Tuits de humor para recibir la nueva normalidad riéndote bajo la mascarilla

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Hay chistes de padres consternados ante los cierres de colegios en Madrid, sobre los aprovisionamientos en supermercados, sobre lavarse las manos, sobre mascarillas, sobre la cuarentena y, también, sobre la muerte. Se envían por WhatsApp, se comparten en redes y se publican en medios satíricos como El Mundo Today. En España, en Estados Unidos, en Vietnam, en Irán, en China y también en Italia.

Es un hecho: hay miles de chistes sobre el coronavirus. Pero también más de cientos de miles de personas enfermas y miles de fallecidos en todo el mundo (aquí puedes seguir la información en directo). Aunque parezca paradójico, no es tan raro que en medio de una situación preocupante y con el virus ya en nuestro país, sigamos enviando memes por WhatsApp y publicándolos en Twitter e Instagram. Como explica José Ramón Ubieto, psicólogo y profesor en la Universitat Oberta de Catalunya, uno de los problemas de la epidemia es la angustia provocada por la incertidumbre: “El humor es una estrategia para soportar esta incertidumbre y para hacer cada vez más familiar lo incierto y lo extraño”.
El recurso al humor como arma contra nuestros temores explica que se sigan compartiendo memes y chistes, en muchos casos a costa de nuestros propios miedos. También ayuda a comprender que una cuenta paródica como el perfil del Coronavirus haya sumado más de 650.000 seguidores en cuestión de semanas con mensajes como “¿quién ha conseguido que no se hable de Cataluña?”.

Me parece ridículo ir histérico al supermercado a comprar provisiones para la pandemia pudiendo esperar a que todo colapse y llevármelo gratis rompiendo la cristalera con un bate. A ver si pensamos un poquito que es de primero de apocalipsis.
— Benny Rives (@sr_rosapalo) March 10, 2020

Mi hijo desde Nueva York que está muy preocupado por mí por eso de que en Madrid muere la gente mayor. Procedo a gastarme su herencia.
— Raquel Marcos (@Rakelmarkos) March 10, 2020

Un poco de control en los Supermercados, por favor. Estáis arrasando con todo.
Tengo una niña de 11 meses, como se quede sin cerveza me vais a oír.
— JOSEBA? (@JosebaComico) March 10, 2020

Yo estudiando la Peste Negra: No entiendo los movimientos artísticos posteriores básicamente son shitposting de querer morirse Yo con el coronavirus: AHHH FILHO DA PUTA AGORA SIM ENTENDO
— PutoMikel? (@PutoMikel) March 10, 2020

Ubieto recuerda que en estos casos el humor funciona como “un mecanismo colectivo”. Es decir, es útil en general, pero puede haber gente a quien le resulte desagradable leer chistes sobre la epidemia, sea por su propia sensibilidad o porque les toca de cerca. El psicólogo contrapone esta función del humor a otras posibles reacciones a la incertidumbre, menos eficaces y menos interesantes, como “la angustia paralizante y la búsqueda de un chivo expiatorio, como pasó al principio con la población china”.
Humor negro y crueldad
Todo esto no quita que se pueda caer en la crueldad: el humor negro no siempre consiste en una sofisticada ironía, sino que a veces puede ser solo una burla de quien lo está pasando mal. Eso sí, en Ja, la ciencia de cuándo nos reímos y por qué, el neurocientífico Scott Weems explica que la intención de quien cuenta uno de esos chistes no suele ser la de comportarse como alguien malvado.
Según Weems, casi nunca reímos por crueldad, sino porque estos chistes provocan “reacciones emocionales complejas” que incluso pueden ser contradictorias. Cuando nos reímos del coronavirus, no solo estamos liberando tensión e intentando relajarnos, sino que también estamos intentando poner en perspectiva nuestras preocupaciones. Nos vemos desde fuera y podemos intentar evaluar hasta qué punto nuestros temores están fundados, por ejemplo, y si realmente necesitamos acumular papel higiénico y toneladas de arroz en casa, incluso aunque no tengamos muy claro qué puede pasar mañana. Es, escribe Weems, “una forma de enfrentarnos a nuestras emociones”.
El humor puede ayudarnos precisamente a tomar distancia con nuestros problemas. Como escribe el filósofo John Morreall en su libro Comic Relief (Alivio cómico), el humor se basa en gran medida en la “desconexión emocional”, un mecanismo psicológico que nos ayuda a tomar distancia para reírnos y que nos ayuda a ver las cosas con una perspectiva diferente y, por lo general, enriquecedora. Coincide Ubieto, que explica que el humor “permite tomar cierta distancia”.

Si vamos a pasar esto todos juntos aquí pegados a Twitter, hay que aplicar ciertas normas de convivencia:- RT de noticias alarmistas: máximo una al día.
– Hilos didáctico-moralistas: MÁXIMO UNO POR PERSONA A LA SEMANA.
– Memes: todos los que queráis.
— Carmen Pacheco (@carmen_pacheco) March 12, 2020

Weems también cita estudios que muestran que la risa puede ayudarnos a lidiar con las dificultades: las personas que las sobrellevan mejor -sean discapacidades o muertes cercanas, por citar dos ejemplos- suelen mostrar también una mayor tendencia a usar el humor como mecanismo de superación. Ubieto apunta que es más difícil aplicar este mecanismo a asuntos graves que nos afectan muy directamente, pero explica que, por lo general, “nos ayuda en toda circunstancia”. La risa no banaliza, sino que nos ayuda a enfrentarnos a un asunto serio y a dar sentido a algo que nos puede parecer “un sinsentido”, como la propia irrupción de la epidemia del coronavirus.
Además, la comedia y la sátira pueden prosperar en tiempos complicados. La filósofa Alenka Zupančič recuerda en su libro The Odd One In (que quizás se pueda traducir como “El extraño” o “El que sobra”) que la comedia suele pasar por buenos momentos en épocas de crisis, incluidas (con todas las reservas), las dictaduras, al ser una forma de resistirnos a vernos solo como víctimas.

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