Un extraño consenso en la política madrileña en mitad de la tormenta


Hay una sala en Vallecas que ha permanecido blindada a la crispación política durante dos meses. Un diminuto rincón de la Asamblea de la Comunidad de Madrid ha estado acorazada y ajena al ruido mediático diario de radios, televisiones, editoriales y tertulias. Aquí se han juntado casi todas las semanas 19 diputados con mascarillas. Tenían el objetivo de presentar y escuchar ideas para sacar del pozo a Madrid, una de las regiones más afectadas por la pandemia de toda Europa. La misión la han formado cinco diputados del PSOE, cuatro del PP, tres de Más Madrid, dos de Vox y uno de Unidas Podemos. El clima que se ha respirado entre todos ha sido algo inédito en la política. Todas las voces que representan al pueblo de Madrid se han escuchado entre sí sin mencionar a ETA, a la corrupción, a Venezuela, a Génova, a Galapagar, a La Moncloa, al y tú más de todos los días. Y ha dado resultado.

Hoy se llevará al pleno de esta tarde un acuerdo con 214 medidas firmado por todas las partes, excepto Vox, el único partido que ha decidido dar un portazo a última hora. Sucedió el pasado 17 de septiembre. Fue la única vez que alguien elevó el tono. “Esto una vergüenza”, dijo su portavoz Rocío Monasterio. “Nosotros nunca hemos querido estar en una comisión que tienen políticos encerrados en la Asamblea ajenos a la realidad de Madrid, hablando de señales de tráfico machistas o feministas”, subrayó. La realidad es bien distinta. Los diputados de Vox votaron en blanco en el mes de junio. Dieron la presidencia de esta comisión al PSOE ante la mirada atónita de populares y Ciudadanos. Durante varias sesiones sus diputados escucharon a los ponentes en silencio. Recalcaron, eso sí, que ellos no participarían en los trabajos y que tampoco llevarían ponentes. Nadie elevó la voz. Un día, sin previo aviso, Monasterio anunció que sería el último.

Más allá del portazo de la quinta formación de la región, que tuvo escaso eco en los diarios, el resto de diputados de los cinco grupos restantes escuchó un total de 35 comparecencias. Por aquí desfilaron, entre otros, el presidente de la Confederación madrileña de empresarios, Miguel Garrido, que destacó la necesidad de impulsar medidas de flexibilidad laboral y de reducción de la presión fiscal para evitar el cierre de empresas y la destrucción de empleo. El paro en Madrid se situó el pasado septiembre en la región en más 424.000 personas. También pasó por ese micrófono de la Asamblea el secretario del sindicato UGT, Luis Miguel López, que pidió un “clúster sanitario” de empresas que fabriquen mascarillas, geles, alcohol o respiradores, para que sea “una marca de identidad” de la región.

En julio habló el médico de Atención Primaria Javier Padilla, que advirtió de los “problemas crónicos” con los que cuentan los médicos. Pidió un bisturí económico. “De repetirse lo sucedido en los últimos meses [en referencia a marzo, abril y mayo], harían insostenible la situación”. Solicitó más planes para actuar cuando los contagios volviesen a brotar, desarrollar la figura del personal administrativo sanitario, más autonomía en los centros de salud, además de darles la capacidad de realizar test PCR y de serología. De momento, solo se han cumplido estos dos últimos puntos. “A la atención primaria le sobran planes, proyectos estratégicos o marcos y le falta determinación política y presupuesto”, sentenció.

La comisión ha elaborado un dictamen de 53 páginas con 214 propuestas, que han resumido el trabajo de las 14 sesiones por donde han pasado 35 comparecientes. La idea partió del portavoz socialista, Ángel Gabilondo, que registró en la Asamblea esta petición tras proponer a la presidenta Isabel Díaz Ayuso un pacto de todos los partidos en el pleno y por carta, sin éxito. “No descubro el Mediterráneo si digo que esto es una comisión muy importante”, señaló el presidente de la Comisión, Carlos Carnero, tras ser elegido en junio. “Tenemos que seguir combatiendo el virus tal y como lo han hecho nuestros sanitarios durante estos meses tan tristes. Tenemos la gran labor de reactivar la Comunidad de Madrid. Hay que vivir, pero también hacerlo con dignidad”, dijo.

Carnero, madrileño de 59 años, recalcó la palabra Europa varias veces durante estos meses. No en vano, según consta en su currículum, fue eurodiputado durante 15 años en el Parlamento Europeo, embajador de España en misión especial para proyectos en el marco de la integración europea (2009-2012) y miembro de la convención que elaboró la Constitución Europea. “Una comisión es uno de los órganos más bonitos dentro de la política”, señaló tras elegido en una entrevista con este periódico. “Aquí se buscan acuerdos. A veces en la política falta la elaboración. Falta la profundidad y eso genera incapacidad”.

Dos meses después, los diputados de las cinco formaciones (PP, PSOE, Ciudadanos, Más Madrid y Unidas Podemos) reconocen que la comisión de reconstrucción ha sido un éxito. “Creo que tenemos muchas medidas, algunas que obviamente nos gustaría que hubieran bajado más a tierra, que hubieran profundizado en alguna cuestión, pero somos conscientes de que, igual que esto nos gustaría a nosotros, también le gustaría al resto de grupos parlamentarios y en sentidos bastante divergentes”, opinaba Soledad Sánchez Maroto, de Unidas Podemos.

“Echamos de menos también una presencia más fuerte de las políticas verdes. Hemos podido incluir la ley de cambio climático. Para nosotros es incomprensible pensar una nueva región que no esté aterrizada y sujetada con los planteamientos que vienen de la Unión Europea”, subrayaba María Pastor, de Más Madrid. “En esta situación solo cabe que seamos uno para todos y todos para uno, porque, o somos útiles o no seremos nada”, añadía Araceli Gómez, de Ciudadanos. “Tras 35 comparecencias, después de muchas horas de trabajo, de diálogo, de intercambio de documentos, después de escuchar a expertos, creo que todos hemos sido capaces de tomar distancia de muchos de nuestros prejuicios y del excesivo uso de Twitter”, sentenciaba el popular Pedro Muñoz. O dicho de otra manera. En la Asamblea, si se quiere, se puede.


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