Simeone le puso voz a la grada


En un Wanda Metropolitano vacío que se estrenaba en el reinicio de LaLiga tras la pandemia de coronavirus, los gritos del entrenador argentino Diego Pablo Simeone resonaron sustituyendo a todo un graderío, en la ajustada victoria por 1-0 del Atlético de Madrid ante el Real Valladolid.



“En todo momento busco ante todo que me sientan mis futbolistas y que obviamente les genere una ayuda como entrenador que podemos transmitir algo desde afuera (…) La gente no va a estar, las circunstancias de hoy son distintas y tendremos que adaptarnos”, afirmó el técnico en la víspera de una sufrida victoria.

Y sus gritos, habituales en cada encuentro pero soterrados por el bullicioso hervidero que suele ser habitualmente el Wanda Metropolitano, se hicieron más protagonistas que nunca en el ambiente de un coloso edificio con capacidad para 68.000 espectadores, reducido a dos centenares de personas, entre jugadores y técnicos, personal de seguridad, trabajadores y prensa.

Aunque el club intentó darle otro cariz al reencuentro con su estadio sin su hinchada, propiciando un ambiente emotivo con una pancarta en el tercer anfiteatro con el lema ‘Desde el cielo te voy a animar’ en referencia a los aficionados fallecidos por la COVID-19, y con carteles y banderas de las diferentes peñas.

También con pequeños detalles, como las camisetas, acompañadas por dos claveles, rojo y blanco, colocadas en las butacas de cada uno de los 50 abonados fallecidos durante esta pandemia, o los homenajes a los exfutbolistas del club fenecidos durante este periodo.

Así, una camiseta del difunto entrenador serbio Radomir Antic apareció en uno de los asientos del banquillo local, más vacío que nunca por la exigencia de que los suplentes estuvieran en el primer graderío, mientras que en el palco se colocaron las zamarras de las leyendas Joaquín Peiró, Miguel Jones, José Luis Capón y del infantil Christian Minchola.

Con todo ello, al Metropolitano le siguió faltando el aliento de un público que habría sufrido con la primera amenaza visitante, un chutazo del extremo blanquivioleta Waldo Rubio -que desvió el esloveno Jan Oblak en su milagro diario- y disfrutado con la reacción posterior de su equipo.

Porque un cabezazo de Álvaro Morata a centro del mexicano Héctor Herrera -de nuevo titular por segundo partido consecutivo a los mandos de un centro del campo rojiblanco sin Koke Resurrección ni Saúl Ñíguez, una rara circunstancia en este equipo- y un disparo alto del portugués Joao Félix constituyeron una respuesta convincente del Atlético, que se volcó, pero no encontró caminos más claros a la portería del debutante José Antonio Caro.

En un primer acto de juego vertical, el Valladolid también amagó sin acabar de golpear. Lo tuvo el brasileño Matheus Fernandes, el mediocentro fichado por el Barcelona al Palmeiras y cedido al conjunto pucelano que debutó hoy y tuvo hasta dos contragolpes para adelantar a los suyos, pero en uno no llegó a rematar y en el otro su disparo se fue por poco a un lado de Oblak.

Con el 0-0 en el electrónico al intermedio, la segunda mitad fue lo contrario. Espesa y trabada, los disparos lejanos del francés Thomas Lemar o el ghanés Thomas Partey eran las únicas amenazas locales, y del segundo intentó del africano -despejado con mérito por Caro– llegó el córner del que saldría el 1-0.

El saque de esquina mal despejado por el meta del conjunto vallisoletano permitió rematar casi a placer al extremo canario, cuyo cabezazo fue sacado del interior de la portería por Kiko Olivas. El balón ya había atravesado la línea y fue gol legal.

La última sustitución de Simeone, que antes había puesto sobre el tapete a Koke Resurrección, el belga Yannick Carrasco, Diego Costa y el argentino Ángel Correa, fue la del grito definitivo. El grito del gol que permite al Atlético sumar en busca de una próxima temporada con aficionados… Y con Liga de Campeones.


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