Donald Trump, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el jueves en la Casa Blanca. En vídeo, el presidente de EE UU. Jim LoScalzo GTRES | Vídeo: Reuters
Estados Unidos tenía este jueves decidido un ataque selectivo contra Irán como respuesta al derribo de un dron estadounidense el día anterior, pero canceló la operación en el último momento, con los aviones ya en el aire y los buques en posición. Según avanzó The New York Times por la noche, citando fuentes de la Administración, la ofensiva quedó suspendida sobre las 19.30 (hora de Washington) y entre los objetivos había radares y baterías de misiles. Este viernes por la mañana, Donald Trump confirmó en su cuenta de Twitter que, en efecto, había diseñado un ataque pero lo decidió parar porque le parecía desproporcionado con lo ocurrido con el dron.
“Estábamos preparados para responder desde tres posiciones cuando pregunté cuántos morirían. ‘150, señor’, fue la respuesta de un general. Diez minutos antes de la ofensiva, lo paré. No era proporcionado al derribo de un dron no tripulado. No tengo prisa. Nuestro Ejército está renovado y preparado para actuar, y es de lejos el mejor del mundo. Las sanciones están haciendo efecto y ayer se añadieron más. IRÁN jamás debe tener armas nucleares, ni contra Estados Unidos ni contra el mundo”, ha escrito. Así es cómo hizo pública una deliberación que le sitúa como moderado frente a la posición de halcones como Mike Pompeo, secretario de Estado, o John Bolton, consejero de Seguridad, quienes, según la prensa estadounidense, sí apoyaban el ataque. A petición de EE UU, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas celebrará el próximo lunes una reunión a puerta cerrada sobre Irán.
Washington sostiene que el derribo del dron estadounidense se produjo en aguas internacionales, mientras que Teherán afirma que ocurrió en su territorio. Durante el jueves, Donald Trump había expresado ante la prensa que no consideraba que el derribo del dron hubiese sido deliberado. Si a primera hora de la mañana se limitó a escribir en Twitter un mensaje seco e intimidatorio: “¡Irán ha cometido un grave error!”, luego, en la Casa Blanca, se mostró más moderado, insistiendo en la idea del error, pero un error sincero, de cálculo. “Me cuesta creer que fuera intencionado, la verdad”, afirmó, “parece que lo hizo algún estúpido”, “algún general o alguien”. A las insistentes preguntas de si habría represalia por parte de Estados Unidos, el presidente insistió en que se iba a saber pronto, pero dejó entrever que sería algo muy medido, al subrayar que el dron no iba tripulado y no había muerto ningún soldado estadounidense. “La situación sería muy diferente de no ser así”, advirtió.
Los líderes demócratas en el Congreso —la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el senador Chuck Schumer— acudieron después a la Casa Blanca para recibir informes de la situación, pero, según afirmaron a la salida, no se les planteó ninguna acción concreta. El ataque fue propuesto por el Pentágono y figuraba entre las diversas opciones que barajaban los altos cargos de la Administración, según informó una fuente a Associated Press.
Por su parte, el régimen iraní también ha hecho este viernes una exhibición similar de fuerza y autocontrol combinados cuando la Guardia Revolucionaria ha respondido este viernes a Trump diciendo que ellos tuvieron en su punto de mira un avión militar de EE UU con 35 personas a bordo y decidieron no derribarlo. Horas antes fuentes oficiales iraníes confiaron a la agencia Reuters que el mandatario estadounidense advirtió a la República Islámica de un “ataque inminente”. El mensaje del presidente llegó al Gobierno de Teherán a través de Omán, un país que mantiene buenas relaciones con ambos países y ya ha actuado de mediador entre ellos en el pasado. Irán ha respondido a Washington que le hace responsable de cualquier ataque a la República Islámica. Sin embargo, un portavoz iraní ha desmentido más tarde esa información.
“Estados Unidos no ha enviado ninguna carta a Irán a través de Omán; ese asunto no es cierto”, ha declarado el portavoz del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Keivan Khosravi, citado por PressTV.
