La última andanada mediática de Rudy Giuliani, llena de inexactitudes seguidas de apuradas aclaraciones, causó malestar en Donald Trump y en algunos de sus allegados, que estarían contemplando la posibilidad de que el abogados del presidente se llame a silencio por un tiempo.
Trump se muestra frustrado con Giuliani, de acuerdo con funcionarios de la Casa Blanca y con republicanos al tanto de lo que sucede en la sede del gobierno, quienes no estaban autorizados a comentar conversaciones privadas.
El mandatario les dijo a sus asesores que tenía la sensación de que su abogado había empañado lo que consideraba una victoria en el terreno de las relaciones públicas: La inusual declaración del fiscal especial negando parte de las revelaciones que hizo BuzzFeed News, servicio según el cual Trump le había dicho a su abogado Michael Cohen que mintiese ante el Congreso.
El mandatario le dijo a allegados que Giuliani había “hecho cambiar los titulares” para peor y que también contemplaba la posibilidad de pedirle a su abogado que no hablase tanto con la prensa, al menos por un tiempo, de acuerdo con los funcionarios y los dirigentes republicanos.
Varias figuras ajenas al gobierno pero cercanas a Trump también expresaron reservas sobre Giuliani. Algunos miembros de la red informal de asesores a los que consulta el mandatario le recomendaron a Trump que sentase en el banco a Giuliani, aunque no que lo despidiese, según los informantes.
Trump no ha dado indicio alguno de que piense despedir a Giuliani.
Es sabido que Giualiani no le huye a las cámaras ni a las llamadas de periodistas. El ex alcalde de Nueva York lleva casi un año sirviendo de cortina de humo de Trump.
Más que un abogado, parece un portavoz presidencial que critica constantemente al fiscal especial Robert Mueller, quien investiga posibles contactos de la campaña de Trump con los rusos.
Pero recientes comentarios de Giuliani que recibieron amplia publicidad aumentaron la inquietud en torno a la efectividad del abogado.
La frustración con Giuliani no es nueva en el Ala Occidental. El ex alcalde asesora a Trump desde afuera del gobierno y se maneja en una órbita muy distinta a la de los funcionarios de la Casa Blanca, que deben salir a contener los daños que puedan causar sus declaraciones.
Algunos allegados a Trump plantearon que se prohíba a Giuliani dar entrevistas por la noche porque tienen miedo de que haya bebido, de acuerdo con tres republicanos allegados a la Casa Blanca,
Giuliani ha negado en el pasado tener problemas con la bebida.
El último episodio que acaparó titulares se produjo el domingo, cuando Giuliani se presentó en “Meet the Press”, de NBC, y cambió la sucesión de eventos relacionada con una torre de Moscú.
El abogado dijo que las gestiones se remontaban a noviembre del 2016. Esa declaración dio a entender que la Organización Trump estuvo negociando con Rusia hasta noviembre del 2016. Y armó un escándalo.
Giuliani difundió un comunicado al día siguiente en el que dijo que el proyecto del que se hablaba “era hipotético y no se basaba en conversaciones que tuve con el presidente”.
“Mis palabras no reflejan la secuencia real ni las circunstancias en que se hicieron esas discusiones”, expresó.
Horas después, Giuliani volvió a causar asombro en una entrevista con The New Yorker en la que dijo que había escuchado grabaciones de Trump y Cohen que no habían sido reveladas antes.
“No debí haber dicho cintas”, se justificó Giuliani al tratar de desdecirse. “No hubo cintas”, agregó. “Bueno, escuché cintas, pero ninguna tiene nada que ver con esto”. No dio más detalles.
Esta no es la primera vez que Giuliani se ve obligado a hacer aclaraciones, ya que a menudo hace relatos contradictorios alusivos a las investigaciones en torno a Rusia.
Este mismo mes armó otro lío al decir que solo podía dar fe de que Trump no había tenido contactos con los rusos, dejando abierta la posibilidad de que otros miembros de la campaña sí los hayan tenido.
“Rudy hizo un buen trabajo al ir a la televisión, responder a los críticos y elaborar una defensa para el presidente”, comentó Sam Nunberg, ex funcionario de la campaña de Trump. “Pero ahora hay que ser preciso, ya no puedes ser tan suelto de lengua. Tuvo un tropiezo serio”.
Ha habido ocasiones en las que las declaraciones de Giuliani han sido parte de una estrategia que busca atenuar el impacto de revelaciones negativas.
En mayo del año pasado, por ejemplo, Giuliani se presentó en el programa Sean Hannity’s Fox News y admitió que Trump le había devuelto a Cohen el dinero que pagó para comprar el silencio de Stormy Daniels, la actriz porno que dice haberse acostado con Trump.
La admisión fue vista primero como un paso en falso, después como una maniobra para minimizar el impacto de la noticia del pago y de posibles violaciones a las normas que rigen el financiamiento de las campañas políticas.
A Trump le agrada el estilo agresivo de Giuliani, pero a veces ha expresado malestar con sus desvaríos.
Giuliani, no obstante, sigue siendo considerado un miembro importante del equipo legal de Trump.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders no respondió el martes a preguntas sobre si Trump sigue confiando en Giuliani o no.
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