Un Athletic sin presencia se diluye en Barcelona

Un Athletic sin presencia se diluye en Barcelona

La idea de Valverde parecía clara. Zarraga y Herrera titulares: juego vertical, buscando pases en profundidad sobre el enorme tapete del coliseo blaugrana. La clave era acertar con los huecos que previsiblemente dejaría el Barça, y correr con los hermanos Williams. Las conducciones y los regates de Muniain y Sancet, se dejaban para otro día. En Barcelona hacía falta velocidad: de pensamiento, de pase, de desmarque y de carrera.

Pero es lo que tiene la pizarra, que lo aguanta todo hasta el pitido inicial. Tras el silbato de Martínez Munuera, las caras se demudaron. Los rojiblancos ni olieron el cuero del balón. Humillante. Se dedicaron a perseguir sombras, una vez más, y ya van más de 20 años. Fue como masticar guijarros o abrir ostras a mordiscos. Uno, dos, tres. Dembèlè dio toda una lección de fútbol en banda. A los 20 minutos el pescado ya estaba vendido y envuelto. Listo para llevar.

El zurrón lleno de goles, y menos mal que los de Xavi se relajaron y no quisieron hacer más sangre. Fue como un ‘dejavu’ de la última final de Copa ante los catalanes. Por primera vez esta temporada, el Athletic no compitió. Se diluyó sin oposición, sin carácter. Como un simulacro de partido que de antemano ya sabes perdido y que encima te cuesta dos lesionados -lo peor de la maldita noche-.

¿Sorpresa? Pues no, qué quieren que les diga. Suele ocurrir contra los grandes. Es normal perder, y hasta recibir una goleada, pero lo que perpetró el domingo el Athletic fue muy duro de tragar. La decepción es enorme. No competimos, todo salió mal. No hubo reacción y, lo que es peor, durante el partido nadie la esperó, ni siquiera los jugadores.




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