Poco antes, Reuters citaba a un funcionario anónimo, según el cual, “en su mensaje, Trump decía que estaba en contra de una guerra con Irán y que quería hablar con Teherán de varios asuntos… Daba un pequeño plazo de tiempo para recibir nuestra respuesta, pero la respuesta inmediata de Irán fue que la decisión sobre ese asunto está en manos del líder supremo [el ayatolá Ali] Jamenei”.
Sin hacer alusión a ese aviso, Irán ha respondido a EE UU que le responsabiliza de cualquier ataque contra su territorio. Lo ha hecho a través del embajador suizo en Teherán, que representa los intereses de Washington, ya que ambos no tienen relaciones diplomáticas desde el secuestro de los diplomáticos estadounidenses en 1979.
A primera hora de este jueves, Irán abatió un dron estadounidense (valorado en unos 115 millones de euros) en el estrecho de Ormuz. Mientras Teherán defendió que el aparato había entrado en su espacio aéreo en misión de espionaje, Estados Unidos tachó de falsedad esa alegación y afirmó que la aeronave hacía tareas de reconocimiento en espacio aéreo internacional.
A lo largo del día se discutió en Washington la opción de un posible ataque. A favor de una respuesta militar se posicionaron el secretario de Estado, Mike Pompeo, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y la directora de la CIA, Gina Haspel, según The New York Times.
El gravísimo incidente de esta madrugada confirma los temores que se han ido acumulando desde que hace dos meses Washington intensificara su campaña de máxima presión contra Teherán. La escalada verbal y el postureo se han traducido en riesgos concretos. EE UU ha reforzado su presencia militar en Oriente Próximo. Irán ha intensificado su desafío cancelando algunos de sus compromisos con el acuerdo nuclear. Y en medio de reproches mutuos, seis petroleros han sido objeto de sabotajes, aún por aclarar, que han hecho temer una disrupción del abastecimiento de crudo y encarecido los seguros para el transporte marítimo en la región.
En un gesto que da a entender que Arabia Saudí ha estado al tanto de los planes de Washington, el príncipe Khalid Bin Salmán, viceministro de Defensa y hermano menor del heredero al trono, ha tuiteado esta mañana que se había reunido en Yedda con el representante especial de EE UU para Irán, Brian Hook, “para explorar los últimos esfuerzos para contrarrestar los actos hostiles iraníes y la continua escalada que amenaza la estabilidad y la seguridad de la región”. El príncipe ha reafirmado el apoyo de su país a la “campaña de máxima presión sobre Irán” de su aliado y protector.
Como sus anfitriones, Hook ha acusado a Irán de ser “el responsable del agravamiento” de la situación. No obstante, ha insistido en la importancia de reducir las tensiones. Teherán, ha dicho, “debe responder a la diplomacia con diplomacia, no con la fuerza”. El portavoz de Exteriores iraní, Abbas Mousavi, no ha tardado en contestarle: “Sr. Hook, ¿interpreta usted como diplomacia años de guerra y terrorismo económico impuestos a los iraníes y violaciones de tratados y resoluciones?”
Además, la Guardia Revolucionaria ha difundido imágenes del derribo del dron y de sus supuestos restos rescatados del mar, como prueba de que violó su espacio aéreo. Al igual que ocurriera con los vídeos con los que el Ejército norteamericano quiso probar la responsabilidad de Irán, son insuficientes para sacar conclusiones. Sin embargo, todos los portavoces iraníes han insistido en que lanzaron repetidas advertencias antes de derribarlo. Saber si eso fue así, es clave para determinar si Teherán trató de provocar a la Administración Trump.
Mientras aún se desconoce si la suspensión del bombardeo contra objetivos iraníes es temporal o definitiva, la tensión también empieza a trasladarse al tráfico aéreo. Algunas compañías, entre ellas las europeas KLM, Lufthansa y British Airways o las emiratíes Emirates y FlyDubai, han decidido desviar sus vuelos para evitar el espacio iraní sobre el estrecho de Ormuz y el golfo de Omán. Su decisión se produce después de que la Administración Federal de Aviación prohibiera a las aerolíneas estadounidenses operaran en esa zona hasta nueva orden.
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