Trump y Pence escenifican en Arizona la división del partido republicano

Trump y Pence escenifican en Arizona la división del partido republicano

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Donald Trump, durante su mitin en Prescott, Arizona.MARIO TAMA (AFP)

Le llaman la batalla por el alma del partido republicano. La lucha ha ganado intensidad en las últimas semanas gracias a las revelaciones del comité que investiga el asalto al Capitolio. Este viernes coincidieron en Arizona dos de las facciones que se disputan el control de los conservadores. Donald Trump y Mike Pence, quienes trabajaron bajo la misma Casa Blanca, han llevado a cabo este viernes sendos mítines para impulsar a diferentes candidatos en las primarias republicanas del 2 de agosto, de donde saldrán los candidatos que estarán en la boleta en noviembre próximo. No solo Estados Unidos está dividido. También lo están los republicanos.

Pence fue el vicepresidente de Trump y ahora está construyendo su propio camino a la candidatura en 2024. Fue el primero en arribar a Arizona, un territorio que guarda amargos recuerdos para el trumpismo. El expresidente, quien lo ganó en 2016, perdió el bastión conservador cuatro años después por 10.400 votos. No dispuesto a aceptar la derrota, el mandatario alegó que había sido víctima de un fraude electoral de gran escala que dio el triunfo a Joe Biden. Ni siquiera ocho litigios y una auditoría aprobada por los sectores radicales arrojaron pruebas que sostuvieran estas afirmaciones.

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Un político católico de bajo perfil y formas tranquilas, Pence evitó hablar durante la visita de su fractura con el trumpismo. Tampoco mencionó la reciente audiencia del comité especial del Congreso, que este viernes probó que Trump no hizo nada por ahogar la insurrección de sus simpatizantes, quienes amenazaban con linchar al vicepresidente. Este fue evacuado dos veces por los cuerpos de seguridad.

La noche fue para Trump, quien arrancó con varios ataques contra Biden por la inflación, la más alta en décadas, y los altos precios de la gasolina. “Ahora rogamos por la energía”, dijo. Se burló del cambio climático y del Green New Deal que promueve la actual Casa Blanca. “Dicen que en algunos años el mar crecerá, o quizá bajará de nivel. ¿Quién diablos sabe?”, afirmó el expresidente, quien iba a celebrar su mitin el sábado pasado, pero postergó la visita por la muerte de su primera esposa.

Aunque siempre es generoso con las críticas, Trump también evitó hablar de Pence. En cambio, sí tuvo palabras para el comité que investiga la insurrección del Capitolio y para Rusty Bowers, el presidente de la Cámara de Representantes de Arizona, quien acudió a Washington a explicar cómo Rudy Giulianni, el abogado del expresidente, intentó manipular el resultado de la elección. “Es un cobarde y una mala persona”, calificó el expresidente. En casi dos horas de discurso, se dijo víctima de una ofensiva política en su contra. “Si renunciara a mis creencias, me quedara callado y tranquilo en casa, y anunciara que ya no voy a buscar un nuevo cargo, la persecución en contra de Donald Trump se acabaría. ¿Lo saben, no? Pero no lo voy a hacer”, aseguró entre aplausos.

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Pence estuvo en dos ciudades acompañado por el gobernador Doug Doucey, quien avaló el triunfo demócrata y se negó a alimentar la que ha sido nombrada como La gran mentira. Al igual que al exvicepresidente, los trumpistas lo consideran un traidor. Especialmente después de que las cámaras de televisión lo captaran silenciando una llamada entrante de Trump, con el timbre del himno Saludo al jefe (Hail to the Chief), justo instantes antes de firmar los documentos que certificaron la victoria de Biden.

El exvicepresidente estuvo en Peoria, una ciudad al noroeste de Phoenix, y la fronteriza Tucson. Doucey, quien ha sido llamado por Trump “uno de los peores gobernadores del país” después de negarse a seguir el libreto del fraude y a quien hoy ha llamado “republicano solo de nombre”, agota en enero de 2023 su mandato tras dos periodos como gobernador. Pence impulsa como su sucesora a Karry Taylor Robson, una desarrolladora y lobbista prácticamente desconocida que ha puesto 14 millones de dólares de su bolsillo para lanzar su carrera política. “Es pro vida, pro armas y pro muro”, la describió Ducey, quien la apoya.

