Después de la explosión realizadora de Mestalla, esperar una misma actuación de Raúl García ante el Real Madrid era casi una quimera, ya no solo por el hecho de que defiende mucho mejor la escuadra merengue, sino también por otro hecho diferencial que caracteriza a los blancos y que se reeditó una vez más.
En esta ocasión empezó avisando el veterano jugador navarro en su intento por incrementar sus 13 goles como león, ya de por sí una marca especialmente significativa. Pero estaba claro que no era el día, como se pudo comprobar en el tramo final de un encuentro que se calentó de una manera que podía ser previsible. Cuando no se cortan algunas entradas, pasan estas cosas.
En una de esas clásicas jugadas en las que Raúl García se muestra cuco a lomos de su experiencia, sacó lustre a un cabezazo que tuvo que repeler Courtois, que pasó sus apuros con ese remate de complicada factura. Dada la naturaleza del partido, se sabía que el navarro iba a disponer de escasas ocasiones como esa para poder echar un cable. La tupida red blanca lo impedía, la poca precisión de los centros bilbaínos también.
Se veía venir
Para que no faltara nada, tuvo que llegar el momento de las tendencias, en el que se enseguida se ve de qué es equipo es cada jugador. Minutos después de señalizado el penalti a Marcelo, Sergio Ramos pasaba por ahí y pisó el pie de Raúl García. Un detalle sin importancia, son cosas de la vida sin mayor trascendencia. No fue para tanto lo del rojiblanco.
Estaba en el área, pero son gajes del oficio y hoy paz y mañana gloria. Aunque el arrebato de rabia se prolongó durante buena parte de los minutos que faltaban, Raúl García y los suyos lo intentaron más por la vía del corazón que de la claridad de ideas.
Estaba la mente como para pensar detenidamente y atinar con la manera de hacer daño a un Real Madrid que posiblemente también se viera beneficiado en la señalización del penalti a Marcelo, porque da la impresión de que antes de que le pisaran al lateral zurdo pudieron hacerle falta al navarro. Pero no tocaba revisar esa jugada desde su génesis ni tampoco cómo Ramos le puso morado el pie al rojiblanco. Y también le dio un codazo a Dani García en la segunda parte dentro del área rojiblanca. Era roja.
Casemiro, a lo suyo
Al margen de esa situación y del vuelo sin motor de Muniain tras una entrada de Casemiro -totalmente inesperado, oiga-, Raúl García no pudo disfrutar de un juego con precisión que pudiera favorecer su mejor versión. Para colmo vio en la primera parte una tarjeta amarilla – dudosa- tras una disputa con Marcelo que le privará de jugar ante el Sevilla cuando más lo necesita el Athletic, dado que Williams está ofuscado de cara a puerta.
Pues habrá que extraer una lección positiva, por lo menos para consolarse: el navarro disfrutará de algo de descanso, pero a Garitano le sentará a cuerno quemado. Son las cosas del arbitraje.
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