Para Tomás Pina (Villarta de San Juan, Ciudad Real; 34 años) su infancia le recuerda al balón, pues no había día en el que no lo llevara entre los pies por las calles del pueblo hasta llegar al pabellón, donde jugaba al fútbol sala con sus amigos. También en el equipo que dirigía El Lute, regente de un bar, junto a su padre, que hacía las veces de segundo y que falleció cuando contaba con 15 años. Ambos siempre fantasearon con que llegaría a jugar en Primera, pero les parecía una opción más que remota y por eso quizá cada logro que consigue lo comparte con él, pues le transmitió la pasión por el esférico y por el Real Zaragoza, al punto de que acompañó al equipo en las finales exitosas de la Recopa de 1995 ante el Arsenal y en la copera de 2004 contra el Real Madrid. Ahora, con una carrera a cuestas, se mide contra el Barcelona este sábado (21.00).
Pregunta. ¿Por qué no se veía en Primera?
Respuesta. Porque sí que me llamaban de la selección de Castilla-La Mancha, pero nunca jugué en un filial y pasaron los años hasta que fui a Madrid para estudiar la carrera de Periodismo [llegó a tercero]. Devoraba los periódicos deportivos y pensé que podía ser una salida porque vivir del fútbol me parecía algo inalcanzable, pero al fichar por el Móstoles hicimos un año muy bueno y me fueron a ver equipos como el Celta, el Zaragoza y el Mallorca, que en 2008 me hizo la oferta para ir a su filial. Visto con perspectiva, creo que fue lo mejor que me pudo pasar porque disfruté de la infancia con mi familia sin tener que hacer el sacrificio de renunciar a ella.
Pregunta. ¿En qué jugadores se fijaba por entonces?
Respuesta. En Xavi, siempre fue mi referente aunque no tengamos el mismo estilo. También me gustó Ronaldo en el Barça, Redondo en el Madrid y, claro, del Zaragoza Kili González, Gustavo López y Savio. También Gabi Milito, del que tengo una camiseta. Con lo años amplié la colección y guardo con cariño la de Modric, Hamsik, Iniesta y, por supuesto, Xavi.
P. ¿Mallorca fue su trampolín y el Villarreal la eclosión?
R. Sí. Mallorca fue un regalo y me fui asentando con el tiempo en el primer equipo. Ahí entendí que podía competir en Primera. El salto lo di después en el Villarreal de Marcelino porque era otro mundo en cuanto a exigencias. No solo porque cambié luchar por no descender a por entrar en Europa, sino porque era un técnico que reclamaba una mentalidad ganadora.
P. Después pasó por el Brujas, donde se le perdió la pista…
R. No fue un punto negro porque tomé yo la decisión, pero escogí ese equipo por motivos equivocados.
P. ¿A qué se refiere?
R. Jugaban la Champions y quería probar fuera. Mostraron mucho interés y como la oferta económica era muy buena y me metieron prisa, acepté sin atender a otras posibles salidas. Pero perdí el gusanillo por jugar porque me lesioné, no era titular siempre… Decidí volver y, por suerte, se cruzó el Alavés en mi camino.
P. Lleva cinco años siendo titular en un club que utiliza el método Querejeta como ocurre en el Baskonia, de compras y ventas, también cesiones. ¿Cómo lo hace?
R. Laguardia y Pacheco llevan más años, aunque somos pocos, sí. Pero la fórmula funciona porque, aunque a veces con el agua al cuello, nos hemos mantenido en Primera. Es un club que sabe sufrir con el que me identifico porque lucha hasta el final. Buscaba un sitio familiar con la ciudad volcada con el equipo. ¡Y da gusto jugar en Mendizorroza! No somos muchos pero la afición es de Alavés y nada más. Yo también soy así, nunca fui del Barça o del Madrid.
