Trump: tras el insulto, la sonrisa a los líderes en el G20

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Un día después de haber sembrado el desconcierto entre sus aliados con ofensivas declaraciones sobre las políticas exteriores y comerciales de algunos de ellos, el presidente estadounidense Donald Trump, dio un nuevo giro de 180 grados. A la hora de mantener encuentros bilaterales con los líderes de esos países que horas antes había descrito como de poco fiar, el inquilino de la Casa Blanca era todo sonrisas y echaba pelillos a la mar. Aunque su trato más cordial lo reservó para el presidente ruso, Vladímir Putin, el dirigente para el que nunca ha tenido palabras agrias pese a la injerencia de Moscú en las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016, según la inteligencia estadounidense. Incluso llegó a bromear con él sobre ese asunto delante de los periodistas.
El encuentro con Putin había generado gran expectación. Era el primero en un año, desde que ambos se vieron en una polémica reunión en Helsinki: la Casa Blanca explicó que era el que tenían previsto en diciembre durante la cumbre del G20 en Buenos Aires debido a la crisis en Ucrania. También era el primero desde que se cerrara la investigación de Robert Mueller sobre la injerencia electoral rusa, que concluyó que no hubo cooperación entre Trump y Moscú. Y llegaba en medio de tensiones entre los dos países en torno a Irán, Siria, Ucrania o Venezuela.
Hubo espacio para la seriedad, y esos temas se abordaron durante la conversación. También, según la Casa Blanca, acordaron negociar un nuevo sistema de control de armas, que según Trump debe incluir también a China, un mes antes de que se haga efectiva la retirada de EE UU del tratado sobre misiles INF (siglas en inglés de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio).
El encuentro comenzó con una broma. Una reportera le preguntó a Trump, ya con los dos presidentes juntos, si él plantearía a Moscú el tema de la injerencia electoral. “Sí, por supuesto”, contestó el inquilino de la Casa Blanca. “No se meta en las elecciones, presidente. No se meta”, dijo con tono burlón, dirigiéndose a su homólogo.

El resto de la conversación, aparentemente, se desarrolló en el mismo tono cordial. Según ha informado el portavoz del presidente ruso, durante la reunión Putin invitó al estadounidense a visitar Moscú en mayo del año próximo para celebrar el día de la victoria sobre las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial.
Una sintonía similar mostró en la reunión que mantuvo con el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, “un hombre muy especial” con el que comparte numerosos puntos de vista. Ambos, en su segunda reunión desde que el brasileño tomó posesión de su cargo en enero, abordaron la situación de Venezuela. Trump le pidió paciencia para derrocar al régimen de Nicolás Maduro y, según el portavoz de Bolsonaro, Otávio Rego Barros, los dos analizaron medidas para cortar “el apoyo financiero de todos los países que ayudan” al régimen bolivariano.
La agenda de Trump continuó con otras bilaterales, ahora sí con líderes a los que había dejado en mal lugar en sus declaraciones de la víspera. El antiguo promotor inmobiliario lo solventó sin aparentes grandes problemas.
Abría su jornada con un encuentro con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, después de haber criticado el tratado de Defensa que obliga a Estados Unidos a defender a Japón si este país fuera atacado. Ese asunto, ha asegurado el portavoz japonés Takeshi Osuga, no se ha abordado en el encuentro. En cambio, el que probablemente sea el dirigente internacional que más empeño ha puesto en atender a Trump, ha querido explicarle hasta qué punto las inversiones japonesas son beneficiosas para Estados Unidos, o incluso para el propio presidente. Lo ha hecho no con los gruesos informes propios de este tipo de encuentros: sabedor del escaso aprecio de Trump por la palabra escrita, se lo ha presentado en un colorido mapa en vivos tonos. Los dos líderes acordaron dar un impulso a las negociaciones para un acuerdo de libre comercio.
Un tono igualmente cordial en apariencia tuvo la bilateral con el primer ministro indio, Narendra Modi, de cuyo Gobierno el miércoles consideró “¡inaceptable!” que elevara aranceles sobre 28 tipos de productos estadounidenses. La relación bilateral “seguirá siendo buena”, sostuvo Trump.
Y si había calificado también el miércoles a Alemania de socio “poco fiable” y país “moroso” en sus pagos a la OTAN, frente a la canciller Angela Merkel calificaba a la jefa de Gobierno de “una mujer fantástica”. Para ella, sí, un consejo: que mostrara más mano dura hacia Irán.
El primer ministro vietnamita, Nguyen Xuan Phuc, no tenía cita previa con Trump. Pero su país había quedado también en el grupo de los criticados. El presidente estadounidense lo había acusado de “aprovecharse” de Estados Unidos “todavía más que China”. Nguyen se le acercó durante el almuerzo de líderes, probablemente para pedirle u ofrecerle explicaciones. No consta lo que le dijo. Solo que a Trump se le vio escucharle con gesto serio.


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