¿Son Los Angeles Lakers candidatos al anillo?

¿Son Los Angeles Lakers candidatos al anillo?

Han pasado más de tres años desde que el mundo se puso patas arriba. Tres años desde que todo lo que conocíamos se detuvo de improvisto y por completo. Tres años desde que la NBA, y otras muchas ligas que la seguirían, cerró las puertas sin una fecha de vuelta. La famosa nueva normalidad de la pandemia nos trajo la burbuja de Disney, ese ecosistema lleno de novedades y sorpresas. Ahí reinaron Los Angeles Lakers, campeones de unos playoffs atípicos, cuanto menos. Un título que los angelinos no habían estado cerca de repetir siquiera, hasta ahora.

Un arranque desalentador

Seamos sinceros, nadie esperaba que los Lakers, tal y como la temporada regular se había desarrollado, pudieran opositar al título de campeón de la NBA. El cambio de entrenador, con la llegada del novato Darvin Ham, no funcionaba; las continuas lesiones de sus estrellas asolaban al equipo y el cuerpo técnico no lograba hacer encajar las piezas del puzle.

El balance de inicio de temporada, un 2-10 en contra, no hizo presagiar nada bueno. “Los Lakers están malgastando los últimos años buenos de LeBron”, opinaba la crítica americana. Y así parecía, señalando a una gerencia incapaz de rodear al Rey de aquello que necesitaba para volver a ser candidato al anillo. El verano pasado volvió a cerrarse con un sentimiento de amargura y decepción por parte de los aficionados angelinos. Una vez más, parecía que no se había hecho todo lo posible para dar con la tecla. 

No fue hasta después de Navidad, con el balance del equipo atosigando a la directiva, que los angelinos empezaron a oler sangre. Russell Westbrook no funcionaba, de eso no había duda, pero había que encontrar las piezas suficientes para que tirar la temporada no fuera una opción. ¿Cómo solucionar un marrón que no tenía arreglo? Apostándolo todo.

Renovarse o morir

El 23 de enero cayó la primera ficha de lo que acabaría siendo un efecto dominó imparable. Los angelinos traspasaban a Kendrick Nunn, otra de esas piezas que no habían hecho encajar, por Rui Hachimura. Sorpresa mayúscula en la liga, ya que el nipón aterrizaba en Los Ángeles sin que su nuevo equipo tuviera que renunciar a nada de valor significativo. Hachimura venía de promediar 13 puntos y 4 rebotes en los Wizards y se convirtió inmediatamente en un arma letal liderando a la segunda unidad.

Dos semanas después llegaría el bombazo, el movimiento que lo cambiaría todo. Tras cientos de rumores, Russell Westbrook jugaba su último partido con la camiseta oro y púrpura. Los Lakers habían organizado un traspaso a cuatro bandas para liberar espacio salarial y conseguir reforzar su plantilla. Además de Russ, Pat Beverley y Thomas Bryant también se despedían de LA. 

A cambio, los angelinos incorporaron a sus filas a D’Angelo Russell, en su segunda etapa con los Lakers, Malik Beasley y Jarred Vanderbilt procedentes de Utah y Mo Bamba, que ponía fin a su etapa en Orlando. Ninguna estrella salvo, quizás, Russell pero una retahíla de gregarios dispuestos a darlo todo para escudar a James y Davis en su camino hacia el título. La candidatura de los Lakers no era ni mucho menos oficial, pero la semilla ya había sido plantada.

25 victorias y 30 derrotas eran las cifras del casillero de la franquicia aquel 9 de febrero. Mucho trabajo por delante tras el parón del All Star y antes de que todo el pescado estuviera vendido. ¿Serían los nuevos fichajes capaces de darle la vuelta al asunto? Solo el tiempo lo diría pero el reloj corría en su contra.

Saltamos al 25 de marzo, a la caída de otra de las piezas de un dominó ya imparable. Los Lakers ganaban en Oklahoma City y colocaban su balance de victorias y derrotas por encima del .500 por primera vez en más de 400 días. Los angelinos habían tenido un récord negativo desde el mes de enero de la temporada pasada pero ahora navegaban seguros y convencidos. “Es un gran logro”, decía Dennis Schroeder aquella noche, “pero no hemos terminado”. Su entrenador fue un paso más allá: “Tenemos que afrontar los próximos partidos como lo que son, una oportunidad única de seguir creciendo. Hay que darlo todo en cada encuentro”. 

