Un Eibar débil y poco mordedor

La derrota ante el Cádiz fulminó las aspiraciones del Eibar de colocar la primera piedra de la muralla de Ipurua, que se está resistiendo desde el inicio del campeonato, y también dejó una agridulce resaca en vísperas de marcharse al segundo parón de la liga, previo paso por El Alcoraz para visitar el sábado al Huesca. Porque, al margen de las dificultades para sumar esos tres primeros puntos en casa, las cifras del Eibar tras la disputa de ocho jornadas no invitan al optimismo por mucho que la imagen en las últimas citas haya dejado mejor sabor de boca, sobre todo con la aparición de los exsevillistas Pozo y Bryan
Gil, dos jugadores que han dado otro aire al equipo.

Un simple vistazo al histórico del Eibar desde que logró el ascenso a Primera en 2014 revela que este equipo sigue al ralentí y que no ha afilado las uñas en ataque. Los ocho puntos y cinco goles a favor que han conseguido los de Mendilibar marcan, en ambos casos, el segundo peor dato en las siete temporadas de los armeros en la elite, aunque se quedan cerca del peor registro: el de la temporada 2017/18, con solo siete puntos y tres goles. En aquella ocasión, el Eibar se dio de bruces con Athletic, Sevilla, Barça, Celta y Villarreal y solo fue capaz de perforar las redes del Málaga, Leganés y Barça en un estrepitoso 6-1 en el Camp Nou.

Eibar
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Ahora, en circunstancias diferentes, el empuje del Eibar no está siendo suficiente para tomarle la temperatura a una desconocida Liga en la que jugar en casa, sin una afición que le apoye, le está perjudicando más de la cuenta. Lejos de los 10 goles que atesoraba a estas alturas de la pasada temporada, con un puñado de jugadores aportando a la causa, incluso desde la defensa (Oliveira, Arbilla, Cote o Ramis, por ejemplo), el Eibar no está concretando en la parcela ofensiva, principal quebradero de cabeza para un cuerpo técnico que ve que solo Kike
García, que tendrá que demostrar si es capaz de seguir con esta constancia, está sacando las castañas del fuego con sus tres aciertos. Kevin y Burgos le acompañan.

Más compacto en defensa

Para paliar ese déficit en ataque, los armeros han logrado, al menos, colocar un candado más resistente en la portería. Con ocho goles encajados, uno por jornada, se ha quedado cerca de los siete que le endosaron en el primer curso de Mendilibar (2015/16). Nada que ver con los 17 que recibió en la 2017/18, con un 6-1 del Barça, un 4-0 del Celta y dos 3-0 de Sevilla y Villarreal por medio.

A partir de ahora queda confirmar la evolución que está mostrando el equipo con la aportación de algunos de los fichajes. De momento, el trabajo realizado le ha valido al Eibar para mantenerse lejos del peligro a pesar de un inicio dubitativo. Vencer al Huesca, continuando con la buena disposición que está ofreciendo lejos de Ipurua, sería un golpe de moral efectivo para afrontar el descanso con relativa tranquilidad.

El Eibar está algo débil y apenas muerde pero tiene capacidad para revertir la situación. Necesita que dos o tres jugadores más se entonen para coger la velocidad correcta.


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