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La nueva atracción turística de Nueva York es una proeza de la ingeniería no apta para cardiacos. The Edge (“el filo”, en español), el rascacielos con el observatorio al aire libre más alto del hemisferio norte, abrió sus puertas el miércoles para ofrecer una visión única sobre los cinco barrios de Manhattan.

A las 9:30 horas de la mañana del miércoles, bajo un cielo soleado y temperaturas suaves, una banda de música acompañada por una cantante de soul abrió la ceremonia de inauguración. Minutos después, los asistentes tuvieron que contener la respiración al ver a seis bailarines descolgarse con arneses desde la cúspide para elaborar una coreografía sobre la fachada.

El vértigo es el ingrediente principal de esta estructura única. Sus 345 metros de altura permiten al ojo humano contemplar una panorámica de 360 grados que alcanza los barrios de Brooklyn, Queens, todo Central Park y una gran parte de New Jersey. El icónico Empire State, el edificio más alto del mundo entre 1931 y 1971, aparece justo enfrente a una escala muy modesta.

rascacielos nueva york the edge

El mirador triangular está situado en las plantas 100 y 101 del número 30 del megalómano proyecto urbanístico del barrio de Hudson Yards, inaugurado hace ahora un año. La superficie de 2.286 metros cuadrados está construida con 15 paneles de hormigón independientes encajados como un puzzle que suman un peso de cerca de 400 toneladas.

La rodean 79 paneles de vidrio, cada uno de 635 kilos de peso, que eliminan cualquier barrera visual y producen la sensación de estar volando sobre el cielo de Manhattan. “Nueva York está repleto de lugares icónicos, pero este observatorio es algo que la ciudad nunca ha visto”, declaró durante la inauguración Michael Turner, presidente de Oxford Properties, constructora del edificio y de gran parte del complejo de Hudson Yards.

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La apertura de The Edge supone la culminación de este nuevo barrio, situado entre las calles 30 y 34 a orillas del río Hudson, producto de la explosión urbanística que vive Nueva York. Allí también se encuentran la estructura-escultura The Vessel, que algunos llamaron “la papelera gigante”, del diseñador inglés Thomas Heatherwick, el centro cultural The Shed, del estudio de arquitectura Diller Scofidio + Renfro, y el mercado Little Spain, del chef José Andrés y los hermanos Adrià.

El edificio está diseñado por el estudio internacional de arquitectura con sede en Nueva York Kohn Pedersen Fox Associates (KPF). “La plataforma es el resultado de un inmenso esfuerzo de equipo y un proceso de construcción sin precedentes”, dijo en la inauguración William Pedersen, director fundador y de diseño de KPF.

Los adictos a la adrenalina podrán caminar sobre el suelo de cristal en forma de triángulo del centro del balcón desde el que se ven varias azoteas y los coches en miniatura circulando por las calles de Manhattan. Los dos únicos niños presentes en la inauguración sorprendieron a todos tumbándose boca abajo mirando hacia el vacío, mientras los adultos trataban de encontrar el coraje para dar el primer paso.

“Hace 10 años nadie creía que una estructura tan complicada se podía llevar a cabo pero los arquitectos y diseñadores han hecho posible este sueño”, confesó Stephen Ross, presidente de Related Companies, la otra constructora del edificio. El conjunto se completa con los interiores diseñados por Rockwell Group, que incluyen un bar, un restaurante, una tienda de souvenirs y otro observatorio interno.

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Desde el miércoles por la noche y hasta el próximo 4 de abril, la terraza acogerá un espectáculo de luces desde el atardecer hasta la medianoche creado por L’Observatoire International, firma fundada por el diseñador francés Hervé Descottes, encargada también de la iluminación. “Se ha iluminado el perímetro interior del edificio e integrado todas las luminarias en los detalles arquitectónicos para conseguir eliminar los reflejos en los cristales inclinados y que el Skyline sea el protagonista”, explicó a ICON Design Carlos García, arquitecto español involucrado en el proyecto.

La apertura resultó agridulce por las alarmas sobre la expansión del coronavirus en Estados Unidos. El propietario de edificio explicó que como medida de prudencia las visitas se realizarán con “capacidad reducida”. A esas horas nadie pensó que era tan grave. Por la noche, Donald Trump anunció la suspensión durante un mes de los vuelos procedentes de Europa.


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