P. Pues ahora se miden con el Barcelona… ¿Sin Messi ya no impone tanto?
R. No tanto, no, para que nos vamos a engañar. Antes se sufría allí los 95 minutos y recuerdo que al acabar los partidos pensaba: ‘Ojalá no tenga que volver el año que viene’. Pero ahora vas con la idea de competir y sacar algo, aunque lo normal es que nos ganen. Queremos discutirles el balón, algo que hace un tiempo era imposible. Hay que hacer que corran y que les entren las dudas, dar un pase de seguridad y luego moverles para que se desorganicen. Y si marcamos primero, todo cambia porque no hay tantos equipos que tengan facilidad para darle la vuelta al marcador. Y sin Messi el Barça tiene un vacío… Es que hacía todo, atraer rivales, dar el pase en profundidad o marcar.
P. ¿Cree que se ha perdido nivel en la Liga sin Messi ni Cristiano?
R. No lo creo. Quizá no es el mejor Madrid ni el mejor Barça, pero el nivel general de la competición se mantiene. Lo que está claro es que el hecho de que se vayan Leo y Ronaldo afecta a la Liga como producto y sería bueno que llegaran otros que marcan las diferencias como Mbappé o Haaland.
P. ¿Y qué le parecen los jóvenes del Barça que piden paso ahora?
R. Alucino con esta gente. El primer día que vi a Gavi hacer dos faltas y jugar con una intensidad increíble. ‘¿Este tiene 17 años?’, me dije; ‘no puede ser verdad’. No sé donde está el límite de estos chicos. Yo a su edad jugaba en el pueblo. Luego ves a Ansu y a Pedri y más de los mismo. Pero nadie se puede comparar con Leo porque es tan fuera de lo normal… No volveremos a ver nada igual. Pero con estos chicos, el Barça estará peleando otra vez por todos los títulos en dos años.
P. ¿Pero ahora se puede ganar a estos jóvenes desde la experiencia?
R. El juego de desestabilizar al rival siempre existe. No de mala manera ni mucho menos, pero sí con alguna frase, alguna entrada para marcar territorio. Quizá no sea nuestro partido, pero podemos servirnos de eso.
P. ¿Dice que no es su juego porque Calleja les hizo más valientes a la hora de jugar el balón?
R. Así es. Cuando llegó el año pasado, en una situación límite, lo primero que hizo fue darnos su confianza y nos pidió que jugáramos más desde atrás, que podíamos hacer mucho más con el balón. Tenemos que devolverle esa confianza.
P. Hay muchos entrenadores que dicen que si tuvieran mejores jugadores intentarían tocar más. ¿Cree que es real?
R. Yo diría que no. No solo es cuestión de los jugadores que tengan sino de cómo lo explican. Además, yo como futbolista prefiero que me digan lo que tengo que hacer antes que esos técnicos que dejan las cosas en el aire. Que sea asertivo y concreto. Un futbolista disciplinado acabará haciendo.
P. ¿A usted qué técnico le convencería?
R. De lo que he visto, el numero uno es Pep Guardiola. Pero disfruto con otros estilos. Los equipos de Marcelino me gustan por sus transiciones, por las contras y verticalidad. O los de Mourinho. También me gusta el Chelsea de Tuchel. Luego está Luis Enrique, que se habla mucho cada vez que hace una convocatoria pero el que sabe de esto ve los mecanismos y el trabajo que hay detrás. Desde fuera, te dan ganas de tener la posibilidad de trabajar con estos entrenadores.
P. Pero el fútbol moderno también exige más en lo físico, ¿no?
R. Sí, sí. Pero con los años te conoces más y yo tengo la sensación de que entrenándome bien puedo competir. Quizá no tengo mismas características porque antes era más impulsivo y me imponía más con el físico. Quizá tampoco tengo la misma velocidad, pero no llevo un estilo de vida de un chico de 23 años, hago entrenamientos preventivos, me cuido más en la comida, duermo más. Puede que a nivel de competición disfrutara más antes, pero mantengo intacta la ilusión. Con el tiempo conoces más el juego pero también uno mismo. Y si miro hacia atrás el viaje ha sido muy bonito. ¡Y lo que queda! Eso sí, el otro día hablaba con un chaval del equipo y le dije: ‘Creo que ya no me cambiaba contigo por todo lo que cuesta’. Son partidos, concentraciones, tensión…
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