La confirmación y el cambio de líder

Desde aquella noche de marzo los Lakers no pararon. 18 triunfos y 9 derrotas hasta terminar el curso, ganando dos de cada tres encuentros para acabar en séptima posición de la Conferencia Oeste. No pudieron evitar el play-in, pero en vez de verlo como un problema los angelinos lo convirtieron en oportunidad. Todo servía como rodaje, como prueba antes de enfrentarse a los cocos.

Tras deshacerse de Minnesota, los Memphis Grizzlies esperaban en primera ronda. Un equipo joven, enérgico y correoso liderado por la flamante estrella de la liga, Ja Morant. Pero para ser un astro, sin embargo, hay que brillar. Precisamente eso se le venía pidiendo a Anthony Davis y precisamente eso ha hecho a lo largo de los últimos meses. El pívot se ha convertido en el eje central de la defensa angelina, el ancla que fija todas sus aspiraciones desde atrás.

En lo que llevamos de fase final, Davis promedia 22 puntos, 15 rebotes y más de 4 tapones por partido. La Ceja se ha convertido en un monstruo, la cara visible de un entramado defensivo que asfixia el ataque de sus rivales y les obliga a ajustar continuamente. Contra los Grizzlies los angelinos demostraron una solidez inesperada, a la altura de una plantilla con experiencia. No olvidemos que muchas de las piezas de este puzle apenas llevan dos meses compartiendo vestuario.

El reto ahora es gigante. Memphis era un rival duro pero los Golden State Warriors son el desafío definitivo para calibrar las aspiraciones de anillo de los Lakers. Los vigentes campeones titubean, pero no perdonan. Sacramento les llevó hasta el séptimo encuentro, forzando la maquinaria de los de Steve Kerr al máximo. Y apareció Stephen Curry. 50 puntos del mago de Akron para catapultar a los suyos a la segunda ronda.

Todo hasta que llegaron Darvin Ham y sus Lakers. El primer encuentro, en tierra de los Warriors, fue el mejor ejemplo de cómo pueden frenar los angelinos el vendaval ofensivo de sus vecinos californianos. Colapso absoluto de la zona, evitando los puntos fáciles de Golden State cerca del aro. (19/42 en tiros dentro de la zona). Los de Kerr apenas lograron sumar 28 tantos en la pintura en todo el partido, perdiendo una de sus mayores bazas de ataque.

¿Y Curry? Ante la dificultad de anotar de dentro, la lógica nos lleva a pensar en el jugador con el mayor rango de tiro de la historia. El base de los Warriors terminó con 27 puntos y un 41% de acierto en sus lanzamientos. Lejos de ser un mal encuentro, Curry tuvo grandes problemas para lograr un impacto real en el partido. Para el recuerdo queda el trabajo defensivo de Jarred Vanderbilt, cambiando constantemente sobre Steph y negándole el mínimo espacio que le permitiera generar para él o sus compañeros.

¿Y el segundo encuentro? Apenas esta madrugada los Warriors sorprendían con un sinfín de ajustes que ahogaron a los angelinos. La apuesta por el Curry pasador frente al ejecutor obligó a los de Ham a ajustar en defensa, renunciando a todo aquello que los ha hecho triunfar hasta ahora. Davis alejado del aro y sin poder anclar una defensa que se antoja vital para frenar a los de la bahía. Les toca a los angelinos, por tanto, mover ficha y recuperar el mando de la eliminatoria en su terreno.

Empatados 1-1 después de que Golden State corrigiera sus varios desajustes, la serie promete mucha emoción. Los dos mejores jugadores de la última década, frente a frente. Y sin embargo, Davis ya es el líder de estos Lakers y no LeBron; y no pasa nada. Ambos han encontrado la manera de retroalimentarse, de dar lo mejor de sí mismos en pos del bien común. 

Puede que los Lakers no estén por encima de equipos como Celtics o Suns a la hora de pensar en candidatos al título pero que nadie descarte a los angelinos. Este grupo recuerda mucho al de la burbuja y en L.A. tienen hambre de títulos.




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