Trump, quien arrancó 2022 con un evento en Arizona, apuesta por Kari Lake, una expresentadora de Fox News que ha abrazado las políticas más radicales. A once días de las primarias, Lake supera a su rival por ocho puntos, según el promedio de encuestas de Real Clear Politics. “Comparado con Ducey, Kari Lake será tan diferente como el día a la noche”, prometió Trump, quien ha logrado imponer a varios de sus candidatos en las primarias, como el caso de Maryland.

Kari Lake, aspirante a la gubernatura de Arizona, en el mitin de Trump en Prescott.MARIO TAMA (AFP)

Aunque los republicanos muestren fisuras, los demócratas locales han advertido que los dos bandos abanderan políticas radicales. La frontera y la inmigración ilegal son temas presentes en ambos espectros de la derecha. En el mitin que se celebró en el Valle de Prescott, Trump dijo que los inmigrantes “envenenan” a su país. Antes, Kari Lake describió cómo sería su primer día como gobernadora: “Declararé la invasión en la frontera sur, mandaré a la Guardia Nacional para que impida a la gente cruzar y vamos a dinamitar los túneles del narcotráfico sin importar si hay gente en ellos. ¿Los drones que usa el narcotráfico? Les vamos a disparar. Y lo más importante, vamos a acabar el muro”, dijo ante una ovación de pie de los miles de presentes.

Horas antes, Pence había puesto en duda las credenciales conservadoras de la candidata de Trump. “Me da gusto dar la bienvenida a conversos al partido, pero los republicanos no necesitan a una gobernadora que apoyó a Barack Obama y a Hillary Clinton. Necesitan a alguien que ha apoyado a la derecha desde Reagan hasta Donald Trump”, dijo el exvicepresidente ante unas 350 personas. Lake ha llamado “mentiroso” a Pence por el supuesto respaldo a la exsecretaria de Estado. “Pensé que era un hombre honorable. Esa mujer es asquerosa y debería estar en prisión”, afirmó. Durante su discurso, llamó a Biden un presidente “ilegítimo”. Y cargó: “Los medios corruptos nos quieren hacer creer que ese tipo ganó 81 millones de votos. Okeeeey…”.

Trump puso más de 150 kilómetros de tierra entre él y quien fuera su colaborador. A Prescott lo acompañó su tropa itinerante de incondicionales. Entre ellos, Mike Lindell, dueño de una fábrica de almohadas, que sigue argumentando que un fraude electoral descarriló la segunda presidencia de Trump. Otro de los oradores de la noche ha sido Blake Masters, el candidato que Trump respalda para el Senado. Masters, un financiero de 35 años impulsado por el magnate tecnológico de extrema derecha, Peter Thiel. Este ha donado más de 13 millones de dólares de su fortuna, para llevar a su discípulo al Congreso, al sitio que hoy ocupa el astronauta Mark Kelly, del partido demócrata.

La inclusión de Masters en el bando de Trump hace difícil explicar la congruencia del grupo, incluso para algunos de sus simpatizantes. El trumpismo ha cargado en contra de las grandes tecnológicas, a quienes consideran sus enemigos. Esto ha hecho recibir fuego amigo Masters y Thiel , padre de Pay Pal y una de las grandes figuras de Silicon Valley. Un orador sobre el escenario debió pedir a los seguidores de Trump “no atacar a la gente que está en las trincheras”. ”Si los atacan a ellos, están atacando a Donald Trump”, aclaró. El candidato al Senado, líder en las encuestas rumbo a las primarias, propuso sobre el escenario “pasar a la ofensiva” y cerrar la frontera con México y promover una ley en Washington para que los chinos no puedan comprar terrenos en el campo estadounidenses. De salida, lanzó tres mensajes para agitar a los más radicales del movimiento: impeachment para Biden, para el secretario de Seguridad Interior Alejandro Mayorkas por el control de la frontera y llevar a juicio a Anthony Fauci por la gestión de la pandemia.

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