EL PAÍS

Un año de apoyo militar europeo a Ucrania: el secretismo marca los envíos de armas a Kiev

La Unión Europea se ha movilizado como nunca para apoyar militarmente a Ucrania. Desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero de 2022 se han roto infinidad de tabúes y los Estados miembros han hecho hasta siete aportaciones a un fondo común que ya suma 3.600 millones de euros para financiar las contribuciones nacionales de armamento para el país invadido. En estos 12 meses se han sucedido los debates públicos sobre la conveniencia de mandar tanques o aviones de combate, junto a los anuncios a bombo y platillo sobre envíos de blindados o munición. Un año después se desconoce, sin embargo, el detalle del material militar enviado a Kiev. El secretismo habitual en este ámbito marca también las transferencias de armas a Ucrania de las principales economías de la UE, con la excepción de Alemania, que publica listados semanales.

España, Alemania e Italia tienen por norma no exportar armamento a países en conflicto, aunque ha habido excepciones, como cuando Berlín mandó armamento a las tropas kurdas del norte de Irak, o los envíos españoles a los gobiernos de Irak y Afganistán. En un abrupto giro de guion —en Alemania se recordará mucho tiempo el discurso del canciller Olaf Scholz, conocido como Zeitenwende (punto de inflexión) del pasado 27 de febrero— estos países, junto a otros como Bélgica, decidieron romper esta norma y anunciaron que enviarían armas a Ucrania nada más comenzar la invasión. En España, la decisión más trascendente la anunció el 2 de marzo Pedro Sánchez, cuando el Gobierno cambió su posición y decidió enviar armas letales y no solo equipos de protección.

Otros Estados ya transferían armas a Ucrania en mayor o menor medida, como Francia y Polonia, desde la adhesión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014. Varsovia, que siempre ha alertado sobre las tendencias imperialistas del Kremlin, tomó su primera decisión sobre el envío urgente de armas el 8 de febrero, dos semanas antes de la invasión.

Cuando la guerra arrancó, los países europeos se resistían a exportar armamento pesado. Francia, discreta al principio, informó de que enviaría sistemas operativos equipados con munición y repuestos, y lo justificó en que tenía el stock en niveles bajos y que quería mantener abierto un canal de diálogo con Rusia. Alemania ha ido aumentando el nivel de sus aportaciones a medida que se ha incrementado la presión sobre el Gobierno. Berlín accedió a enviar los sistemas de defensa antiaérea Gepard en abril, tras recibir presiones de Estados Unidos. El mismo patrón que se ha visto con la decisión de enviar tanques Leopard.

Scholz anunció en Twitter el primer envío de armas, pero después el Gobierno se sumió en el silencio. A las preguntas sobre el suministro de armamento a Ucrania respondía lo que contestan la mayoría de los Estados miembros: que no se divulgarían por razones militares y de seguridad. Es decir, para no dar información a Rusia sobre el arsenal ucranio que le pudiera ayudar a planificar su ofensiva. Ante las informaciones que cuestionaban que Berlín estuviera cumpliendo sus promesas a Kiev y la presión pública, el Ejecutivo decidió a finales de la primavera publicar semanalmente sus aportaciones.

Pieter Wezeman, investigador del programa de transferencia de armas de SIPRI (Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo), no considera justas las críticas a Alemania. “Desde una fase muy temprana, empezó a suministrar cantidades importantes de armas y a lo largo del año ha sido con mucha probabilidad uno de los proveedores más importantes”, asegura.

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Más allá de los motivos de seguridad que aducen los gobiernos de la UE, la opinión pública puede tener un efecto directo sobre la transparencia, como quedó patente en Alemania. En el extremo opuesto estaría el caso italiano. En el país transalpino, una gran parte de la población se opone al envío de armas por miedo a una escalada nuclear, porque piensan que Rusia va a ganar de todas formas, o porque están preocupados por el efecto de la guerra en su bienestar y seguridad. Los gobiernos de Mario Draghi y el de Giorgia Meloni han enviado seis paquetes de ayuda militar a Ucrania envueltos en gran dosis de secretismo que la prensa ha intentado romper componiendo un puzzle con armas vistas en el terreno, por ejemplo. De lo poco que se conoce, destaca que el último paquete de Italia no contiene ni piezas de artillería ni tanques.

En Polonia no hay debate público sobre si enviar armas, sino, si acaso, sobre las dudas de Occidente. Sin embargo, el país es muy reservado sobre el detalle de sus aportaciones. “Somos el tercer país, después de EE UU y el Reino Unido, en lo que respecta a la ayuda militar a Ucrania”, ha presumido este viernes el presidente polaco, Andrzej Duda, sin dar detalles. Aparte de grandes anuncios, como el de 14 tanques Leopard, se sabe que el país ha enviado entre 260 y 360 tanques T-72M y varios modelos y tipos de armamento post-soviético, como los lanzadores de corto alcance 9K33 Osa y S-125 Neva, pero se desconocen las cantidades precisas.

De los anuncios que ha hecho España, como la intención de enviar hasta 10 Leopard rehabilitados, seis lanzadores de misiles Hawk y una batería Aspide (ambos, sistemas antiaéreos de medio alcance), Wezeman concluye que la ayuda militar española “no es impactante”, sobre todo comparada con la que se conoce de Alemania o el Reino Unido, también muy transparente, igual que Estados Unidos.

Es imposible comparar las aportaciones de los Estados miembros de la UE y su compromiso cuando la opacidad cubre las transferencias. Frente a los más de un millón de proyectiles de artillería del calibre 155 milímetros aportados o prometidos por EE UU, clave en el campo de batalla en Ucrania, se sabe que Alemania ha mandado 19.520 y España, el equivalente, al menos, a 118,3 millones de euros. Y poco más, salvo que está resultando insuficiente ante las necesidades ucranias (Estonia ha propuesto crear una plataforma conjunta de compra inspirada en la adquisición de vacunas contra la covid).

Wezeman, experto en transparencia, explica que la falta de información es la norma en el sector y el caso alemán, la excepción. El modelo estadounidense es parecido al de Alemania —esta semana Washington ha anunciado el 32º paquete de ayuda militar a Ucrania desde agosto de 2021, que suma ya 30.400 millones de dólares (unos 28.700 millones de euros)—. Algún país europeo, como República Checa, está haciendo balance público estos días de lo aportado en el último año. Desde los noventa, los países de la UE suelen publicar informes anuales de exportaciones entre junio y finales de año, que recogen los datos del año anterior. Será entonces cuando se pueda empezar a ver qué cuentan los Estados que han aportado a Ucrania.

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