En medio de una plantilla plagada de croatas, macedonios y eslovenos, sobresale un gallego menudo que trata de hacer carrera en los Balcanes. Se trata de Dani
Iglesias, centrocampista nacido en Santiago de Compostela con pasado en el Alavés y que quiere hincarle el diente a la Real mañana en el estreno de la Europa League: “Vamos con confianza y con ganas, pero sabemos que la Real parte como favorita clara para llevarse los tres puntos”, dice Iglesias a MD con claro acento gallego mediante el hilo telefónico en conversación con MD.
El Rijeka tiene interiorizado que deberá hacer muchas cosas bien, casi a la perfección, para robarle algún punto a la Real: “La Real es un equipo muy superior a lo que solemos tener enfrente, pero trataremos hacer peligro con nuestras armas”, dice sincero. El Rijeka tiene claro cómo tiene que afrontar el partido para vencer a los donostiarras. De hecho, es lo que vienen practicando en los últimos choques: “Nos gusta atacar rápido cuando recuperamos el balón y eso trataremos de hacer. Cuando más cerca de su área, mejor, si estamos acertados en ese sentido tendremos nuestras posibilidades”. Aritz y Le Normand, poco conocedores del equipo croata, ya saben qué y cómo tienen que defender.
Una caja de cerillas
El escenario del partido tiene su encanto. En la década de los noventa, la afición del Rijeka era una de las aficiones más temidas junto a la del Torcida Split, grupo ultra más antiguo de Europa nacido en los cincuenta. Mañana, en una caja de cerillas incrustada entre la montaña, 3.000 hinchas croatas tratarán de llevar a su equipo en volandas hasta la victoria: “En los partidos de liga ya está entrando gente, pero contra la Real van a venir 3.000 personas, que son el 30% del aforo”. La Real está acostumbrada a jugar delante de aficiones ruidosas, pero Iglesias avisa de que “se van a hacer notar porque el campo es pequeño”.
Como en casa
El único pero que tiene el encuentro, es que la Real no tendrá a su gente animando en Croacia, como en cada partido europeo. La plantilla de la Real, en todo caso, se sentirá como en casa: “Es una ciudad parecida a Donostia, llueve mucho y es muy tranquila”, dice Iglesias, conocedor del carácter guipuzcoano.
Rijeka, que significa río en croata, basa su economía en el puerto de la ciudad, incrustado en las calles principales de la misma. En tiempos pasados, la afición txuri urdin poblaría sus estrechas vías, pero en tiempos de coronavirus solo queda alentar desde c
asa.
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