el juego, pero que a la hora de la verdad han tenido un mismo destino final. Los despidos no entienden ni de juego posicional y combinativo, ni de juego directo y arengas emocionales.
A los dos les han echado preferentemente los resultados, pero en el caso de Setién han existido otras componendas: esa parte de la afición que más vocifera y un director deportivo con el que no compartía criterios futbolísticos.
De lo que nadie puede dudar es que vaya donde vaya el cántabro continuará a lomos del mismo librillo balompédico. A sus 60 años ya es complicado convencerlo de que un patadón en tu área a tiempo puede ser una victoria. Por lo demás, a su credo le pones un par de buenos delanteros y seguro que las historias y los resultados cambian. Lo siento, soy muy de Setién. Tanto como de Mendilibar que seguirá otro año en la élite. Donde se merece estar
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