En su carta de presentación en San Sebastián, el Real Madrid -a decisión de Zidane- decidió saltar al campo con un once titular atípico. Todo es atípico en estos tiempos, pero lo cierto es que la presencia de James, que no jugaba en Liga desde el mes de octubre, lo fue todavía más.
Se interpretó como una oportunidad para él y un descanso para el resto. Zidane tiene tal nivel de plantilla que puede dejar en el banquillo a un Balón de Oro y poner en la pizarra a un jugador que, en su día, costó cerca de 80 millones. Pero ese jugador, ayer, defraudó. Dejó pasar otro tren.
O al menos no rindió como se espera de alguien que acumula tantas ausencias. No se le vio demasiado activado, siempre a remolque de sus compañeros y sin incidencia en el juego. Sobre todo en la primera parte en la que actuó más volcado en la derecha donde apenas tuvo opciones de hacer nada.
Algo mejor tras el descanso
Ya en la segunda parte, colocado por detrás de los puntas y actuando una posición de enganche, el colombiano ofreció otra imagen, aunque igual de insuficiente. En el minuto 78 fue sustituido y quien sabe cuando volverá a jugar
Y es que James, olvidado durante meses por Zidane, no hizo tampoco demasiados méritos para que el galo le tenga más en cuenta a partir de ahora. Más bien lo contrario. De esta manera pasará a ser -más aún- una de las últimas piezas del equipo que sirvan para dar descanso al resto en un final de Liga en el que el Real Madrid no tiene permitido fallar.
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