Impresionado y sorprendido se quedó Vicent Todolí cuando vio unas fotografías en una galería en París en 2017. El exdirector valenciano de la Tate Modern no había visto nada igual, no podía adscribir las obras en ningún movimiento al uso, no era informalismo, ni realismo, ni expresionismo, ni surrealismo. “No tenían nada que ver con ningún estilo. Eran únicas”, recordaba este viernes en la presentación de la singular y extraña exposición dedicada al autor de aquellas imágenes, el artista y matemático japonés Shigeru Onishi (1928-1994), que se exhibe en el centro cultural Bombas Gens de Valencia.
Ya el título de la muestra apunta lejos, En busca del meta-infinito, y sintetiza el propósito de la obra de un creador que aplicaba sus conocimientos matemáticos, en concreto, de topología, a la fotografía, a la vez que alcanzaba un estado zen, creativo y meditativo, a través de la ingesta de sake. Tal vez al modo de las microdosis de alcohol que tomaban inicialmente los protagonistas de la películas Otra ronda, de Thomas Vinterberg, sugirió Todolí, comisario de la exposición.
Fotografías de Onishi, en Bombas Gens.Mònica Torres (EL PAÍS)
Esa relación con el sake se conoce, pero apenas hay información sobre un creador refractario a las luces mediáticas, que vivió apartado del mundo y del mercadeo del arte. Tuvo un breve reconocimiento entre 1955 y 1957 y acabó por abandonar la fotografía y dedicarse a la pintura abstracta. Su obra interesó al prestigioso crítico francés Michel Tapié, que tenía conocimiento de matemáticas y valoraba su aplicación en el arte. Tanto que organizó exposiciones del japonés en Turín a principios de los años sesenta. A partir de entonces, se perdió su rastro y su obra cayó en el olvido hasta hace unos años que ha empezado a recuperarse por un grupo reducido de expertos y coleccionistas.
A través del asesoramiento artístico de Todolí, la Fundació per Amor a l’Art, propietaria de Bombas Gens, incorporó a su colección nueve fotografías de Onishi, que ahora han sido el germen de la exposición que muestra por primera vez en Europa las pinturas abstractas del creador.
El comisario y también director artístico de la Pirelli HangarBicocca de Milán explicó que Onishi manipulaba la emulsión fotográfica sobre el papel con un pincel y creaba intencionadamente irregularidades en el desarrollo del revelado de la imagen. Además usaba ácidos para provocar decoloraciones y químicos para manipular el proceso final de fijación de la fotografía. “El acabado de sus obras las convierte en montajes fotográficos oníricos, en los que vislumbraba cuerpos desnudos, paisajes urbanos, árboles, retratos e interiores indeterminados”, indicó.
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Organizada en colaboración con el Fotografiemuseum Amsterdam (FOAM) y la galería Multiply Encoded Messages (MEM), de Tokio, la exposición refleja cómo la paradoja y la contradicción son una “parte esencial” de la obra del creador que está en “constante experimentación” para la que precisaba una “gran concentración y soledad”, añadió Todolí. Sus grandes pinturas abstractas sobre papel de arroz tampoco son catalogables dentro de ningún estilo, si bien remiten a la tradición japonesa por el uso de la tinta.
Durante la presentación, la directora artística de Bombas Gens, Sandra Guimaraes destacó las dificultades que han encontrado a la hora de organizar la exposición, principalmente por las pocas referencias y colecciones del artista, tanto en Europa como en su país de origen. Por todo ello, considera que se trata de uno de los grandes descubrimientos y una de las grandes apuestas de la temporada de Bombas Gens, un espacio privado emplazado en las naves rehabilitadas de una antigua fábrica de bombas hidráulicas, con detalles art déco en su fachada.
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